Por Emilio Martinez
Hablamos en una habitación oscura. Vuelan pájaros hacia el nublado espejo y nunca regresan. El espejo se desgasta.
W.H. Auden
Capítulo poco transitado en la historia de la literatura regional es el de dos autores ítalo-cruceños, Filippo Lippi y Enrico Trápano-Corgi. El primero, residente en Santa Cruz de la Sierra y Vallegrande por más de tres décadas, obsesionado con los espejos, nacido en 1895 y apuñalado mortalmente en el Carnaval de 1940, no sin antes haberse ido con los “enganchados” al Beni. Lejano descendiente de un pintor homónimo del Quattrocento.
El segundo fue su corresponsal en Bérgamo durante muchos años y tras la muerte de Lippi decidió viajar a tierras cruceñas, en busca de los escritos inéditos de su amigo. Trápano-Corgi fue un futurista de la primera hora, pero sólo acompañó a Marinetti en su adhesión mussoliniana hasta 1925, distanciándose luego para definirse güelfo y reclamar la soberanía pontificia sobre Italia. Vivió hasta una edad avanzada (1890-1989) y fue autor de un Manifiesto Jíbaro, donde proponía reducir las epopeyas homéricas a simples aforismos. También tradujo algunas páginas de Alcides Arguedas al italiano, con inflexiones del lombardo oriental.
De Lippi, sabemos que cultivó un estilo neoclásico que dejaba entrever sus preferencias esotéricas y neopaganas. Recibió revistas de la vanguardia portuguesa como Orpheu (1915), lo que tal vez explicaría cierta línea de cierto verso en su obra.
En su copiosa correspondencia, Trápano-Corgi lo llamó “el Mago del Sur” y en una frase anotó: “A veces creo que usted es esa mano que se alarga, buscándome, desde el espejo”.
La poesía de Lippi fue reunida por su amigo en un volumen, Manuscrito encontrado en Vallegrande, del cual sólo han sobrevivido dos copias (una en poder de quien suscribe esta nota). Años atrás, desde una tribuna donde vivaba al Strongest, Franchesco Díaz Mariscal me propuso guionizar para el cine la historia de los dos poetas, proyecto nunca realizado.
El crítico estadounidense Alvar N. Cowhead opinó, lacónica y laudatoriamente, sobre Lippi y Trápano-Corgi, señalando que “no condescendieron al panfletismo social ni al folclore”.
Fuente: estotambiensucede.com/