Jaimes Freyre, narrativa inédita y aproximación crítica
Por: Martin Zelaya
De Ricardo Jaimes Freyre se dice bastante, pero se sabe poco y se lee aún menos. Al menos fuera de los círculos académicos.
Se sabe, claro, que fue uno de los más dotados poetas bolivianos y pilar -injustamente relegado, acaso- del modernismo, a la altura de Rubén Darío y Leopoldo Lugones, por mencionar a dos grandes. Se conoce y lee ante todo su célebre Castalia Bárbara y no mucho más. Y se dice, en conversaciones de universidad y café, que junto a Franz Tamayo, Gregorio Reynolds y Óscar Cerruto son los cuatro pilares fundamentales de la poética boliviana.
Es por todo eso que La prosa de Jaimes Freyre, un trabajo de investigación y recopilación en dos tomos, a cargo de Ana Rebeca Prada y Omar Rocha, es capital no solo para recuperar y difundir una faceta poco explorada de la obra de Freyre, sino sobre todo para dar a conocer un vasto material inédito: crónicas, ensayos, cartas, etc., y ofrecer diferentes ópticas de análisis crítico a cargo de un solvente equipo de especialistas.
Como bien señalan los responsables en la presentación, no se puede perder de vista que este trabajo -la segunda publicación de la colección Prosa Boliviana, que abrió en 2014 con Alberto de Villegas. Estudios y antología- es un broche de oro a una serie de esfuerzos independientes pero centrados todos en la carrera de literatura de la UMSA, que terminaron por poner a Jaimes Freyre en el justo lugar que le corresponde en la literatura boliviana; nos referimos a Hacia una historia crítica de la literatura boliviana, a la cabeza de Blanca Wiethüchter; los ensayos de Las tentaciones de San Ricardo, de Marcelo Villena y Los lugares comunes del modernismo: aproximaciones a Ricardo Jaimes Freyre y Ricardo Jaimes Freyre. Obras poética y narrativa, de Mauricio Souza.
Los dos tomos
“El primer tomo -comenta Prada en la introducción al mismo- contiene siete secciones que corresponden a siete géneros cultivados por el poeta: la crónica, el ensayo literario, el teatro, la preceptiva literaria y los manuales, las notas y reseñas, las cartas y la novela. Al utilizar el término prosa proponemos, en verdad, concebir como tal a todos aquellos géneros no poéticos o que no tienen que ver con el verso, y aquellas zonas de la escritura que no necesariamente fueron elaboradas para el público -como las cartas-. Es una definición amplia de prosa, pero finalmente alude a esa muy importante región de la obra del poeta que se ha atendido con mucho menor énfasis que la poesía. O que de hecho no se ha atendido del todo”.
Por su lado, Rocha en su texto introductorio al tomo II, escribe: “Los quince ensayos que este tomo contiene siguen, temáticamente, el orden de aparición de los textos de Jaimes Freyre publicados en el tomo I, así se pretende cierta consonancia en contraposición a un ordenamiento alfabético, sin desmerecer las bondades del azar”.
Echemos un vistazo al índice de este segundo libro: “La crónica de viaje de Ricardo Jaimes”, de Ana Rebeca Prada; “Algunas ideas a propósito del arte en Ricardo Jaimes Freyre”, de Freddy Vargas; “Al centro del escenario: las reflexiones de Ricardo Jaimes Freyre en torno al teatro moderno”, de Susane Centellas; “Adán en los Andes o la búsqueda de una lengua perfecta”, de Mauricio Souza Crespo; “Ecos, hechos e ideas: otros lugares de la escritura de Jaimes Freyre”, de Milenka Torrico; “El joven Jaimes”, de Bernardo Paz G.; “Ricardo Jaimes Freyre y la Revista de América”, de Omar Rocha Velasco; “El signo de la herida: sentido y lectura desde la obra poética de Ricardo Jaimes Freyre”, de Antonio Vera Jordán y “Los jardines de Academo, la presunta novela”, de Marcelo Villena.
También académicos de otros países colaboran con ensayos: “Ricardo Jaimes Freyre en Tucumán. El ámbito cultural del Centenario (1910-1930)”, de María Claudia Ale; “Jaimes Freyre en Tucumán: la Revista de Letras y Ciencias Sociales (1904-1907)”, de Soledad Martínez Zuccardi; “Materia dura. Tierra Roja”, de Raúl Antelo; “Lecturas sincrónicas: Cruz e Sousa en Jaimes Freyre”, de Raúl Antelo; “Entre faunos modernistas, la estética pánica de Ricardo Jaimes Freyre”, de Juan Manuel Fernández y “Prólogo a Castalia Bárbara”, de Leopoldo Lugones.
Pero volvamos al tomo I, acaso el más atrayente por cuanto presenta 40 textos del autor en su gran mayoría nunca antes editados en libros, sino solo en revistas y periódicos, y que incluyen lo que se presume que es una novela inconclusa: Los jardines de Academo.
“Uno de los aportes fundamentales de este libro pretende ser no solo el de ofrecer al lector -sobre todo al lector boliviano- un conjunto muy significativo de la obra de Jaimes Freyre, antes disperso y fragmentariamente conocido, sino el de ofrecer gran parte de esta obra por primera vez. Esto se debe a que hemos incluido material publicado en la Revista de Letras y Ciencias Sociales de Tucumán y de otras revistas y periódicos que nunca después volvió a publicarse”, escribe Prada.
Estos dos tomos son un enorme aporte bibliográfico para conocer, primero, la narrativa de quien es acaso uno de los picos de la poesía modernista de América Latina, y para interiorizarse, luego, en su estilo, intereses y alcances, de la mano de las lecturas e interpretaciones de especialistas. Una inmejorable oportunidad para leer, de una vez por todas, y de verdad, a una de las cumbres de nuestras letras, y no solo repetir su nombre, precisamente por eso, pero sin herramientas de argumentación.
TRES DÍAS EN POTOSÍ (FRAGMENTO DE RICARDO JAIMES FREYRE)
“El cerro de Potosí es el testigo mudo y grandioso de los hechos desarrollados en la noble Villa.
Él ha visto correr a torrentes la sangre de las naciones rivales, él ha presenciado las fantásticas fiestas, cuyas descripciones son siempre pálidas y cuya riqueza parece un sueño de hadas.
La hoy ciudad de Potosí duerme a sus pies, a la sombra de su grandeza pasada.
Cuatro siglos descansan y esperan en la frías moradas del tiempo.
Nada ha variado en la ilustre Villa a los ojos del viajero, que como yo lleva la existencia entera de ese pueblo, sus tortuosas calles, sus tradiciones y sus recuerdos, sus templos y sus tapadas y sus rondadores, como un hecho de ayer en que el espíritu se embebe y olvida el correr de los años.
Potosí es la Toledo de Bolivia.
Aún puede ver el anticuario algunas inscripciones de siglos pasados, en monumentos y plazas públicas. Balcones corridos del gusto de la época de su construcción, cuya madera carcomida empieza a permitir el curso libre del viento, rejas y ventanas a flor del piso…”
Fuente: Puño y Letra