Los desafíos de la edición independiente en Bolivia
Por: Marcelo Paz Soldan
(Texto leido en “Primavera del libro” en Santiago de Chile, 2015)
Se dice que el idioma español nos une. Que no importa donde estemos ya sea en el extremo norte de México o sur de Argentina nos podremos comunicar ya que cerca de 416 millones de personas la hablan. En Estados Unidos se calcula que la hablan cerca de 40 millones de personas. Hablando solo de literatura escrita en español, hay obras que circulan con facilidad en ese espacio: Vargas Llosa, García Márquez, Bolaño, Borges, y por supuesto, Isabel Allende y Pérez Reverte. Gracias al libro impreso, podemos conocer a esos autores, y a través de ellos saber de la cultura y la literatura de sus países. Con la aparición de nuevos medios de difusión como el internet y sus soportes de lectura como el kindle, esto pareciera ser hoy aun más fácil.
Sin embargo, da la impresión de que la literatura en español se circunscribe principalmente a autores clásicos o muy populares, porque cuando se quiere leer a nuevos autores el panorama es complicado para los lectores. En la librerías bolivianas se puede encontrar la edición completa de las obras de Borges o Cortázar pero, pensando solo en autores chilenos de las nuevas generaciones, si se quiere leer a Diego Zúñiga o Alejandra Costamagna la tarea se vuelve difícil o casi imposible de acometer.
Eso sucede en muchas librerías del continente. Se lee principalmente lo que se produce localmente pero conseguir a otros autores de la región es más complicado. Hay editoriales grandes con mucho alcance, con posibilidades de difundir a sus autores, pero incluso ellas van seleccionando dónde distribuir a esos autores. Los derechos globales de distribución y publicación que muchas veces consiguen no necesariamente llevan los libros a todos los países del continente, y menos a los de mercados más reducidos. Por dar un ejemplo, los bolivianos Christian Vera y Giovanna Rivero han publicado recientemente en Caballo de Troya, una de las editoriales más emblemáticas del sello Penguin Random House, pero sus libros no son fáciles de conseguir ni siquiera en Bolivia. A eso se añade el hecho de que Alfaguara, una de las pocas editoriales grandes con verdadera presencia en Bolivia durante un par de décadas, el año pasado cerró su sede en el país después de ser adquirida por Random; varios autores nacionales que publicaban en Alfaguara-Bolivia perdieron así una de las pocas posibilidades que se les presentaba de publicar afuera.
En Bolivia los grandes problemas de la edición independiente son la piratería, los libros digitales (que puede convertirse en una ventaja), los precios, las librerías, desconocimiento de autores internacionales fuera del canon. A eso podríamos añadir la falta de lectores, una mayor integración entre los editores, y la ausencia de una verdera crítica literaria, capaz de seguir a los autores y hacer un esfuerzo por contextualizar su obra, situar qué es lo que aporta o no a la discusión.
En el caso de la piratería esta se ha vuelto en la reguladora de lo que se lee. De alguna forma se retroalimentan de los éxitos populares, y al hacerlo consagran ciertas verdades y autores establecidos, impidiendo la difusión de obras y autores que no han logrado ese reconocimiento popular. Es una verdadera paradoja, que termina consagrando a los consagrados, logrando que nuestras opciones de lectura se reduzcan a los cuatro títulos del momento. Si la saga de Milenium logra convertirse en récord de ventas entonces se podrá conseguir su edición pirata. La única lógica que rige este mercado es que sobre todo vende la obra y no su calidad literaria. El precio de la edición pirata, que es casi un 70{1daedd86537fb5bc01a5fe884271206752b0e0bdf171817e8dc59a40b1d3ea59} más baja que la original, lo hacen muy atractivo para el lector. Esto ha mal acostumbrado a los lectores bolivianos que quieren pagar muy poco por lo que leen sin importarles la calidad. A esto, como efecto, se le suma el hecho de que las editoriales no quieren invertir en un país que paga poco, lee poco y esta acostumbrado a ediciones piratas. Entonces no llega mucho de las nuevas propuestas narrativas. A esta confusión se le han sumado los libros digitales que son muy populares entre la juventud. Aquellos a los que les gusta la lectura buscan inicialmente la edición pirata especialmente de libros en inglés.
Los pocos libros legales que llegan al mercado boliviano, por ende, son caros y se convierten en un lujo permitido a un grupo pequeño de lectores. Hay librerías en La Paz y Santa Cruz que uno visita solo en tiempos del cumpleaños de un amigo o de las fiestas navideñas: el libro es un objeto de regalo, porque se sabe que su precio no es accesible a todos. El gusto lector no tiene nada que ver con la condición económica; hay grandes lectores que no pueden acceder a los libros importados.
En medio de ese panorama negativo, hay editoriales que están haciendo un muy buen trabajo y que están ayudando a la difusión de la obra de autores nacionales en el exterior, y que también han empezado a publicar a autores extranjeros, permitiendo que el mercado nacional conozca a algunos de los más destacados autores de la nueva generación. Se destaca la paceña El cuervo que ha publicado a los argentinos Fabián Casas y Patricio Pron, al uruguayo Ramiro Sanchiz, y ahora anuncia al chileno Álvaro Bisama; El Cuervo también distribuye en Argentina, gracias a Eterna Cadencia, con lo cual algunos de los autores nacionales de su catálogo, entre ellos Maximiliano Barrientos y Liliana Colanzi, tienen una buena presencia en Buenos Aires. Otra editorial que apuesta por autores extranjeros en Bolivia es Perra Gráfica taller, que ha publicado al mexicano Mario Bellatin y al peruano Carlos Yushimito. Editorial Nuevo Milenio tiene en su catálogo al chileno Bartolomé Leal y a los peruanos Diego Trelles Paz y Sergio Galarza. A pesar de la muy buena calidad de los autores extranjeros que publican en Bolivia, ninguno de ellos ha logrado récord en ventas. Una forma de promover su producción ha sido trayéndolos a las ferias del libro que se realizan para presentar sus libros y difundirlos, pero el público por lo pronto prefiere apostar por los nombres más conocidos, los Saramagos y George Martins que predominan en el mercado pirata.
Uno de los aspectos más interesantes a destacar del panorama de la literatura nacional es que en los últimos quince años varios autores nacionales han publicado en el exterior e incluso han consolidado sus nombres como referencias literarias del país. Esto, que en otros países es algo normal, en Bolivia es una novedad: sin bien siempre hubo muy buenas excepciones –Alcides Arguedas publicaba en España, en los cincuenta Óscar Cerruto publicaba en la prestigiosa editorial argentina Losada, en los setenta hay que mencionar a Ernesto Taboada Terán–, solo en los últimos años se ha normalizado la publicación de la literatura boliviana en el exterior: hay que pensar en Edmundo Paz Soldán con Ediciones Diego Portales (Chile), Alfaguara (España) o Estruendomudo (Perú), Rodrigo Hasbun en Random House (España) y Santuario (Perú), Maximiliano Barrientos en Periférica (España) y Eterna Cadencia (Argentina), Liliana Colanzi en Tropo (España) y Montacerdos (Chile), Giovanna Rivero en Caballo de Troya (España) y Sudaquia (Estados Unidos). En ese panorama, un fenómeno notable han sido las coediciones con otros países: Los afectos, de Hasbún, ha sido publicado en Bolivia por El cuervo en coedición con Random House, y Billie Ruth y Norte, de Paz Soldán, han sido publicadas por Nuevo Milenio en coediciones con Páginas de Espuma y Random House. Eso permite que el libro circule y pueda llegar al lector a precio accesible: por dar un ejemplo, la edición extranjera de Norte costaba en Bolivia alrededor de 25$us, pero la coedición boliviana solo 13$us. Esta es una tendencia que sin duda se acrecentará en los próximos años: las editoriales independientes bolivianas quizás no tengan la fuerza económica o la infraestructura para llegar por sí solas a mercados extranjeros o para conseguir autores importantes en exclusiva, pero sí pueden aunar esfuerzos con otras editoriales en el continente y en España para facilitar el viaje editorial de ida y vuelta, de autores bolivianos al exterior y de latinoamericanos y españoles al mercado boliviano. Los desafíos son muchos pero varias estas editoriales ya están a punto de cumplir veinte años de existencia, lo cual demuestra que han encontrado formas no solo de sobrevivir sino de consolidarse y crecer en un mercado difícil. La presencia de las editoriales bolivianas en esta feria tan importante en Chile sin duda ayudará a establecer pactos que beneficien a autores bolivianos y chilenos y permitan estrechar lazos afectivos y comerciales entre editoriales bolivianas y chilenos. En tiempos en que a veces el discurso político se pone patriotero y estridente, nosotros apostamos por el diálogo, por la creatividad a la hora de enfrentarse a los desafíos del presente, y por la solidaridad, por el sentirnos parte de un empeño común como bandera para lograr un mayor conocimiento en la producción literaria de nuestros países.
Fuente: Ecdótica