Magia
Por: Paola Senseve Tejada
Como emana la tinta de mi pluma
con cierto desdén,
este tren ignora donde me lleva
lejos, cada vez más lejos
donde la luna no mengua ni trasluce
Alejandra de la Hoya
No había ni un alma más ese día en el tren. Usualmente y con la precisión de la metodología alemana, son dos horas de viaje desde Münster hasta Köln.
Ella se sentó y una vez sacó su blog de páginas rosadas del bolso, comenzó a escribir. Sueños, fracasos, ilusiones, decepciones, alegrías, penas, deseos, colores, lluvias, infidelidades, dolores, besos y más.
Los minutos pasaban pusilánimes, unos lentos como tortugas en la arena y otros volando como mariposas de colores. Imposible calcularlo cuando con un lápiz en la mano izquierda ella se sentía todopoderosa, creadora de otros mundos y realidades, de otros sueños y fatalidades también. Sentía que cuando su pluma apuntaba al papel, podía hacer todo de nuevo, vivir otra vez, hacer lo que no hizo, dejar de hacer lo que la arrepintió. Era libre, sin ambigüedades o subjetivismo, era libre más que nunca cuando escribía.
Un sonido agudo la sacó del éxtasis y le avisó que tenía que prepararse para bajar. Cuando se paró, le llamó la atención un papel brillante tamaño postal que seguramente habían olvidado en el asiento contiguo…
Hoy, cuenta la historia y como queriendo eliminar todo vestigio de duda de nuestras mentes nos muestra la foto en blanco y negro que encontró ese día. Era ella, con los pies apoyados en el asiento del frente, sobre sus piernas el blog rosado en el cual su mano izquierda estaba posada, al igual que sus ojos y de fondo, se podía ver que por la ventana el paisaje de árboles pasaba en un inquietante movimiento estático.
Es así, dice ella, hay cosas que no tienen explicación y es mejor no esforzarse mucho para encontrar una, porque estaríamos robándole deliberadamente la magia a la vida.
Fuente: Vaginario. II Premio Nacional Petrobras Noveles Escritores. Cuento. 2008
