Por Jorge Saravia Chuquimia
Ofrecer un cuadro de conjunto de autores, obras y movimientos del desarrollo histórico de la literatura boliviana, desde los inicios de la Colonia hasta los tiempos modernos, en un compendio, es extremadamente dificultoso. Más aún, cuando esa síntesis pretende ser referente de noveles lectores de escuelas y colegios para darles una primera impresión del panorama historiográfico de la narrativa nacional. Pero, la particularidad del presente artículo es reflexionar sobre el valor bibliográfico que despliegan tres obras de esta naturaleza, observando y comparando la inserción de descubrimientos o corroboraciones voluntarias de piezas literarias ignoradas por otros historiadores, por parte de sus autores. En esta innovadora exposición intencional histórica emergen Historia de la literatura boliviana (1948), de Hernán Céspedes Espinoza (1922); Literatura de Bolivia (1965), de Emilio de Medinaceli (1920-1990) y Literatura boliviana (1990), de Carlos Castañón Barrientos (1934-2018).
En el universo literario boliviano, los tres compendios citados líneas arriba son opacados por otras similares escritos por autores de la calidad de Enrique Finot, Fernando Diez de Medina, Augusto Guzmán, Evelio Echeverría, por citar algunos. Los últimos nombrados conforman el grupo tradicional de historiógrafos estimados por estudiosos, críticos, investigadores y lectores consumados, como fuente de consulta. En contraposición, los tres libros seleccionados para esta ocasión, destacan por adjuntar datos de fragmentos y documentos nuevos que pasó desapercibida del espacio literario nacional y de los historiadores reputados y que, sus aportes, pueden vitalizar la historia literaria rígida actual.
Los tres libros escogidos tienen el valor de ser, por sí mismos, resúmenes organizados acorde al orden de la división histórica del país. Demuestran, además, que los autores tienen un alto compromiso y capacidad de ser buenos lectores, que se rigen por su visión y postura de historiador que ve a la literatura en un estado de pureza (Alfonso Reyes). Al tener la disposición estructural cronológica por épocas, fechas y temáticas sucesivas, no distan de las habituales. Más, enriquecen o complementan la perspectiva historiográfica usual con capítulos sugerentes de nuevos datos de raros autores y obras. Estos añadidos al ser fuente de consulta pueden visualizarse como elementos de reescritura de la historiografía literaria nacional.
En el volumen de Céspedes Espinoza, el autor expone una división de tres grandes épocas históricas hasta 1935, aglutinando los géneros de novela, poesía, teatro, oratoria, ensayo y crítica. Comienza con una Primera época: Literatura incásica, le sigue la Segunda época: Literatura colonial y la Tercera época: Literatura boliviana de 1825 a 1900. La última etapa (contemporánea) abarca hasta la Guerra del Chaco. Al final del sumario, Céspedes aporta un capítulo donde comenta abiertamente que “se incluye una pequeña Antología que, ilustrando los temas tratados, ha de también suplir la rareza de ciertas piezas bibliográficas”.
En el tratado de Medinaceli aparecen, de igual forma, tres fases sucesivas hasta 1964: 1° Época – Literatura de los aimaras; 2° Época – Literatura en la Colonia y 3° Época – La República. El escritor norchicheño al final de su tratado contribuye incorporando el acápite “Amor terrígena en Literatura”, donde cita a distintos autores que construyeron un tipo de conocimiento vernacular.
En el caso de Castañón Barrientos, el compendista divide su historia en ocho partes hasta 1989: I. Literatura indígena prehispánica; II. La Colonia; III. La Independencia; IV. Nacimiento de la República; V. Nuestros clásicos; VI. La guerra del Chaco; VII. La época actual (1935-1952) y VIII. Época actual (1952 al presente). Su aporte principal es brindar una bibliografía condensada de historias, ensayos y diccionarios, antologías, revistas y periódicos literarios por autores.
Los tres compendios aludidos son guías indispensables para nuevos y no tanto lectores e investigadores. Son trabajos que destellan porque sus autores ofrecen un fuerte ejercicio histórico-literario de síntesis. Cada una de las tres obras recauda fechas y antecedentes de raros documentos literarios que también pueden verse como archivos históricos y bibliográficos, aunque no sea su principal función servir como tal.
Fuente: La Ramona