José Andrés Sánchez: “Esta ciudad es dura y puede ser cruel, de esa Santa Cruz es de la que escribo”
Por: María José Ferrel S.
“Matar lo amado” es el nombre del primer libro de José Andrés Sánchez Exeni. Editado por La Hoguera, la propuesta nace desde el impulso de la narración, aunque, esta vez, el periodista cruceño utiliza la ficción para tejer nueve relatos que deambulan entre una especie de soledad acompañada y la extrañeza que sólo puede generar el crecer en la ciudad de los anillos.
“Creo que mi generación tiene algo torcido en la cabeza porque nacimos en un pueblito infernal pero sencillo, y fuimos testigos de lo fácil y mundana que podía ser la vida; en comparación con lo que ocurría y exigía el mundo”, dice José Andrés, que prosigue; “A medio camino todo cambió para nosotros, todo se aceleró y nos dimos cuenta que no, que las cosas no iban a ser tan simples. Y ahí estamos ahora, a medio camino, apretados, tratando de recuperar tiempo”.
Y es que la propuesta que realiza José Andrés tiene mucho de ese desarraigo, una temática recurrente en la obra de varios artistas y literatos en Santa Cruz pero también contiene “esa sensación de que la oportunidad se nos escapa de las manos, de que siempre llegamos tarde a algo”, explica el autor, refiriéndose quizás al momento en que uno se detiene a contemplar su propia historia.
“Siddhartha”, de Herman Hesse, es el primer recuerdo que escoge el periodista —ahora convertido en escritor de cuentos— sobre su acercamiento a literatura.
“Ese libro fue una revelación. Alguien me lo regaló. Un libro sencillo pero inolvidable. ¿Lo has leído? Debo haber tenido 10-12 años. Fue la primera vez que las palabras formaron imágenes en mi cabeza”, explica y cuestiona. Después de Hesse llegaron las referencias comunes, es decir, Ernest Hemingway, Raymond Carver, J. L. Borges, Julio Cortázar, J. D. Salinger y Truman Capote.
A José Andrés también le encanta el genio atormentado de David Foster Wallace, a quien considera “un faro de inteligencia, estilo y emoción”. Además, destaca los relatos de César Aira, las novelas de Vila-Matas y los cuentos de Samanta Schweblin. Al elegir dos textos importantes en su vida, nombra “La persona deprimida”, de D.F. Wallace y “Adiós a las armas”, de Hemingway.
El libro “Matar lo amado” se presentó en Santa Cruz con la casa editorial La Hoguera.
El apoyo en edición lo encontró en el experto en artes escénicas y dramaturgia, Alex S. Duharte, quien acompañó a José Andrés durante los meses finales de la edición.
– ¿Cómo trabajaste la edición del libro?
El proceso de edición fue intenso, desgastante, emocionante y gratificante.
Trabajé con Alex S. Duharte, un gran amigo que me acompañó y guió en estos últimos meses. Fui afortunado al encontrar en él a un editor que entendió mi obra y supo darme los consejos necesarios para que los cuentos crezcan y exploten. Hubo mucha discusión y conversación, eso enriqueció a los relatos.
Soy partidario de la colaboración, del acto de compartir, evaluar ideas y propuestas, probar posibilidades y tomar decisiones. Escribí el libro en un lapso de tres años, pero el trabajo duro lo realicé en estos últimos tres meses: reescribir, reordenar, quitar, meter, editar. Admito que me agotó y desequilibró un poquito, pero la satisfacción ha sido enorme. Me gustan el vértigo y la velocidad; trabajar a contrarreloj y con fechas límite. Siento que necesito apurarme para terminar las cosas.
– ¿Cuál es la conexión entre tu oficio de periodista y la literatura?
Hay muy poca conexión. En algunos momentos del libro narro los hechos y las acciones de manera cuasiperiodística; pero nada más.
El periodismo me enseñó la importancia de la veracidad, de la precisión en la información, de la descripción y la observación, y de la construcción gramatical; pero el periodismo también puede llegar a convertirse en un arma de doble filo.
En mi caso, tuve que luchar un poco contra mi “periodista interno” para despojarme de las objetividades y así buscar un estilo y una voz literarios y personales. Esto se me hizo más difícil aún en los relatos en primera persona.
– ¿Qué dices sobre el ámbito literario en Bolivia?
Como lector, disfruto de lo que pasa en Bolivia. Los escritores de mi edad han pavimentado el camino para muchos de los que empezamos y nos han demostrado que es posible, viable y gratificante escribir. Creo que los escritores están a la altura de las circunstancias y eso se nota en la repercusión internacional que tienen algunas obras. Lamento que el circuito-industria no crezca al mismo ritmo que los narradores. Aún no existe crítica literaria de peso y los esfuerzos editoriales quedan cortos en muchísimas ocasiones. Entiendo que es un problema complejo, que toca aristas educativas, económicas, de mercado y sociales. Aplaudo las iniciativas de ferias y encuentros literarios y espero que esta situación cambie para bien de lectores, escritores y editores.
–¿Cuánto de Santa Cruz de la Sierra hay en “Matar lo amado”?
Es todo Santa Cruz. La ciudad que está ahí es esta ciudad, aunque no se la nombre. Yo conozco a una Santa Cruz muy distinta a la de la postal (…) diferente a la ciudad que nos venden; más parecida a una ciudad cualquiera, sin nada especial. Esta ciudad es dura y puede ser cruel, de esa Santa Cruz es de la que escribo.
Fuente: Lecturas