No hay que tener una idea dogmática de este oficio
Por: Ramón Rocha Monroy
Gracias muy amable. Ésta es una ocasión muy oportuna para saludar a Mauricio Murillo quien ha escrito una tesis muy linda sobre Potosí 1600 tanto por su concepción conceptual y metodológica pero también por el título, se llama La Villa es sueño, un saludo muy cordial para él.
Éste tema me hace pensar que los diez premiados por Alfaguara son escritores que podríamos decir que son todos los que están pero no son todos los que son. De alguna manera u otra la literatura boliviana no se agota en esta mesa, pero yo creo que no hay que tener una idea dogmática de éste oficio. Somos trabajadores como cualquier carpintero, plomero, ingeniero, abogado o lo que fuere; nada más que tenemos muy bajos salarios. En treinta y tres años de ejercicio literario he debido ganar en cifras redondas veinte mil dólares; y dividido entre treinta y tres hacen un salario muy bajo, muy bajo realmente, por eso los premios son una oportunidad muy interesante. Actualmente hay cinco premios en el país y no hay que tener miedo de intervenir porque son una forma de ganar un salario decente dentro de un oficio que laboralmente es venido a menos, ¿no?
Quiero recordar que en 1998 cuando creamos éste premio desde el Viceministerio de Cultura se dio una circunstancia muy interesante porque llegó el Presidente Aznar con otros representantes españoles y entre ellos los representantes del Banco Bilbao Viscaya que estaban con ganas de extenderse por Bolivia, de modo que les planteamos dos proyectos elaborados desde el Viceministerio. Uno era más interesante que el premio consistía pagar durante seis meses quinientos dólares mensuales a aquellos novelistas que tuvieran proyectos en marcha, digamos por avance de obra; de modo que podíamos tener dos novelas racionalmente bien hecha en un año; pero como era muy espectacular el asunto prefirieron el premio que era de cinco mil dólares. Cinco mil dólares ganó el primer premiado, mi amigo Gonzalo Lema y en el festejo al calor de los vinos subimos el premio a diez mil dólares, el representante de la AFP y nuestro inolvidable amigo gerente general de Alfaguara – Santillana, me dijo ¿y de dónde vamos a sacar ese dinero? Yo dije no sé, y le dije en broma, quizás de mi aguinaldo. Pero hablaron entre ellos y se hicieron cargo de eso más. De modo que se dobló a diez mil dólares y Gonzalo tenía todo el derecho de reclamar que sólo le habíamos pagado cinco mil, lo que me extraño después y esto es una crítica amigable, es que habiendo creado el premio de poesía que es un premio importante el Yolanda Bedregal, hayan cortado el premio de diez mil para dar dos mil al premio de poesía; no porque dos mil sean mucho para el premio de poesía, debería ser más.
Pero en todo caso, todos los jóvenes deberían seguir el ejemplo de Wilmer Urrelo o de Sebastián Antezana que para mí es una grandísima sorpresa porque es amigo de dos grandes amigos. Muchas gracias.
Puede continuar leyendo los ensayos de Edmundo Paz Soldán, Luisa Siles, Sebastián Antezana y Wilmer Urrelo en la siguiente página.
Fuente: Ecdótica