Mauro y los dinosaurios
Por: Pedro Shimose
La socialista Ségolène Royal, candidata perdedora en las pasadas elecciones presidenciales francesas, acaba de publicar el libro Mi más bella historia sois vosotros. En él ataca sin piedad a los viejos dirigentes del Partido Socialista Francés, llamándolos ‘paquidermos’. Quizás ha querido homologarlos a los rinocerontes, en clara alusión a Rhinocéros, obra teatral de Eugenio Ionesco, maestro del teatro del absurdo.
En Bolivia los llamaríamos ‘cuerudos’, pero la prensa prefirió llamarlos ‘dinosaurios’, con un refinamiento poco corriente en nuestro medio. Algunos recordarán que, en 1998, se desató la lucha por el poder en el seno de ADN (Acción Democrática Nacionalista), partido confeccionado a la medida del ex dictador Banzer. Los dinosaurios eran los viejos dirigentes reacios a combatir la corrupción y opuestos a la modernización de un partido identificado todavía con el pasado dictatorial de su jefe. En contraposición, los jóvenes reformistas fueron llamados ‘pitufos’, al identificarlos con aquellos duendecillos azules y diminutos dibujados por Pierre Culliford (Peyo).
El 20 de octubre pasado el economista, empresario, poeta y político Mauro Bertero Gutiérrez, dirigente ‘pitufo’ de la agonizante ADN, renunció a la política, dando por perdida la batalla regeneracionista en su partido. Su carta de renuncia (EL DEBER, 21/10/07) es sintomática. En sus párrafos más significativos dice: “Embargado del agotamiento moral de haber sido testigo directo de la traición, la deslealtad, la pugna inmisericorde por el poder y el extremo cálculo que relega el interés de la nación, anteponiendo al mismo las agendas personales y partidarias (…) No he renegado ayer, no lo hago hoy ni lo haré mañana, de las contribuciones que ADN ha realizado a la vida democrática de la nación. Como he sostenido siempre, la vida es demasiado corta para cambiar de camiseta o de color partidario”. Está dicho todo y al que le calce el guante, que se lo chante. Como mis pacientes y abnegados lectores saben, no soy hombre de partido. ADN me importa un guapomó, pero la democracia sí me importa y actitudes como la de Mauro Bertero Gutiérrez merecen ser comentadas porque en Bolivia no son moneda corriente.
La democracia no es, como la mayoría cree, una palabreja para encubrir ambiciones personales, abusos de poder, negocios oscuros, negociados gaseosos, chanchullos y repartija de pegas que han terminado por ensuciar la historia de Bolivia en estos últimos 23 años y sumirnos en el infortunio. La democracia es, más allá de la teoría, un modo de convivencia en libertad y un modo de gobernar con la ley en la mano. Ella se sostiene con actos de coraje cívico como el de este político adenista, que merece el respeto de todos, seamos o no adenistas.
Pero está visto que estos gestos no interesan a la ciudadanía, porque son silenciados y caen inmediatamente en el olvido. Por poner un ejemplo, pocos recuerdan el intento regeneracionista de don Javier Campero Paz. Mientras desempeñó el cargo de secretario general del MNR intentó democratizar su partido mediante una reforma que incluía, entre otras cosas, el retorno a las fuentes doctrinales en defensa de los intereses de la nación y la renovación de la dirigencia con líderes jóvenes, capaces y honestos. Naturalmente, los dinosaurios de su partido lo condenaron al ostracismo.
Ni los cambios climáticos ni las radiaciones cósmicas, ni el impacto de asteroides y meteoritos han logrado eliminarlos. Han experimentado mutaciones y ahora los vemos deambular por la escena nacional como si se hubieran fugado del Museo Paleontológico del Parque Cretácico de Sucre, inaugurado hace tres semanas. Parodiando a Tito Monterroso, diré: “Cuando despertamos, los dinosaurios todavía estaban aquí…”, en la inconstitucional Asamblea Constituyente de Oruro, en el Gobierno que no gobierna y en la oposición muda, ciega y paralítica. // Madrid, 21/12/2007.
Fuente: www.eldeber.com.bo
12/21/2007 por Marcelo Paz Soldan