La pasión del lenguaje. Aproximaciones a la poesía de Jorge Luis Borges
Por: Mauricio Peña Davidson
Es preciso reconocer algunos hechos notables en tomo a la obra de Jorge Luis Borges: que su fama ha crecido hasta convertirlo en uno de los clásicos de la literatura universal; que sus obras completas son cada vez más incompletas, por la frecuente aparición de “nuevos” textos que sus lectores habituales no conocían; que aumenta sin cesar el caudal de publicaciones formales y virtuales destinadas a divulgar, comentar o celebrar las páginas del gran escritor argentino.
En este último aspecto, son innumerables los investigadores y exegetas de todo el mundo (como en la pesadilla de “La biblioteca de Babel”) entregados a revisar, discutir o interpretar los cuentos, ensayos, prólogos, conversaciones y conferencias de Borges en frenética búsqueda de tesoros literarios y mensajes ocultos. Lamentablemente, no sucede lo mismo con su obra poética. Son contadísimos los escritores que se ocupan de ella, en tanto que la abrumadora mayoría se inclina por la narrativa borgesiana, preferentemente por “ElAleph” y “Ficciones”, que parecen haber capturado casi por completo la imaginación de críticos y comentaristas.
Relegar, sin embargo, la poesía de Borges a un segundo plano, como si fuera un producto menor, irrelevante o prescindible, delata una inexpli¬cable injusticia, agravada por ser precisamente la poesía la faceta más depurada y brillante del “corpus ” borgesiano; es decir, la que revela mejor las claves de su filosofía personal, sus sentimientos profundos y convicciones más arraigadas. Es en sus poemas donde aparece un Borges, para muchos, desconocido: delicado, humano, confidencial; aquel Borges (para definirlo con palabras de Rubén Darío) “sentimental, sensible, sensitivo”, que no refleja su obra en prosa. No es menos deplorable el error de creer que el fantástico universo literario de
Borges se encuentra exclusivamente en sus libros en prosa, cuando en realidad está íntegra y bellamente expresado en sus poemas.
Mitigar este error y combatir de algún modo aquella injusticia, reivindicando a la vez el genio del poeta que esencialmente fue Borges, constituyen el propósito y la justificación de las páginas que siguen.
El autor declara que no ejerce la crítica literaria ni tiene competencia para ello. No se considera otra cosa que un lector de Borges, un fervoroso y agradecido lector de la deslumbrante poesía borgesiana. No deberá pues buscarse aquí ninguna clase de análisis estructuralista ni sintáctico ni deconstructivista ni otra propuesta de lectura que no sea la que acostumbra un ciudadano de instrucción media. El mismo Borges consideraba esa clase de crítica más propia de personas insensibles, a quienes la poesía no conmueve.
Por lo demás, la poesía de Borges no exige instrumentales teóricos ni técnicos; es-clásica y sencilla. Requiere apenas la aptitud de apreciar sus ingredientes fundamentales: la música, la pasión, el sueño, la emoción, la sabiduría y, ciertamente, “la inminencia de una revelación que no se produce” en el texto, pero sien el espíritu. Este libro sólo aspira a compartir con el benevolente lector un recorrido por algunos senderos, algunas regiones de esa inagotable, cautivante y suntuosa literatura.
Fuente: Ecdótica