Los vagidos del gato
Por: Jorge Ayala Zelada
Los vagidos del gato (o tal vez gata) es un libro que contiene amenos cuentos escritos con intensidad y pasión. El tema común y transversal que los caracteriza es la azarosa vida de pareja con sus típicas y dolorosas rupturas, reencuentros y nostalgia. Amor, sexo y matrimonio son tópicos frecuentes que permiten el despliegue de los personajes como piezas de ajedrez en que cada una sigue una prefijada ruta: “sesgo alfil, peón ladino, torre directa.” Si, ya vienen los versos de la rica y a la vez rigurosa imaginación borgeana. Peones de paso rápido y breve, pero no necesariamente agresivo. Las narraciones cumplen un rol específico. Algunas jugadas magistrales permiten a los personajes ganar la partida. Otros permanecen contemplando el navegar de barcos hacia el infinito. Pero ¿quiénes van felices en un crucero? Las parejas de enamorados y los casados aunque sufran frecuentes crisis, malentendidos e injustificadas rupturas. En el cuento Yo soy María Iribarne más allá del pretexto temático de la novela El Túnel de Ernesto Sábato, vuelve el tópico del amor, la separación, el recuerdo de un amor intenso que dejó su impronta en el espíritu de los amantes. No hoja quebradiza, sino otoño quebradizo, que es igual a hoja quebradiza. Conquista, requiebros rupturas y nostalgia amorosa. Que oportuno el consejo de Alejandra: Déjate extrañar un poco para que te amen más.
Alguien dijo que el amor es una entrevista quizá involuntaria de miradas y Rosse Marie Caballero lo confirma aunque en un tono amplificado: ¿Sabes lo fundamental que resulta la contemplación para la pareja? En una mirada se entrega el alma y todo se torna mágico.
Venganza en Fa Mayor es un relato cuasi policial en que a los recurrentes temas del amor y el sexo se agrega el de la muerte. Se trata de la recreación de un hecho real con el agregado de algún indicio, dato o evidencia que sólo la intuición y deducción conjetural de un nuevo Holmes o Arthur Dupin podrá interpretar para esclarecer un crimen pasional.
Como muchos autores clásicos, entre ellos Camoens al iniciar Los Lusíadas, la autora invoca antes de acometer su escritura el concurso de las musas en el relato El Conde de Montenegro; pero este llamado es realizado con ironía, tono que está presente en gran parte de los relatos. Se destacan justos y sugerentes adjetivos: El reloj indiferente en su pared con parsimonia apenas sus lentas horas marcaba. En este cuento cada oración concluye con un verbo que esperó pacientemente su turno para ingresar en escena y completar la idea.
En La Gran Partida se describe mediante precisas jugadas ejecutadas en un cuadriculado cuadrilátero la liberación de rehenes tomados por Sendero Luminoso en la Embajada del Japón en Lima.
En el cuento Las Tres Marías lo espiritual se expresa en lo físico, las cualidades y atributos morales tienen una exteriorización en el cuerpo: al quitarse la chaqueta resaltaban sus fornidos brazos y sus manos grandes y abiertas, francas y seguras.
Las Tres Marías es el primer cuento optimista del libro y con un feliz final. El tema es nuevamente la experiencia amorosa, la vida en pareja: A la mañana siguiente nos ofreció el desayuno y más tarde salir a almorzar. Parecíamos una familia. Los finales felices parecen desterrados de la narrativa existencialista turbada por la incertidumbre; pero este relato rompe ese paradigma. Por ello ¡Es maravilloso! como concluye. Sin miedo ni ruptura, sino con la plenitud de la dicha de un amor perdurable y correspondido.
El relato Ángel del Pueblo está escrito en primera persona y por un personaje de sexo masculino. Aquí la madre, el padre, el abuelo ¿son personas o piezas de ajedrez? Ellos rigen nuestro destino: Ah, olvidaba a mi otra dueña, madre, ella dueña del bien y del mal, me eligió esposa, eligió mi destino y la manera de inutilizarme.
En sus tres primeros fragmentos La máscara es un cuento narrado en primera persona por un personaje masculino. Luego surge otro femenino que se dirige a su ex amante; pero ella al parecer nunca lo quiso: mi cuerpo, mi esencia de mujer, jamás fue tuyo. A mi entender existe una contradicción porque la dama afirma: sólo mi espíritu te pertenecerá. Ergo, también le corresponde su cuerpo, porque el amor de pareja es espiritual y carnal. El gran dilema entre ser y estar se presente de improviso: Soy distante. El cuento concluye siendo narrado en tercera persona: Pamela, la bella, la amada, la mujer de seda, se pasea sola. Me anticipé a Luís H. Antezana quien afirmó que la palabra esencia es una de las más horribles del idioma y debía ser desterrada o sustituida para dar mayor calidad a los trabajos literarios.
Un cuento comienza con la descripción del paisaje y crea una atmosfera o ámbito propicio para el despliegue de las acciones: Una brisa otoñal se respira desde el ventanal. Al fondo, las montañas se levantan invencibles. Los verduzcos árboles empiezan a cambiar el matiz de su follaje y ella ahí, siempre ahí. El amor y la no deseada separación, la odiosa ruptura. La plenitud de la unión en pareja es rara, es un don reservado a unos cuantos elegidos.
Una pareja recorrió varias veces un camino que por tanto se convierte para ella en algo familiar y propio: El cielo se recubría de grises, y tú, sentado junto a la orilla de nuestro camino, leías. Quien se da cuenta que alcanzó el cenit de la felicidad, no renuncia a ella. Quien está en el cenit de la dicha sin darse cuenta, lo comprenderá después; pero ya no puede recuperarla y sólo le queda una dulce nostalgia que, en tanto sea controlada, le aliviará y alegrará el transcurrir de sus días.
La narración titulada El Lobo Estepario más que a la consagrada novela de Herman Hesse nos trae a la memoria un verso de Gonzalo Vásquez Méndez: Nada duele tanto como la inmensidad de saberse solo. La soledad de las grandes urbes, la soledad en las grandes urbes, la soledad de los soñadores en las grandes urbes, quizá menor que la de los no soñadores. Pero si es suficiente ingresar en un café, encender un cigarrette y leer escondido en un viejo gabán algo, como quien no hace nada, para encontrar calor. Pero hace falta conversar. Por eso Octavio Paz dijo: Conversar es humano.
La vida gris de un funcionario público es, ya se sabe, descolorida, nada creativa, salvo los apasionados romances que se presentan a veces una vez concluida la jornada laboral. La rutina opaca y envejece. La absorción de un trabajo monótono, exigente, controlado, pero al menos remunerado, sólo podrá ser iluminada por un lector clandestino. Franz Kafka fue un oscuro funcionario que soñaba y escribía en secreto. Esa fue su callada rebeldía y protesta contra un sistema opresor. También fue la mía cuando trabaja en una profunda, alargada y fría oficina pública dedicada al control fiscal.
Los vagidos del gato (o tal vez gata) es un ameno libro de cuentos escrito con los ritos de una prosa correcta; con la habilidad de los peritos en la materia; sin embargo confieso que aún no comprendo el título, pues vagido significa grito o llanto del recién nacido y en los relatos que motivan este comentario nos encontramos ante la influencia de gatos y gatas que se encuentran en edad de aparearse y a esta circunstancia se debe gran parte de las desventuras de los personajes representados e identificados con esos felinos de vida nocturna y ojos nictálopes que maúllan sobre los tejados y hacen alarde de sus dúctiles siluetas que despliegan una flexibilidad pocas veces igualada por otras criaturas de la escala zoológica. Existen muchos gatos famosos: El gato Funes, el Gato Félix, etc. Pero gatas no conozco mucho. Quizá la Minie de las historietas, pero es una caricatura. En este libro estamos frente a una dúctil escritura a través de la cual circulan las caras y caretas de seres desconcertados por su propio juego y movimientos. Pero, ¿quién le pondrá el cascabel al gato? Pregunta de No Mentirás.
Fuente: Ecdótica