Nueve autores escogen sus mejores lecturas de 2017
Por: Adhemar Manjón
Se acaba el año y quedan las lecturas que se hicieron en este tiempo. Nueve autores bolivianos hablan de algunos libros que los marcaron en 2017. Títulos que van desde primeras ediciones a reediciones importantes o, también, a descubrimientos, con variedad de géneros. En algunos casos mencionan a un autor boliviano y a un autor extranjero.
Empieza el repaso:
Mauricio Murillo. Este año presentó su novela Sombras de Hiroshima. Sus dos selecciones:
Libro boliviano: Lo mejor publicado este año en el país llegó bordeando el fin de año: Obra completa, de Blanca Wiethüchter. La obra de una de nuestras escritoras más importantes es inmensa. Si bien sus libros no fueron tan difíciles de encontrar, ahora están reunidos en una edición cuidada por Mónica Velásquez y Alba María Paz Soldán. Además de su poesía –que es fundamental, fundacional e ineludible– se reúne su obra narrativa y la primera parte de una novela que quedó inédita. Además, se presentan juntos sus libros de no ficción (no sabría cómo llamarlos: sus biografías críticas, sus críticas ficcionales…) y todo un volumen en el que se encuentran sus textos de crítica literaria y reflexión. Cuatro libros (que son uno, como toda obra) en los que se encuentra uno de los picos del pensamiento y de la escritura boliviana de las últimas décadas.
Autora extranjera: Si bien Los niños, de Carolina Sanin se publicó en 2014, este año apareció su reedición en la editorial peruana Estruendomudo. Esta reedición ha hecho posible que pueda conseguir una novela que quería leer hace mucho. Los niños es un librazo de una gran escritora. Sanin desarrolla una trama entre el horror, lo absurdo y una cotidianidad sofocante. No falta la ironía en su prosa. Los niños es una novela corta que, como los buenos ejemplos del género, se extiende a pesar de su número de páginas. Sanin es, además, una columnista genial. Una novela inquietante que genera una experiencia de lectura intensa.
Marcia Mendieta. Este año presentó su poemario La casa que nos habita. Estas son sus elecciones:
Autor boliviano: destaco el libro En el cuerpo una voz, de Maximiliano Barrientos. Pienso que uno de los grandes logros de esta novela es combinar una historia muy sólida con una atmósfera que en ciertos momentos se torna delirante. En poesía, disfruté muchísimo los poemas de Luminiscencia, de Melissa Sauma.
Autora extranjera: este año uno de los libros que me impactó más fue Eisejuaz. Me alegra que Dum Dum haya apostado por recuperar esta novela de Sara Gallardo, que, con un manejo del lenguaje maravilloso, pone al personaje central en medio de un conflicto entre su fe y el mundo que lo rodea.
Aunque la consigna fue escoger dos libros, quiero nombrar otros títulos que significaron para mí grandes hallazgos: la edición bilingüe de Hotel Insomnio, de Charles Simic, que presentó este año Zindo&Gafuri; el poemario Siega, de Felipe García Quintero, publicado por Agua Ardiente (Plural); y No soñarás flores, de Fernanda Trías, publicado por el sello Mantis, también de Plural.
Frank Arbelo, ilustrador y diseñador gráfico. Sus dos libros:
Publicación boliviana: Rigor Mortis, de Álex Ayala. Me gustó mucho como, tomando a la muerte como tema, el Álex hace un retrato de lo que es Bolivia. A medida que lo leía fui haciendo bocetos en mi cuaderno de probables ilustraciones para estas crónicas
Publicación extranjera: Los combates cotidianos, de Manu Larcenet (Edición Integral). Es muy difícil no identificarse con el protagonista en sus “combates cotidianos”, esos que ocurren sin gran estruendo ni son noticia, pero que todos libramos a diario, las relaciones de pareja, la muerte del padre, tener un hijo.
Luis Carlos Sanabria, este año publicó el libro de cuentos Deus Ex Machina. A continuación los libros que escogió:
Autora boliviana: Soundtrack, de Camila Urioste. Quizás resulte relativamente arbitrario sugerir como mejor libro de 2017 a uno que, justamente, fue publicado en el epílogo del año. Sin embargo, la calidad de la narración, la prosa a ratos poética y a ratos cinematográfica de este libro justifican plenamente mi elección.
Este libro, ganador del último Premio Nacional de Novela, nos propone una historia sencilla, intensa, contradictoria y ambigua -es decir, completamente humana-; y un artificio formal para recorrerla. Se trata de una especie de diccionario que atraviesa el lenguaje particular de Alicia, personaje principal. Un lenguaje que define su vida, sus relaciones, su neurosis y sus obsesiones. Vivimos la vida de Alicia a través del mundo que ha construido con palabras y términos. La lectura no es lineal, es como tener los retazos de esta hermosa historia fragmentados y acomodados no con un orden cronológico, sino alfabético.
El lenguaje es sencillo, sin dejar de ser poético, y permite al lector habitar la piel de Alicia a lo largo de una historia de más de tres décadas, y que se anuncia como “el principio del fin” de un fin particular. Quizás el fin de ese lenguaje.
Autora extranjera: No soñarás flores, de Fernanda Trías. No es chanchullo, pues aunque técnicamente la editorial que publicó el libro (Mantis), es boliviana, la autora es extranjera.
La uruguaya Fernanda Trías reafirma con este compendio de cuentos por qué es considerada una de las narradoras latinoamericanas más interesantes de los últimos años.
Los cuentos que componen este texto son narrados desde la subjetividad de sus personajes principales: siempre primera persona, siempre mujeres. Hay una constante crisis y búsqueda de sentidos particulares y relaciones con el mundo que las rodea, siempre atravesadas por su feminidad. La prosa es limpia y contundente, y las historias envolventes.
Un plus es la hermosa edición tapa dura de Mantis, con hojas de un papel hermoso, y, de yapa, a un precio muy accesible.
Carol Gainsborg, docente e investigadora. Sus dos libros fueron:
Libro nacional: la publicación nacional que más disfruté este año fue Rigor Mortis, de Álex Ayala; la crónica de Álex es limpia, pulida al cansancio, relatos con mucha carne en la descripción austera pero a la vez escudriñada de los detalles. Muestra, desde experiencias reales de vida, la preparación continua para la muerte en el ejercicio inconsciente de convivir con ella.
Libro extranjero: La uruguaya, de Pedro Mairal, es una novela que sentí pese a la temática densa, refrescante y seductora. Narrada en primera persona, desarrolla en el transcurso de un día la crisis de los 40 de Lucas en conversación imaginaria con su esposa, Catalina, en medio de un intento de affaire con desenlace inesperado. La intensidad de la narración se equilibra con un tono tragicómico que permite digerir, sin que deje de calar la confrontación con las expectativas frustradas.
Cristina Zabalaga. Este año publicó la novela Cuando Nanjing suspira. Sus selecciones:
Libro boliviano: Los afectos, de Rodrigo Hasbún. Cuando alguien llega a visitarme de Bolivia lo único que encargo son libros, muchos libros, y este me llegó así. Muy bueno el ángulo que Hasbún eligió para ficcionalizar hechos reales, la historia de una familia a lo largo de décadas contada desde más de un punto de vista. Cómo no seguir leyendo, cuando lees frases gloriosas como esta: “No es cierto que la memoria sea un lugar seguro. Ahí también las cosas se desfiguran y se pierden. Ahí también terminamos alejándonos de la gente que más amamos”.
Libro extranjero: Distancia de rescate, de Samanta Schweblin. Confieso que empecé a leerlo dos veces, la primera me dio mucho miedo y a la segunda no paré hasta llegar al final. Después la releí varias veces. Una nouvelle, cuento largo, que no llega ni a las cien páginas. Se podría definir como terror psicológico, esta historia ambientada en un entorno aparentemente inofensivo, el campo argentino, donde pasan muchas cosas terribles, donde los padres no llegan a tiempo para salvar a sus hijos, ¿qué puede ser más terrible que eso? Cuando leí esto: “Distancia de rescate, así llamo a esa distancia variable que me separaba de mi hija y me paso la mitada del día calculándola, aunque siempre arriesgo más de lo que debería”, se me heló la sangre. Es brutal.
Christian Vera, autor de la novela Click. Sus dos títulos favoritos de este año:
Libro boliviano: Hace pocos días me compré Soundtrack, novela con la que debuta Camila Urioste, y me encontré con una ficción poderosa construida con fragmentos, que cuenta con entradas diversas, bajo la forma de un diccionario. Un diccionario que cubre, a modo de un diario, la educación sentimental de una chica de clase media paceña. La novela está compuesta de cuidadosos textos breves que exploran la memoria, la familia, la infancia de los años 80, la adolescencia en los 90 y el florecimiento en el 2000 en los barrios paceños típicamente “clasemedieros”, como son Calacoto, Los Pinos, Sopocachi, musicalizados a través de una banda sonora donde resuenan los ecos melancólicos de una clase social construida sobre el vacío.
Libro extranjero: Buena alumna, de Paula Porroni (Editorial Minúscula). Buena alumna es una valiosa novela con la que debuta Paula Porroni. Tiene algo de un diario íntimo, en el que inventa una voz muy potente para contar la historia de una hija única de una familia porteña acomodada de clase media alta. El personaje femenino de esta novela hace muchos años estudió arte en Inglaterra, vuelve a Buenos Aires, despilfarra diez años y regresa ansiosa al pueblo inglés donde realizó sus primeros estudios. Lo interesante de esta novela es la narración del desplome de la niña rica que ve cómo se evaporan sus privilegios y sus ínfulas de “argenta cool” en un primer mundo académico que ningunea por igual a todos los que hablan, piensan y se mueven con acento.
Rosario Barahona, premio nacional de novela 2012 con En el fondo tu ausencia
Libro boliviano: Voces áulicas, del intelectual potosino Armando Alba. El libro, que según las referencias en internet es considerado únicamente como una obra poética, vio la luz de la publicación en Potosí, 1918, en la imprenta de un señor llamado Ángel Santelices, cuando nuestro precoz autor contaba con tan solo 17 años de edad.
El libro se divide en 3 partes, una sección de cuentos- yo diría casi, casi microcuentos, titulada La escalinata; la segunda parte, bautizada con el nombre de María Luisa, su amada, sin duda, nos regala, amén de otros un par de textos encantados, deliciosos, mis favoritos. Por último, la tercera parte, llamada Del Hambre, así, a secas, contiene, acaso el más conocido de sus cuentos. Se trata de Temple de montaña, un relato sobrecogedor sobre la cruda realidad de la vida rural boliviana en un contexto pre revolución nacional, la cotidianidad del peón y la hacienda, de amos y sirvientes.
Libro importante no solo por su contenido sino porque se constituye en el trabajo inaugural del importante movimiento intelectual de principio de siglo XX denominado Gesta Bárbara, donde descollaron figuras como Carlos Medinaceli y Gamaliel Churata, quien, precisamente, escribe el nutrido e interesante prólogo de este libro bajo el seudónimo de Juan Cajal.
Libro extranjero: Berta Isla, la última novela de Javier Marías, o más bien deberíamos decir, la astuta urdimbre en la que éste nos enreda y desenreda a lo largo y ancho de 544 páginas de elegante lenguaje, de escritura portentosa y giros completamente inesperados.
A fines de los setenta, Tomás Nevinson, un espía encubierto desaparece de pronto, en plena misión, no se sabe si vivo o muerto. Desde entonces, su esposa, Berta Isla, lo espera y no lo espera, atrapada en la misma urdimbre que Marías tejió para ella y para sus lectores, pues ni ella, ni nosotros, sabremos sino hasta el final la verdad.
Antonio Vera, director de la editorial Perra Gráfica. Aquí sus selecciones:
Libro boliviano: En el cuerpo una voz, de Maximiliano Barrientos. Esta novela no solo nos confronta con la posibilidad de un futuro brutal, sino con la idea, mucho más perturbadora, de que esa violenta pesadilla es una pulsión íntima y orgánica. Como premisa, En el cuerpo una voz lleva al extremo una fantasía autodestructiva: ya no existe Bolivia sino dos naciones, la camba y la colla, cuya separación ha consistido en un devastador y prolongado ritual autofágico. Pero a Barrientos no le interesa elaborar las posibilidades anécdoticas o coyunturales de ese escenario futuro, sino explorar cómo esa destrucción habita en los personajes y habla a través de sus voces. De ahí que la riqueza de esta novela radique sobre todo en su escritura.
Libro extranjero: Aquí hay icebergs, de Katya Adaui. La narradora peruana ha escrito un libro que se resiste a las clasificaciones y cuya potencia se basa en una escritura que se despliega osadamente, sobrepasando los límites del género (del cuento en este caso). El resultado de esta apuesta es un conjunto de relatos cuyo hilo conductor no solo es la temática (la profunda y a veces violenta extrañeza de las relaciones familiares), sino una escritura que nos conduce hacia los extramuros del lenguaje, ahí donde el mero significado da paso al asombro del sentido.
Fuente: El Deber