La memoria de Gabo
Por: Luis Minaya Montaño
El I-Cloud es un archivo virtual que guarda las palabras, fotos e imágenes de quien tiene acceso a ese programa. Hay otros archivos virtuales –en algún lugar del universo—que guardan todo lo que los internautas bolivianos hemos escrito desde el comienzo del Internet.
La computadora ya nos ha impuesto otra manera de leer y de escribir, y hasta de pensar, por su capacidad de comprimir el tiempo y el espacio y por la velocidad con que circula la información. La imprenta de Gutenberg sirvió para categorizar los actos humanos en tres tiempos básicos, el presente, el futuro y el pasado, fórmula con que se encarama el Renacimiento. La fórmula está en proceso de cambio con la electrónica.
La computadora es una maravilla hasta cuando se corta la electricidad, porque entonces los chips, el hardrive y el software no sirven para nada. Sin electricidad quedamos sin memoria virtual, sin los datos que se han hecho imprescindibles para subsistir en la cotidianeidad.
Traigo esto a cuento porque hace pocas semanas una tremenda tormenta dejó durante muchos días en la oscuridad a cientos de miles de viviendas en la región de Washington DC. O sea, sin computadora.
El raro fenómeno, conocido como “Derecho”, así en castellano, surgió de la nada y en cuestión de minutos sembró la calamidad, derribando árboles y postes de luz a su paso. El derecho es una manga de vientos y tormentas que avanza en línea recta y no es previsible como un tornado o un huracán.
En un tris-tras el Derecho nos transportó hasta el lejano pretérito.
¿Que hacer cuando el PC no parpadea? ¿Como reorganizarnos? ¿Cómo sobrevivir sin Google, sin Tweeter ni Facebook ni YouTube?, ¿sin acceso a la tarjeta de crédito?
En medio la oscuridad, con el auxilio de una vela del medioevo, hallé en mi biblioteca el auxilio espiritual que necesitaba. En mi biblioteca se apiñan muchos libros, algunos ya leídos, otros a punto de serlo y otros que nunca lo serán. Mis libros tienen algo en común, todos son hermosos.
La falta de computadora hizo que me entretuviera con las narraciones que encontraba en los libros. Me sentí culpable de haber desatendido tanto tiempo a mis amados libros.
Cada libro abierto me puso en contacto con la memoria que su autor quiso guardar, con narraciones sobre su vida, su tiempo, sus obsesiones y pasiones. Cada libro es un resumen de la experiencia humana porque tiene vida, espíritu y alma propia, y tiene memoria propia, que no depende de la electricidad.
Y me vino a la mente Gabriel García Márquez, nuestro Gabo.
Hace pocos días la prensa informó que la vejez le dio alcance a Gabo. Es triste, pero es la ley de la vida. La mente de Gabo se va, pero su memoria queda en la eternidad, traducida en libros. Pasará el tiempo y ahí estará Cien Años de Soledad junto a El Quijote de Cervantes y El Aleph de Borges. Los hombres se van, pero sus libros quedan.
Y si otro día se cortara la electricidad tengo libros en los que puedo existir con la vida que me prestan los hombres que escriben sobre sus esperanzas y sus sueños, sobre sus terrores y sus fantasmas, con el ansia secreta de dejar una huella en la eternidad. Gabo le ha vencido a la muerte por más Derechos que atormenten al mundo con sus estragos y por más I-Clouds que quieran abrogar con electricidad el sueño humano.
Fuente: Ecdótica