05/13/2010 por Marcelo Paz Soldan
Invierno: Las estaciones de la memoria

Invierno: Las estaciones de la memoria


Invierno: Las estaciones de la memoria
Por: Lourdes Saavedra Berbetty (*)

“Saber meter la cabeza en lo oscuro, saber saltar al vacío,
saber que la literatura básicamente es un oficio peligroso”

Roberto Bolaño
Invierno es una novela que no ha escogido un lugar como Itaca o Tirinea, ni un tiempo específico, no hablamos de octubre o abril, Christhian Jimenez Kanahuaty ha elegido narrarnos una estación, como un imán de vivencias que descubren un sentido introspectivo, desolador y el eterno retorno a uno mismo.
Pablo Martinez Robles, conjuga su atmósfera emocional desde la fría mirada de un escritor que contempla rítmicamente la nieve, escuchando la consonancia de los recuerdos de una infancia imperfecta, la adolescencia no solicitada, la ausencia del padre, un divorcio inminente, pequeños destellos de luz al nombrar a su hija y el desgaste de Andrea, Katia, Eliana, musas que circulan por su cama como cuerpos sin historia. Si Christian estoy de acuerdo con tu protagonista “la edad no es más que una palabra inventada para guardar distancia”, pero ¿Qué distancia es la que quiere mantener este escritor en el ocaso de su vida? ¿Será capaz de ser un midas bizarro que termine una novela como quien termina aceptando el pasado? ¿Qué futuro le espera a escritor que parece estar condenado a la automutilación de la ficción? Estas preguntas son respondidas de manera imperfectamente lúcida en las 103 páginas que compone la novela, sin capítulos, sin pausas, sin piedad.
Quizás muera inédito, quizás este texto sea un pre-texto, que ampara la intención confesional del personaje central, quien no sólo vive atormentado por los fantasmas de inviernos pasados, más bien creo que logra invocar una galería de personas, que ya no están en el nombre de su novela, que al igual que su vida se sigue escribiendo como un texto infinito. Las palabras son cicatrices que marcan la historia, su historia, con la honestidad despiadada del ser escritor y como diría Barthes sentir la muerte en cada palabra.
Las marcadas referencias a Jack London, o Kevin Carter conforman referentes necesarios para comprender, que el escritor prefiere ver las cosas desde afuera, sumergirse en el pantano de los días, nombrando silencios y al igual que Kevin Carter cuando fotografía un buitre acechando un niño desvalido, el narrador acecha la vida con la rapiña necesaria que le exige la palabra, aunque el precio como diría el protagonista sea comprender que la literatura y el amor están envueltos por el mismo terciopelo: la soledad. Y la vida como celebró Bolaño es la mejor lección de escritura.
(*) Este texto se leyó en la presentación del libro Invierno en el mArtadero el 31 de abril de 2010.

Fuente: Ecdótica