La vida muy bien contada
Por: Oswaldo Paz y Miño
Letras de Bolivia esta semana. Un tomo de 12 estupendos relatos titulado “Los días más felices”, creación del joven escritor Rodrigo Hasbún, nacido en Cochabamba, que publica la casa Duomo Nefelibata, de Barcelona, sin duda un aval para el autor latinoamericano y para los lectores, pues pocos autores de este sector del mundo llegan a catalogar en editoriales de tal nivel.
Literatura existencial, construida cuidadosamente, el palabrista que sin duda tiene tiento, talante y talento es un representante de nuestro continente que rompiendo con los esquemas nacionalistas, costumbristas y folklóricos, se instala en un lugar destacado entre los autores contemporáneos.
“Los días más felices” es un libro coral, de muchas voces que por tanto entonan para el leyente notas que conmoverán su espíritu.
La palabra honda, idealista, estructurada con la sencillez exuberante de la vida, del día a día, escrita con belleza por Hasbún crea un collage de pensamiento trascendente y fluido, que abarca en 131 hojas temas humanos eternos: el amor, la soledad, el desamor, la pasión prohibida, la memoria ausente, la lujuria, el tiempo, la felicidad tardía, la muerte oportuna, el amor imposible y la rutina inagotable.
Cuentos bien logrados: ‘Familia’, ‘Calle, concierto, ciudad’, ‘Larga distancia’, ‘La casa grande’, ‘Ladislao’, ‘El futuro’, ‘Reunión’, ‘El fin de la guerra’, ‘Huida’, ‘En la selva’, ‘Visiones de Valeria’, ‘El lugar de las pérdidas’, sustancia en cada párrafo que se puede leer en la anarquía propia del deseo.
Literatura que cumple, que motiva, que produce placer, que da lugar a aquello de “hacerle el amor al texto”. Escritura que se aparta en estantes especiales, en los que aguardan los libros que un lector de vicio promete releer, si la vida no se le agota, si el tiempo se lo permite y si la vista lo soporta.
La vida bien contada, que no significa buena vida o fácil, es lo que resume el trabajo del autor de ‘Los días más felices’. Hay música en las palabras bien dichas, no importa si son alegres o tristes:
“Porque te fuiste. Porque te cansaste. Porque ya no estás y yo aún te sigo hablando todo el tiempo. Pero no voy a pensar en lo que he perdido ni tampoco voy a lamentarme inútilmente. Me sirvo otro vaso y me quedo mirando a la mesera. Ella, cada vez que vuelve a la barra, me devuelve la mirada. Son nuestras señales silenciosas. Solo entendemos ella y yo”. (Pág. 108)
En primera edición, que habrá que atesorar, se puede adquirir este libro, convencidos de que toda buena lectura produce metamorfosis que permite a los seres expandirse hasta el infinito, hacia lo eterno.
Fuente: La Hora