Neverland
Por: Christian J. Kanahuaty
Eran las tres de la tarde y la puerta se abrió. Entró vestido de negro. Cuando lo vio Lennon sonrió y lo llamó para que se siente a su lado; al otro extremo en la barra un Brando de 20 años pedía un escoses, mientras Bogard le decía que no eran horas para empezar con eso, él estaba vestido con ese esmoquin negro que le quedaba tan bien y no recibió ninguna respuesta de Brando. Pero vio con el rabillo del ojo derecho como James Dean intentaba besar a Marylin, ella sólo reía un poco nerviosa, pero nadie le prestó importancia. Buster Keaton en la mesa del centro reía como loco al ver como Chaplin y Bissot discutían sobre la mejor forma de demostrar una sonrisa. Él y Lennon reían al ver como un enajenado Ray Charles tocaba el piano mientras Freddy Mercury improvisaba una canción. Una frase seguida rápidamente por un sol sostenido y alto, todos aplaudieron. Al costado izquierdo, Morrison le decía a Kurt, tranquilo amigo, tomátelo con calma que la vida es corta. Pero éste le respondía que como iba a estar tranquilo si Janis no había venido hasta ahora y no contestaba el teléfono, él sabía que ella no era de fiar, Morrison no dijo nada, sólo miró como el humo de su cigarrillo armaba dragones, leones y lagartos en el aire. Capote sólo escuchaba. Él se levantó y bailó un poco en el entarimado de mármol, su cuerpo parecía ser elástico. Los que lo vieron se quedaron una vez más con la boca abierta, otros no querían verlo, nunca les había caído del todo bien. Cuando terminó de bailar caminó hacia el baño y se encontró en la puerta con Quince Jones que acaba de salir, se abrazaron, cómo has crecido le dijo éste y él sólo le dio las gracias, Bolaño que pasaba por ese lado en ese momento dice que en ese momento vio como él soltaba una lágrima que portaba por todo el dolor y toda la gratitud del mundo en su interior.
Fuente: Ecdótica