05/06/2016 por Marcelo Paz Soldan
Las visiones, de Edmundo Paz Soldán

Las visiones, de Edmundo Paz Soldán

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Las visiones, de Edmundo Paz Soldán

Banda sonora de la reseña: Sugiero leer esta reseña escuchando Yoni B, de Él mató a un policía motorizado (Spotify, YouTube).
Nota: Tengo el placer de publicar esta reseña de forma simultánea con el análisis de la maravillosa Leticia Lara, de Fantástica Ficción.
Iris, de Edmundo Paz Soldán, es una de las novelas que más me han gustado en los últimos años y un libro que no me canso de recomendar a propios y extraños, siempre con excelente resultado. No es un lectura sencilla, pero recompensa con creces el esfuerzo que le exige al lector, creando un mundo y una atmósfera únicos tanto en forma como en fondo.
Así que cuando me enteré, ya hace un tiempo, de que Paz Soldán pensaba revisitar este particular universo, esta vez mediante una colección de cuentos, supe que Las visiones era un libro que tenía que leer lo más pronto posible. Y dicho y hecho. En cuanto cayó en mis manos, lo devoré en menos de 24 horas, disfrutando casi tanto como lo hice en su día con Iris.
Es muy posible que la primera pregunta que alguien se plantee acerca de Las visiones sea qué relación guarda con la novela y si se trata de una obra independiente o es necesario primero leer Iris para entenderla y disfrutarla. Mejor que dar mi opinión (cosa que enseguida también haré), creo que es preferible comenzar citando las palabras de Paz Soldán en una entrevista reciente:
El desafío era que el libro se leyera de forma autónoma, sin depender de la novela. Me interesó también desarrollar un arco narrativo a lo largo de todos los cuentos, de modo que si los lees en la secuencia en que están ordenados en el libro, puedes encontrar una suerte de historia alternativa de Iris, que a ratos se toca con la novela y otros ratos no. A la vez, más allá de esa arco narrativo de larga duración, otro desafío era que cada cuento pudiera funcionar por sí solo, sin depender del libro. La intención de todo ese engarce es que el libro se adapte a lo que el lector quiera hacer con él: están los cuentos solos que se pueden leer en desorden, está el libro de cuentos que debería leerse en orden, y está el libro de cuentos para los que han leído la novela.
Sólo leí esta entrevista tras haber terminado Las visiones, pero lo expresado por el autor coincide punto por punto con mi impresión durante la lectura. El éxito de su planteamiento es total y esta colección de relatos puede ser leída perfectamente de forma independiente o como complemento a Iris y, más que ser paralela a la novela, es tangente en ciertos puntos y casi ortogonal en otros. Esto me parece todo un acierto, porque le da una dimensión extra y añade profundidad a un universo que ya era rico por sí mismo.
Por eso, casi más que destacar las similitudes con Iris (que existen y son muchas), me gustaría hablar un poco de qué es diferente en Las visiones. Para empezar, la adscripción al género de la ciencia ficción, que en la novela era muy clara, aquí se torna un tanto más difusa. Personalmente, percibo ecos de autores como Juan Rulfo o Gabriel García Márquez (quisiera evitar, en lo posible, hablar de “realismo mágico” puesto que me da la impresión de que, en cierto modo, se ha convertido en un lugar común al hablar de escritores latinoamericanos) que en Iris no me parecieron tan evidentes (allí las influencias más destacadas eran muy otras y, digamos, más decididamente anglosajonas). En particular, relatos como “Las visiones”, “Temblor-del-cielo” o “El rey Mapache”, dibujan un pueblo de Nova Isa que tiene una arrebatadora personalidad propia a la vez que es una suerte de reflejo, una visión de lo que podría ser un Macondo del siglo XXI.
Los temas principales de Iris (la religión, la guerra, el poder, las drogas…) siguen siendo centrales en los relatos de Las visiones, pero el acercamiento es diferente. Mientras que en la novela la perspectiva era, mayoritariamente, la del extranjero que llega a Iris y sufre un shock cultural, estos cuentos están en su mayor parte narrados desde el punto de vista de nativos de Nova Isa, lo que afecta de forma decisiva a la percepción que tienen de estos temas y, por supuesto, a la percepción que transmiten al lector. La presencia de Xlött, de la Jerere, de Malacosa; la influencia de las drogas de todo tipo; la sombra de SaintRei, la amenaza de la guerra… todos ellos son elementos de vital importancia en Las visiones, pero se experimentan como algo cotidiano, natural, inevitable, algo que forma parte inextricable del tejido de la realidad, más que como la bofetada en la cara que eran en Iris.
Otro detalle en el que Las visiones también se distancia de Iris es en el particular uso del lenguaje que caracterizaba a la novela desde la primera página. Aquí siguen estando presentes todos los deliciosos términos y giros que me cautivaron en Iris, pero me atrevería a decir que están mucho más dosificados, más medidos, haciendo que la lectura sea mucho más accesible sin perder ni un ápice de su personalidad y su encanto.
Pero quizá la mayor virtud de Las visiones es cómo funcionan en conjunto todos los cuentos, colaborando y reforzándose entre sí, como visiones parciales que, globalmente, nos permiten formarnos una visión caleidoscópica mucho más grande. Es cierto que hay unos cuantos relatos (como “Doctor An”, Artificial”, Los pájaros arcoíris” o “La casa de la Jerere”, por citar unos pocos) que tienen entidad propia independiente suficiente como para ser leídos y disfrutados fuera de contexto, pero la verdadera fuerza de esta colección de relatos proviene de su lectura conjunta, dejando además el menor tiempo posible entre unos y otros. Un claro caso en el que el todo es mucho más que las partes.
De esta característica también se deriva una de las pocas pegas que le puedo poner a este libro. Algunos de los cuentos son, quizá, demasiado cortos, sin un final claramente definido (precisamente porque se proyectan hacia los siguientes, que es donde alcanzan su pleno significado), con lo que se hace necesario leer varios relatos para entrar de lleno en la propuesta de Paz Soldán. Además, aunque la experiencia es intensa, el libro se me ha hecho excesivamente corto y me he quedado con ganas de saber un poco más de los personajes y de la vida de Nova Isa. Quizá eso sea parte del encanto de la obra, por otra parte.
En definitiva, una estupenda colección de relatos, que funcionan más como conjunto, casi como un fix-up, que por separado, y que recomiendo tanto a los lectores que ya han disfrutado con Iris como a aquellos que, ¡insensatos!, aún están por descubrirla. Una nueva muestra de que la literatura fantástica en general y la ciencia ficción en muy particular son una forma privilegiada de ver y analizar el mundo, con visiones diferentes y, a veces distorsionadas, que nos hacen comprender mejor y de manera más clara la realidad.
Fuente: sentidodelamaravilla.blogspot.com/