05/17/2012 por Marcelo Paz Soldan
Las revoluciones de Carlos Fuentes, por Edmundo Paz Soldán

Las revoluciones de Carlos Fuentes, por Edmundo Paz Soldán


Las revoluciones de Carlos Fuentes
Por Edmundo Paz Soldán

Carlos Fuentes, decía José Donoso, “había leído todas las novelas y visto todos los cuadros, todas las películas en todas las capitales del mundo… asumía con desenfado su papel de individuo e intelectual, uniendo lo político con lo social y lo estético”. Todo el enorme capital simbólico del escritor mexicano le serviría para convertirse en pieza fundamental de dos revoluciones literarias en el siglo XX: por un lado, la mexicana, contribuyendo decisivamente, en la década del 50, a que su búsqueda de la esencia de la mexicanidad tuviera un tono más cosmopolita; por otro, la latinoamericana, ayudando a internacionalizarla, gracias a novelas formalmente arriesgadas, de ambiciosa pirotecnia lingüística.
Fuentes encarnó al escritor como conciencia de su país, presencia incansable en la esfera pública. Hacia los 90, ese modelo mostraba su desgaste, y las nuevas generaciones lo rechazaron. En cuanto a su escritura, el lenguaje abarcador de las primeras novelas -el mejor ejemplo es La región más transparente (1958), capaz de capturar los ritmos de la calle, tanto como los de los salones del poder político y económico- se fue haciendo cada vez más retórico: Fuentes buscó instalar el mito en la historia, pero a medida que pasaban los años y aparecían nuevos libros, el mito parecía importar más.
Nos queda el gesto de un escritor que nunca quiso ver a España y América Latina como entidades separadas, que a través del concepto del “territorio de la mancha” buscó articular su espacio compartido. Y sobre todo, nos quedan algunos clásicos de la literatura en castellano del siglo XX: Cantar de ciegos, un libro de cuentos perturbador; Aura, una nouvelle fantástica perfecta; La muerte de Artemio Cruz, una novela capaz de mirar con lucidez un trauma nacional -y a la vez convertirlo en parte amarga de un destino manifiesto. A estos títulos otros podrán añadir Cambio de piel, Terra Nostra o Las buenas conciencias
Fuente: La Tercera