José Gramunt, Premio Libertad 2009
Por: Pedro Shimose
En su ensayo titulado Loyola, publicado en la revista Tel Quel, número 38/1969, Roland Barthès dice: “Los jesuitas, como se sabe, contribuyeron mucho a formar la idea que tenemos de la literatura”. Yo diría que no sólo de la literatura, sino también de la filosofía moderna, la teoría política, el derecho y las ciencias. Anunciaron el pensamiento ilustrado, la independencia americana (la del norte y la hispanoamericana) y la cultura hippie en lo que concierne a ‘la desobediencia civil’ en tiempos de la guerra de Vietnam. Pienso en los jesuitas Luis de Molina (1535–1600) y Francisco Suárez (1548–1617). El libro Tractatus de legibus ac Deo legislatore, de Suárez, contiene ideas precursoras del pensamiento de Rousseau, Thomas Paine, Thomas Jefferson, Henry Thoreau, Abraham Lincoln, Bernardo Monteagudo, Mariano Moreno y todos aquéllos que pasaron por las aulas de la Universidad de San Francisco Xavier, de Chuquisaca, cuya sublevación bicentenaria celebraremos dentro de un mes, si el mal tiempo no lo impide.
Francisco Suárez planteó, hace 400 años, que la soberanía reside en el pueblo, que la autoridad emana de la sociedad y que la rebelión y la desobediencia civil son legítimas si se enfrentan a leyes injustas y gobernantes arbitrarios y abusivos. La emancipación americana se inspiró en las ideas precursoras del jesuita Suárez. ¿Cómo no alegrarme, pues, de que otro jesuita, José Gramunt de Moragas (Tarragona, España, 05/08/1922), haya sido galardonado merecidamente con el Premio Libertad?
Gramunt pertenece a ese grupo de sacerdotes jesuitas (Pedro Basiana, Vicente Beneyto, Gabriel Codina, Luis Espinal, Jesús Auñón y otros) que echó raíces en “esta tierra inocente y hermosa” para honrarla y servirla. Más de uno hasta ofrendó su vida. El recién premiado tenía 30 años cuando llegó a Bolivia, en 1952, y aquí se quedó. Su entrega y sus servicios prestados al periodismo boliviano y al desarrollo espiritual, cultural y político del país son algo incuestionable e invalorable.
Cuando yo trabajaba en el diario católico Presencia, ‘el padre Gramunt’ dirigía la radio Fides, en La Paz. Entonces le conocí. En 1963 fundó la Agencia de Noticias Fides (ANF), a la cual le ha dedicado 45 años de su fecunda y sacrificada vida. Este sacerdote-periodista conoce, de primera mano, los últimos 56 años de la historia nacional; conoce las luces y sombras de este país que ama y sabe de las grandezas y miserias de muchos políticos aborígenes que, ayer como hoy, enloquecieron de poder y atacaron a la Iglesia católica para arrepentirse, luego. Por eso, quizás, está curado de espanto.
Al saberse premiado, ‘el tata Gramunt’ rindió homenaje a los periodistas humillados, insultados, golpeados y perseguidos, manifestó su satisfacción y expresó su gratitud a la Asociación Nacional de la Prensa. Con posterioridad, declaró estar contento, aunque comentó con cierta melancolía: “Ni siquiera tengo nietos para presumir”. El periodista que pocas veces se equivoca, esta vez se ha equivocado. Más que nietos tiene amigos, discípulos y lectores que lo admiran por su palabra oportuna y sincera, su visión profunda de los problemas nacionales y su estilo diáfano al contar las noticias y comentarlas, siempre al servicio de los bolivianos, incluidos aquellos indigenistas que él defendió cuando estaban en la oposición y eran gaseados, aporreados y tiroteados. ¿Es o no es verdad, padre Gramunt? // Madrid, Viernes Santo, 10/04/2009.
Fuente: El Deber