La importancia de Luis H. Antezana
Por: Maurico Murillo
Pocas figuras tan esenciales como la de Luis H. Antezana para la crítica boliviana. Este escritor, con su labor intelectual, ha permitido que autores, lectores, teóricos y críticos miren de otra manera los textos literarios que se escriben en el país. Nació en Oruro en 1943. Es doctor en Filología moderna y durante muchos años enseñó en la Universidad Mayor de San Simón. Fue, también, director del Centro de investigaciones de la Carrera de Sociología, investigador del Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios y redactor de la revista Hipótesis. Ha publicado los siguientes libros: Elementos de semiótica literaria (1977), Álgebra y fuego. Lectura de Borges (1977), Teorías de la lectura (1983), Ensayos y lecturas (1986), La diversidad social en Zavaleta Mercado (1991), Sentidos comunes (1995), Un pajarillo llamado Mané. Notas al pie de su fútbol (1988) y Dice que dijo (2003). Muchos de estos libros se han editado más de una vez debido a la gran recepción que tuvieron. Además, ha producido discos interactivos sobre dos escritores fundamentales bolivianos y una cantante cruceña: La bodega de Jaime Saenz (2005, en colaboración con Marcelo Paz Soldán), La pascana de Gladys Moreno (2007) y La ausencia de Adela Zamudio (2012, en colaboración con Virginia Ayllón). El año 2006 le fue otorgado, por el Programa De Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB), el Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanas. Es conocido con el apodo cómplice de Cachín.
SEMBLANZAS y HOMENAJES. Debido a la importancia de la figura de Luis H. Antezana en nuestras letras, el Centro de Literatura Boliviana, perteneciente al Centro Simón I. Patiño, realizará un homenaje a este escritor en la ciudad de Cochabamba este 2 de octubre. Pensando en este importante evento, presentamos acá distintas aproximaciones de reconocidos personajes del ámbito literario nacional a la figura de este autor.
UN CRÍTICO FUNDAMENTAL. Ana Rebeca Prada, crítica y docente de la Carrera de Literatura –autora de Viaje y narración: Las novelas de Jesús Urzagasti (2002), Salto de eje. Escritos sobre mujeres y literatura (2011) y Escritos críticos. Literatura boliviana contemporánea (2012)– dice acerca de Antezana y su obra: “Cachín es para mí un crítico fundamental. Y no digo esto con ligereza. Creo que muy pocos como él han logrado atravesar las fronteras de los conocimientos y de los saberes con tanta fluidez y solidez, o han podido generar un lenguaje intelectual tan amable y al mismo tiempo tan riguroso. Su trabajo como crítico está íntimamente conectado a su pasión por la lectura y a su amor por nuestra cultura y nuestra literatura, por otras culturas y literaturas. Por esto, también, conversar con él es un regalo, pudiendo pasar con gran plasticidad y soltura del fútbol a la novela, de la novela al pensamiento social y de éste a la música. Se trata de un intelectual de los que hay pocos, que ha texturado una mirada amplia, compleja sobre los temas que le interesan, sin perder nunca la amplitud de criterio y la generosidad de espíritu. La crítica literaria de esta generación se ha nutrido centralmente de su obra, insoslayable, necesaria, incisiva”.
EL ENSAYO ARTÍSTICo. Virginia Ayllón es poeta, bibliotecóloga e investigadora literaria. Ha publicado Búsquedas (relatos y poemas, 1996) y Búsquedas: las discapacidades (2004). Sobre la obra de Antezana explica: “El ensayo es uno de los géneros literarios más hermosos y sin embargo con pocos cultores en nuestro país. Y es ahí donde destaca la obra de Luis H. Antezana; eminente ensayista literario. Su valor radica en establecer este género como campo de expresión artística. Esto es lo que diferencia al ensayo literario de otros géneros y otros tipos como el científico, por ejemplo. Si el ensayo en general es el espacio de la argumentación, el literario supone una construcción estética a través de elementos retóricos y discursivos. Como en Antezana, este género supone no solamente la exposición de ideas, sino también una exigencia estilística y, por lo tanto, una apuesta estética, que incluye la imaginación y, cómo no, la ficcionalización. Se trata de un espacio literario autónomo y no, como a veces se lo califica, ‘dependiente’ de otros discursos. Falta valorar la producción ensayística literaria en Bolivia, pero es seguro que el trabajo de Antezana se distingue, con su propia marca, en este territorio”.
EL JUEGO POSIBLE. Para Mauricio Souza, en el prólogo a la edición de sus Ensayos escogidos 1976–2010, publicada el anterior año por Plural Editores, los textos de Antezana “dejan entrever el diseño de una práctica, de una ética de la crítica, una de las más lúcidas e influyentes de nuestra tradición”. Asimismo, el catedrático e investigador, autor de Lugares comunes del Modernismo: aproximaciones a Ricardo Jaimes Freyre (2005) y encargado de la recopilación, fijación de textos, introducción, notas y cronología de Obra Poética y narrativa de Ricardo Jaimes Freyre, explica que “los ensayos de Antezana se pueden entender como ocupando el espacio productivo de una doble pulsión: siguen, con disciplina táctica y sin violencia, el juego específico de los textos que lee, pero también, a partir de esa disciplina, no se cierran a la sospecha de otro juego posible. En tanto ejercicios de lectura que deciden no alejarse de aquello que leen, son encuentros intensos, lecturas cercanas, reconstrucciones: lo que la tradición anglosajona llama close readings. Este modo produce, sin duda, algunas lecturas que no sólo leen densamente a clásicos de la literatura boliviana, sino que, en su riqueza, los producen (y ya mencionaremos los efectos canonizadores de tales encuentros, cf. infra, efectos derivados de la función articuladora de una buena descripción y, claro, del hecho de que la tradición crítica boliviana —institucionalmente— ha sido poco pródiga en descripciones densas y más bien generosa en listados acumulativos y juicios letrados de sobremesa)”. En el mismo prólogo, especifica: “Sin embargo, los ensayos de Antezana dicen con frecuencia que los modelos propuestos y desarrollados no son los únicos posibles. Hay otras jugadas y otros juegos legítimos: es el trabajo de otros lectores pensarlos, continuar, retomar lo que llama el ‘juego de las sugerencias’”. Para concluir con la apreciación de este crítico, leamos esta cita de la mencionada introducción: “Hay en estas lecturas otra constancia general: operan un acto de equilibrio, de justicia. Son, por un lado, respetuosas de la particularidad, la diferencia de los textos que leen: no hay, en ellas, el intento de configurar una interpretación totalizante que conduzca, descaradamente, la construcción de una ‘gran teoría’ (de la cultura, de la literatura, del ‘imaginario’ bolivianos). Y, al mismo tiempo, son lecturas que se desmarcan de la especificidad de cada texto: no se dejan consumir o canibalizar por el lenguaje que glosan”.
VALORAR LA LITERATURA. El crítico Leonardo García Pabón realiza una semblanza de Luis H. Antezana en el artículo Aproximaciones a la crítica literaria en Bolivia de 1960 a 1980 publicado en el libro Tendencias actuales en la literatura boliviana (1985), editado por Javier Sanjinés: “Antezana tiene, entre otros méritos, el de haber creado (con Gustavo Soto) una revista de literatura de una continuidad y de una calidad sorprendentes. Entre 1977 y 1980 publica doce números, caracterizados por una pluralidad de escritos y escritores, pero con una seria intención de ser un espacio de diálogo de la literatura boliviana”. Más adelante, en el mismo ensayo, García Pabón concluye: “El aporte básico de Antezana es una verdadera nueva valoración de la literatura boliviana: una valoración literaria y que no se escapa por las tangentes sociológicas o esteticistas de la crítica tradicional. Valorar la literatura no es ponerle adjetivos, es mostrar sus aspectos literarios más sobresalientes, aquellos rasgos estructurales que conllevan un nuevo campo de significaciones. En el análisis de estructuras, de formas de escritura, se está penetrando de verdad en la literatura y se le está dando el sitio tantas veces negado: su autonomía como objeto de estudio. Se trata ahora de mostrar y no sólo de enunciar los valores de una obra literaria”.
UN ANTES Y UN DESPUÉS. Ramón Rocha Monroy, ganador del Premio Nacional de Novela y autor de siete novelas, afirma: “Él recondujo la crítica literaria a un plano profesional. A partir de él, las lecturas ya no pueden ser las de un dilettante. Primero el estructuralismo y luego la incorporación de nuevas teorías en la literatura boliviana y en las Ciencias Sociales, como también al fútbol y a la cultura popular, le dieron seriedad a un sistema desordenado y en ciernes. Aparte de sus méritos académicos, yo creo que hay que valorar su decisión de quedarse en el país y volcar aquí todo lo que puede enseñar. Eso es invalorable y debe merecer toda nuestra admiración. Su influencia es muy grande. Yo diría que hay un antes y un después en los estudios literarios, de ciencias sociales, de análisis del discurso, de fútbol y de cultura popular gracias a los aportes de Cachín”.
REinventar la realidad. Edmundo Paz Soldán, docente universitario y reconocido escritor, concluye: “El primer ensayo que leí de Cachín Antezana fue Sistema y procesos ideológicos en Bolivia. En este texto el análisis del discurso político permitía articular una lúcida reflexión sobre casi medio siglo de procesos ideológicos en Bolivia, dominados por el nacionalismo revolucionario. Luego descubrí sus lecturas que han renovado a ciertos clásicos nacionales y las que nos han permitido descubrir otros. Cachín es el crítico más influyente de la literatura boliviana, capaz, con una lectura, de canonizar algún texto o autor, pero su actividad intelectual desborda lo puramente literario. Ya sea el tema la política, el fútbol, la pintura o la música, Antezana ‘lee’ la realidad y al hacerlo la reinventa. En ese desborde y reinvención, se muestra también como un gran creador. Sus últimos ensayos (el dedicado a Emeterio Villamil de Rada, por ejemplo) son una prueba contundente de que su obra es una de ésas que, como él mismo dice en su precisa definición de los clásicos nacionales, ‘no habría que dejar de leer’ porque ‘podrían ser tan gratificantes como las de cualquier otra literatura'”.
Fuente: Fondo Negro