“Obra Reunida de Adela Zamudio” VOLUMEN No. 125 de la BBB
Por: Virginia Ayllón
El 18 de junio pasado se presentó el volumen N° 125 de la BBB, correspondiente a la “Obra reunida de Adela Zamudio”. La BBB ha establecido varios formatos para las 200 obras elegidas y, en el caso de Zamudio, ha optado por el formato de Obra reunida, que es una selección de la obra del autor o autora.
El volumen incluye el corazón de la producción de Zamudio. Esto es: novela, poemas que publicó en vida, cuentos –publicados póstumamente– y ensayos.
Pero también incluye otros textos de suma importancia. Por ejemplo, el facsímil de un texto de Ricardo Jaimes Freyre de 1887 sobre Ensayos poéticos, segundo libro publicado por la autora ese mismo año. El trabajo crítico de Freyre, que fue rescatado por Mauricio Souza, es un texto hermosísimo, desconocido hasta hoy y que, además, parece ser la primera crítica literaria propiamente dicha a los poemas de la autora. Por otra parte, también tiene una sección dedicada al impacto de Adela Zamudio en la cultura cochabambina y boliviana, con datos sobre traducciones, musicalizaciones, material interactivo, lugares con su nombre, etc. Esta sección le debe la idea, por supuesto, al CD La ausencia de Adela Zamudio (2012), editado por Luis H. Antezana y Virginia Aylón y publicado por el CESU y Editorial Nuevo Milenio.
La hermosa fotografía de la tapa, como las de un álbum fotográfico inserto en el volumen, corresponden al fotógrafo cochabambino Rodolfo Torrico, “El turista”, sobrino de Adela, cuyos descendientes llevan adelante la Fundación Torrico-Zamudio que resguarda el patrimonio artístico de El turista y de la “alondra del valle”.
Con detalle, este volumen incluye los tres poemarios que Zamudio público en vida: El Misionero: poema religioso (1879), Ensayos poéticos (1887) y Ráfagas: poesías (1914). En total, 39 poemas aparecieron en estos tres libros, los que conforman el núcleo de la poesía de Zamudio. Para este volumen se ha tomado la edición que realizaron Mónica Velásquez y Virginia Ayllón para el libro Poesía de Adela Zamudio, publicada por Plural editores en 2017.
Respecto de su novela, Íntimas, hay que recordar que fue publicada en 1913 y en 1999, a 86 años de la primera, Plural editores publicó la segunda edición, editada y prologada por Leonardo García Pabón. Esta es la versión que se ha incluido en este volumen que acompaña. Además, el prólogo de García por su importancia en el rescate de esta novela. En 2012, el Ministerio de Culturas publicó la 3ª edición de Íntimas —con base en la 2ª edición de 1999—, como tercer volumen de la colección “15 novelas fundamentales de la literatura boliviana”. Hay que destacar que Adela Zamudio es la única mujer escritora en esta colección. Finalmente, en 2019, la editorial española Los libros de la ballena publicó esta novela con prólogo de la escritora cruceña Giovanna Rivero.
Sobre los cuentos, Adela Zamudio habría empezado a publicarlos a fines del siglo XIX, tal como Gabriel René Moreno consigna en el Primer Suplemento a la Biblioteca Boliviana (1996 [1900]: 91).
Póstumamente, en 1942, se publicaron Cuentos Breves y Novelas Cortas. A pesar de su búsqueda, que ha llevado años, no se han encontrado los originales de los cuentos, lo que ha creado algunas sombras sobre su autoría. Sin embargo, para la edición de Cuentos de Adela Zamudio (Plural, 2013, Virginia Ayllón realizó una comparación de los 17 cuentos aparecidos en esos volúmenes con la novela, poesía y ensayos de Zamudio, concluyendo que la confluencia de léxico, estructura y temas de la autora permiten asegurar que esos cuentos son de su autoría, además de los cuentos rescatados en diarios). De este modo, el volumen de la BBB ha tomado esa versión editada de los cuentos.
Finalmente, se han incluido los siguientes cinco ensayos de la autora:
- “Reflexiones”, que publicó el 23 de septiembre de 1913 en El Heraldo de Cochabamba.
- “Temas pedagógicos: la instrucción moral en el tercer grado de la escuela primaria”, 1914 en El Heraldo.
- “Por una enferma” publicado en agosto de 1914 en El Heraldo.
- “Discurso como mantenedora de los Juegos Florales de La Paz de 1915”, publicado en El Diario de La Paz.
- “La misión de la mujer”, publicado en 1922 en el número 36 de la revista Arte y Trabajo de Cochabamba.
La producción de Zamudio puede ser calificada como obra porque leída en conjunto es una producción íntegra. Lo prueban las relaciones orgánicas, escriturales y temáticas en sus cuentos, su novela, sus poemas y sus ensayos. En ese sentido, Zamudio es una escritora profesional.
A la vez, la escritura de Zamudio es compleja y versátil; ya visita el verso libre, ya el rimado; ya el poema narrativo, ya el diálogo filosófico. Me gusta destacar, entre otros, la ironía, que utiliza magistralmente.
Insistiré en sus reflexiones filosóficas, que están en sus poemas y sus ensayos son hondas cavilaciones sobre el sentido o sinsentido de la existencia humana; sus hermosas pinturas paisajísticas no le impiden interpelar incluso a la Madre Naturaleza por los estragos que a veces produce y, a la vez, mostrarse como defensora de los derechos de los animales. Tiene reflexiones filosóficas profundas sobre la soledad o enfrentamientos duros con el Creador a la vez que cree que la oración limpia el alma y permite sobrevivir.
Respecto de la crítica a su obra, hay que decir que hasta finales del siglo XX la recepción de su obra vaciló entre los entusiastas y acres críticas a veces denigratorias. Si bien la calidad de su obra logró que nunca se la relegue totalmente y salvo muy raras excepciones, se selló un sentido común de leer a Zamudio como si sólo hubiera escrito dos poemas: “Nacer hombre” y “¿Quo vadis?”; de ahí se decía que era anticlerical y feminista. Y si bien ambos pensamientos forman parte de sus reflexiones, no son las únicas.
Por eso hay que destacar que sólo hasta fines del siglo XX e inicios del XXI, ha empezado a leerse los sentidos de la obra íntegra de Zamudio, a cargo de una crítica literaria abierta a esta escritura. Los aportes de los críticos literarios Leonardo García Pabón y Luis H. Antezana J. (Cachín), son fundamentales en ese sentido porque han permitido, precisamente, develar los sentidos más profundos de la obra de la escritora.
Para finalizar quisiera dejar sentadas algunas nociones sobre la autora que me han sobrevenido a guisa del estudio de su obra. Adela no pertenecía a la oligarquía o élite cochabambina de su tiempo y este dato no es poco para la época que le tocó vivir. Porque, por ejemplo, el acceso a los libros estaba muy relacionado con la posición social de las personas. Y si bien la biblioteca pública de Cochabamba fue creada en 1838 solamente fue reconducida como biblioteca municipal en 1874. Según Augusto Guzmán, esta biblioteca contaba con 20 mil volúmenes en 1970, imaginémonos los pocos volúmenes que tenía a finales del siglo XIX e inicios del XX, época de la actividad mayor de Adela. No es la misma situación, por ejemplo, de escritoras anteriores y posteriores, las que, perteneciendo a las oligarquías y élites pudieron beber de la literatura universal en sus viajes a Europa como Lindaura Anzoátegui o Juana Manuela Gorritti, ambas, además, esposas de presidentes de Bolivia.
Así, y a pesar de su relativa confortable niñez, la edad adulta la encontró trabajando como maestra para sobrevivir ella y sus sobrinos. Adela no dependía económicamente de nadie, pero muchos dependían de ella. Ejerció la maternidad porque estuvo al cuidado de sus seres queridos.
Su vida parece sacrificada y sufrida, lamentablemente esta imagen queda de Adela Zamudio, la de una mujer fuerte pero castigada; si bien es cierta, es también incompleta porque era más. Por ejemplo, el humor, el sarcasmo que se leen en no pocos de sus versos, cuentos y novela. La ironía de sus ensayos, incluido Reflexiones que forma parte de la famosa polémica con la iglesia católica, la hacen maestra de esta forma de escritura. Desmienten esa imagen sufrida su afición al ajedrez, la pintura, la botánica, la vida de campo y los animales.
Era una mujer moderna, es decir, una a tono con el tiempo que le tocó vivir. También porque era autónoma, que trabaja para ganar dinero y, por tanto, define y decide sobre su vida.
También moderna, porque ostentaba ideas propias sobre el mundo y sobre sí misma, que buscaba y usaba varios medios para decir su verdad y, cómo no, para defender sus posiciones ante la vida con argumentos.
Una autora moderna como Adela Zamudio se comunica muy bien con las jóvenes y estamos viviendo un caso muy particular en las prácticas lectoras en Bolivia que es precisamente que ahora, por fin, la sociedad más amplia está leyéndola. Creo que en esto tiene que ver el servicio que a tal fin ha hecho esa crítica literaria de la que ya hablé, pero y tal vez fundamentalmente que actualmente la lee una generación de lectoras jóvenes que reunidas en clubes de libro, colectivos feministas y otros, han encontrado en su obra algunas respuestas (o, mejor, preguntas) a sus discusiones sobre el mundo en que les ha tocado vivir, luchar, amar y crear. Modernas ellas, conversan muy bien con Adela Zamudio, moderna como ninguna.
Fuente: Ecdótica