Por Renatta Noda Alem
El ser humano suele no prestarle atención a la naturaleza que lo rodea, sobre todo, evita entenderla y la menosprecia como si la mereciera. En esa idea de ser superiores, olvida que forma parte de un ecosistema que se basa en la coexistencia. Es común que le tenga miedo a aquello que no conoce, evitando empatizar con lo que no entiende, lo que lo lleva a cometer grandes injusticias.
Podríamos decir que es normal que ni siquiera se toma el tiempo de hacerlo, pero hay momentos en la vida en los que le llega esa conciencia de lo que le podría faltar; lo que a veces viene de la mano de una experiencia de un amigo o, en este caso, acompañado de las letras de Rocío que le dan voz al medio en el que habitamos.
Contemplación es un abrazo al alma para aquellos a quienes nos gusta la naturaleza, y un abrir de ojos para los que nunca pensaron que en el ecosistema en el que habitamos también existen seres que sienten, viven y respiran.
Cada apartado del libro es una nueva forma de mirar y entender las cosas cotidianas que damos por hecho o asumimos que siempre estarán ahí, por ejemplo, el canto de los pájaros. Estoy segura que todos escuchamos en las mañanas una sinfonía de tonos y melodías que provienen de la cima de los árboles y mueren en el eco del silencio. Sabemos que están ahí y nos hemos acostumbrado tanto a esos sonidos que no les prestamos atención y llegamos a no oírlos por tanto ruido de la permanente construcción de esa urbe de cemento en la que se está convirtiendo Cochabamba, como tanto lo menciona –acertadamente– Rocío; ruido de autos, música, especialmente los fines de semana en los que la ciudad se transforma en un gran bar.
Si tuvieron la oportunidad de ir al campo y prestarle atención a un intercambio de trinares entre dos pajaritos verán que no sólo es lindo escucharlos, sino tratar de adivinar qué están intercambiando. En diferentes fragmentos del libro entenderemos que todas esas melodías tienen un significado y algo en común, en las que se puede interpretar de una forma casi gráfica el significado de la libertad, esa que por más racional y “superior” que se crea el ser humano, nunca tendrá.
Confieso que soy aracnofóbica, quizás porque nunca me di el tiempo de entender a esos arácnidos que te miran con sus ocho ojos –aunque sabemos que existen algunas con seis, cuatro y hasta dos– y probablemente comprenden su entorno como nosotros no lo hacemos. Realmente nunca pensé llegar a empatizar con una de ellas, pero Rocío logró que una viuda negra capte mi atención y, sobre todo, mi preocupación. Nunca había escuchado del guajojó (Nictibio urutaú) –salvo en la voz de doña Gladys Moreno que oía que mi mamá cantaba: El guajojó en pena como yo / Lleva mi voz de guapomó en guapomó / El guajojó caminante en pena como yo / Lleva mi voz de guapomó en guapomó–, tuve la oportunidad de investigar sobre este pajarito y entendí que tenemos más en común con ellos de lo que podemos imaginar, pero, sobre todo, mucho que aprender de ese ser al que no llego a comprender del todo, incluso a temerle, ya que es lógico sentir miedo por lo desconocido, pero he comenzado a conocerlo, que es algo que te enseña, probablemente sin pretenderlo, algún apartado de este libro que lo menciona.
Creo que el arte de escribir es el camino más excelso para expresar esos sentimientos que provienen de alguien que comprende todo aquello que la rutina no permite ver. A veces es difícil entender las cosas más allá del cómo las conocemos, pero Contemplación te muestra lo más humano del reino animal o, al menos, aquello que se considera como tal, y con eso me refiero a las emociones que pensamos solo nosotros podemos sentir. La realidad es incierta, porque cada ser vivo que habita este mundo tiene la capacidad de percibir y dar más amor de lo que podemos pensar.
Este libro llegó para enseñarme y regalarme un amigo felino, durante el corto tiempo que estuvo conmigo entendí más de la vida y de las emociones que en mis cortos veintiún años, días después de que él dejara este mundo leí el libro de Rocío y, quizás, fue mandado del cielo o una coincidencia del universo, pero entendí que los animales tienen más amor para darnos del que merecemos.
Darse una oportunidad de salir de la lectura cotidiana para entrar a una reflexión humana es uno de los caminos de ida que no tiene retorno y empezar leyendo este libro será una de las mejores decisiones que tomen.
Fuente: Editorial Nuevo Milenio