Mónica Ojeda: “No concibo la prosa sin su carácter poético”
Nefando, el título de la novela de Mónica Ojeda, se refiere a un videojuego que apareció por un tiempo en la Deep Web hasta que fue eliminado. Los tres hermanos Terán fueron los creadores de este videojuego, en el que reflejaban los abusos sexuales del que fueron víctimas, con su padre como victimario.
Los Terán fueron ayudados en la concepción de Nefando por amigos con los que compartieron un piso en Barcelona. La novela es una serie de entrevistas a estos amigos, cada uno de ellos tendrá una diferente perspectiva de lo sucedido en esa convivencia, de sus relaciones con los Terán.
Esta novela, la segunda de la escritora ecuatoriana, llega a Bolivia gracias a una coedición de Dum Dum Editora de Bolivia, y la editorial Candaya, de España, y será presentada en la próxima Feria del Libro de Santa Cruz, que se inicia el 29 de mayo.
– Se habla mucho de la influencia de Bolaño en tu novela, sobre todo en la estructura de la misma, que recuerda a Los detectives salvajes ¿Desde un comienzo pensaste la novela para escribirla de esta manera? ¿Te molesta la comparación con la obra de Bolaño?
No me molesta la comparación. En realidad, creo que el contenido de la novela, que es lo más importante, no tiene nada que ver con la literatura de Bolaño. La estructura, sí, recuerda a su literatura, pero también a muchas otras que juegan con el formato de entrevistas y que intercalan otro tipo de textos dentro del texto. No pensé en específicamente Bolaño cuando fui estructurando la novela del modo en que lo hice, sino en toda una tradición en donde se hace lo mismo.
– ¿Qué tan importante era para vos hablar de los casos de pederastia que se cuentan en Nefando sin que hablaran las víctimas, que en este caso son los hermanos Terán? Porque salvo dos pequeñas apariciones de Irene y Emilio, no conocemos la versión de ellos.
Creo que hay experiencias físicas y mentales que son muy difíciles de verbalizar. De hecho, ese es otro de los temas de la novela: la imposibilidad de hacer discurso sobre lo que existe por fuera del lenguaje. No me interesaba construir una versión de lo que les ocurrió a los hermanos, sino un paisaje de lo que queda cuando algo como eso le sucede a alguien. Me parece que en los pocos momentos en donde hablan los hermanos se atisba ese paisaje.
– Otro aspecto que reluce es el de no mostrarlos a los Terán como personas que llevan un sufrimiento a cuestas de los que le pasó, o al menos como siempre uno piensa a las víctimas de estos abusos ¿Era necesario para vos retratarlos así?
Nada es necesario para mí en la escritura, sino preciso. Era preciso que ellos, siendo los personajes que son, llevaran esa llaga de la forma en que la llevan. Tienen una actitud cínica respecto a su propio daño que escandaliza a aquellos que los rodean, pero eso no implica que el daño no exista. Una de las hermanas tiene problemas siquiátricos, por ejemplo.
– A propósito del Internet como protagonista de Nefando. Si David Lynch en Videodromo decía que “la pantalla de TV es la retina del ojo de la mente”, ¿qué creerías que viene a ser la pantalla de una computadora en estos tiempos?
Un espejo.
– Apostaste por una novela con un tono bastante lírico por momentos, ¿esto viene de tu trabajo con la poesía? ¿Te interesaba que una novela tan oscura fuera narrada de esta manera?
La poesía es mi lenguaje. No concibo la prosa sin su carácter poético. Además, la narrativa que más disfruto es aquella que es impura y está manchada de poesía. Supongo que por eso también escribo de esa manera.
Fuente: El Deber