Leer para sentir. Discurso Premio Nacional de Novela 2019
Por: Gabriel Mamani Magne
(Texto leído al momento de recibir oficialmente el galardón del Premio Nacional de Novela 2019, evento realizado en el Centro Cultural Museo San Francisco, La Paz. 13 de diciembre de 2019)
Luego de la II Guerra Mundial, En Europa, muchos se preguntaban si después de tanto horror la poesía seguía siendo posible. Si la belleza, si la ternura en las palabras podían ser una opción en un mundo que acababa de darse cuenta de toda la miseria que era capaz de demostrar.
Algo así me pregunté durante estos días, mientras procesaba la noticia de este premio y los sucesos que vistieron de luto al país. ¿Servía de algo una novela en un país que literalmente ardía?
No sé si un libro –el mío o cualquiera- pueda hacer algo para sanar las heridas de un país lastimado. De lo único que estoy seguro es que escribir este libro fue un acto de descubrimiento interno, en el que me cuestioné cosas y me di cuenta de otras tantas. Me hice más sensible, tal y como pasa cuando leo un buen poema. Y esa sensibilidad que proporciona la literatura, creo, hace que nosotros, los lectores, además de imaginar mundos diferentes, humanicemos lo que hay a nuestro alrededor. Ver la belleza de las cosas ayuda a quererlas, a cuidarlas. Sentir la humanidad del otro, trátese de un ser ficticio o de la vida real, ayuda a quererlo, a verlo no tan distinto.
La literatura, al menos en mi experiencia, sirve para eso: para sentir más el mundo que nos rodea y para quererlo más, incluida su gente.
Hemos vivido días de miedo y terror. Nos hemos deshecho de un caudillo y al parecer lo hemos sustituido por otro: dios. Esa me parece una transición peligrosa. Dios es absoluto. Y lo absoluto es indiscutible. Qué peligroso es para un país que un libro indiscutible –la Biblia- sea la punta de lanza de un régimen que se asume democrático. No digo esto porque tenga algo en contra de la fe de la Basílica que hoy nos acoge, sino lo digo porque, como se ha visto a lo largo de la historia, Dios o la idea de dios ha sido instrumentalizada para acallar la diferencia, generar hegemonías (y de hegemonías bien sabemos, recordemos al caudillo que acaba de aterrizar en Buenos Aires), amordazar la sexualidad, poner a un género sobre el otro, satanizar prácticas tradicionales (como el año nuevo aymara, lo leí en un twit), crear pueblos elegidos y no elegidos, ciudadanos de bien, etcétera.
En ese contexto, los cuentos, las novelas, los poemas, los dibujos, las obras de teatro y las películas son narrativas importantísimas que pueden servir como plataformas de resistencia frente a una homogeneidad moral, la intolerancia y la falta de empatía. Celebro este reconocimiento como la confirmación de que la literatura sigue ocupando un lugar en la sociedad y en el Estado.
Agradezco de verdad a todos los que han hecho posible la organización de los premios que hoy se entregan. También quisiera agradecer a todas esas personas que han vivido y padecido conmigo Seúl, São Paulo, novela que hoy deja de ser mía y pasa a ser de los lectores.
A mi madre, Vilma Magne.
A mi padre, Hilarión Mamani.
A mis hermanos: Pamela, Diego e Ignacio.
A mi pareja, Diana Cabrera.
A mis abuelos, sobrinos, tíos y amigos.
Muchísimas gracias.
Fuente: Ecdótica