Por Adhemar Manjón
La escritora argentina Marina Closs se suma al catálogo de la editorial Dum Dum con su novela Tres truenos, que se presentará oficialmente en la próxima Feria del Libro de Santa Cruz (a realizarse del 1 al 12 de junio).
Tres truenos se compone de tres relatos narrados por tres mujeres distintas, de diferentes épocas y culturas. El primero de ellos se titula Cuñataí o de la virginidad, el segundo texto es Demut o de la paciencia. Finalmente, el último relato se titula Adriana o del amor verdadero.
Closs recientemente fue finalista del premio Ribera del Duero con su libro Pombero.
_¿Cómo fue la construcción (o reconstrucción) del lenguaje para las dos primeras historias de Tres truenos?
Fue una construcción, más que una reconstrucción. Me gusta mucho trabajar con formas espúreas, marginales o anticuadas de una lengua. Por el extrañamiento que producen y por las posibilidades de volver a decir, o de decir por primera vez, en realidad. ¿De decirlo todo por primera vez? Algo así. Pero creo que no soy completamente fiel a nada, no aspiro a reconstruir. Me alegra (y me alcanza con) construir. Por eso soy una simple escritora de ficción.
_Una de las líneas que identifica los tres relatos es el tema de la sexualidad de las protagonistas, además, cada una de ellas desde perspectivas y escenarios distintos ¿En qué momento surge la búsqueda de ese tema?
Yo no me lo planteo como tema. Si tuviera que hablar de eso como “tema”, creo que me rendiría antes de empezar. Quiero decir: tomar algo que para mí tiene más de experiencia (de experimentación) que de discurso. Prefiero no plantearme las experiencias que me atraviesan como discursos, porque es como cosificarlas. Como sacármelas de encima. Creo que hay algo mucho más productivo, para un escritor al menos, en abandonar el “tema” (la representación social o exterior de una experiencia) y entregarse a la experimentación. Que va directo a la experiencia. Y suele ser temible, pero mucho más reveladora.
_Fue un poco inevitable pensar en Eisejuaz de Sara Gallardo cuando se lee Cuñataí o de la virginidad ¿Influyó en algo en la escritura de tu libro la obra de Gallardo? ¿Qué otros autores podrías mencionar como influencia en Tres truenos?
Fue totalmente necesario leer Eisejuaz para escribir Cuñataí. Es que a veces uno no ve algo hasta que te lo muestran de alguna manera. Yo me quedé hipnotizada. Es como ver una cara de la realidad que siempre estuvo ahí, pero nublada. Creo que en parte eso es lo que hacen los libros: te dan una imagen, no La imagen, sino solo una imagen, de algo que todavía (en tu conciencia) es casi totalmente informe. Pero está. Y a partir de esa primera imagen o forma, uno también va tratando de ver y dar forma a esas experiencias propias un poco oscuras y nubosas. Una forma propia. Para mí fue fundamental esa serie de libros, o no solo de libros, de poesías, de canciones que me ayudaron a mirar en donde no había más nada que experiencia. La música folklórica argentina también me ayudó muchísimo a construir los mundos de Cuñataí y Demut. Es un experimento bastante platónico: el de estar recordando y al mismo tiempo inventado. Creando y, al mismo tiempo, reconociendo.
_En algunos de tus libros se repite la estructura de tres relatos narrados desde tres distintos monólogos ¿Qué te permite esto al momento de contar las historias?
Fue otro experimento. Yo quería armar discursos simultáneos que no fuesen totalmente narrativos ni consecutivos. Que fuesen simultáneos de distintas maneras (en Tres truenos, la simultaneidad es la más rota y radical: es solo conceptual). En mis otros dos trípticos (Monchi Mesa y Tascá Skromeda), hay otras formas de simultaneidad, más cercanas. Los personajes se cruzan al menos por un segundo. Pero, al cruzarse nunca llegan a encontrarse. Yo pienso que el cruce es como una mecha que enciende cada relato, una posibilidad que tienen los personajes (¡y que casi siempre pierden!): de encontrarse. A medida que se van alejando de ese momento del cruce, las voces desaparecen. No sé si me explico, es como un resplandor que llega hasta un punto y se pierde. Y el resplandor empieza en el momento del cruce (que en el caso de Tres truenos es un cruce conceptual). La simultaneidad busca justamente eso: una especie de coincidencia fugaz y, sin embargo, luminosa.
_¿Qué es lo importante para vos al momento de darle una voz, una personalidad a tus personajes?
Lo importante es que encuentren un ritmo, una música en la que explicarse. Si no encuentran un ritmo (que puede estar dado por la oralidad o por cualquier otra música), enseguida dejo de escribir. Nunca sé cuál es la historia que voy a contar, hasta que encuentro el ritmo, la voz que cuenta y que piensa. Esa voz actúa en mi como una orden. Hasta a veces es difícil pensar que soy yo la que escribe. Me reconozco más en la persona que después corrige que en la que escribe. Es muy extraño.
_Tres truenos fue publicado por primera vez en 2019 ¿Qué es lo que más te ha sorprendido del camino que ha tomado desde entonces con las diferentes ediciones y publicaciones?
Me sorprendió desde el principio el hecho básico de que el libro se entendiera. Yo creía que era un libro demasiado abierto, demasiado inexplicable. Sigo pensando un poco eso, creo que la gente que tiene algo para decir de Tres truenos quizá se engaña. Yo sigo un poco sin saber qué decir. Sobre todo, del resultado. Del proceso es más fácil, porque uno puede hablar de su intención, de sus ideales y frustraciones. ¿Pero del resultado? Yo creo que sigue siendo un libro extraño. Últimamente pienso mucho en eso: en que la ficción pone en suspenso cualquier afirmación, cualquier explicación. Por eso está más cerca de la experiencia que cualquier otro discurso. Porque no dice “esto es así” sino, a lo sumo, “esto es esto”. Y así se vuelve irreductible. La ficción me interesa por eso.
Fuente: El Deber