11/25/2013 por Marcelo Paz Soldan
“Es triste matar árboles para publicar libros que nadie lee”

“Es triste matar árboles para publicar libros que nadie lee”

foto cé

“Es triste matar árboles para publicar libros que nadie lee”
Entrevista a Cé Mendizabal
Por: Marcelo Suárez Ramírez

Pasado por sal, una obra con un innovador manejo del lenguaje, fue la ganadora del Premio Nacional de Novela 2013. Su autor, el orureño, Cé Mendizábal, que ya había ganado en 1999 por Alguien más a cargo, habla de su último trabajo y del oficio de ser escritor
¿Qué encontrará el lector de Pasado por sal?
Quiero creer que encontrará una historia donde se funden varias historias. Que según quien sea el personaje que lleve la voz cantante hallará drama, humor, ironía e, incluso, tragedia. Y también amor, por supuesto, porque es uno de los grandes temas de Pasado por sal… Bien se sabe que sin amor difícilmente hay drama e incluso tragedia, ¿no?
¿Qué rescata de la experiencia de escribir una novela que le tomó 15 años terminar?
Hubo variados momentos en que estuve a punto de alzar las manos, porque había en la novela algunas voces y episodios que sencillamente no corrían… no trabajaban en función del conjunto. Pero pude sobreponerme pensando que había partes que sí valían la pena, que sí merecían hacer todo el esfuerzo necesario.
Después de ganar el primer Alfaguara, ¿ha vuelto a leer Alguien más a cargo? ¿Cómo califica esa primera novela?
Te confieso que no. En algún momento después de la edición hice una revisión rápida porque descubrí que se habían cometido algunos errores, sobre todo excesos de parte del corrector. Fue un momento un poco frustrante, pero luego me dijeron que no se notaba… En fin. En todo caso, no hubo una lectura crítica como la que sugieres. Quizá sea algo que haga en un futuro, espero, un poco distante.
¿Cuál es el principal valor de un premio literario?
Sin duda el reconocimiento literario, el apoyo en términos publicitarios para algo que en estos días se hace cada vez menos: leer. Había pasado muchos años con mi novela entre manos, y sencillamente no iba a entregarla para una publicación que luego pudiera quedarse muerta en los estantes. Es doloroso el modo en que se mata demasiados árboles para publicar libros que nadie lee. De ahí es que decidí que seguiría el criterio de un jurado: si ellos avalaban mi novela, pues se publicaría. Si no, ahí quedaría.
¿Cuáles fueron las lecturas que lo encaminaron por la senda del escritor?
Aunque te parezca una barbaridad, es más fácil hablar de lo que desencamina a uno. Soy un mirón compulsivo de malas películas y de ellas a menudo extraigo algo. Más allá de eso, hay libros que siempre he admirado por encima de otros: ¿cómo no sentirse deslumbrado por La Guerra y la Paz? Cuando estaba en la universidad, uno de mis libros de cabecera era Bajo el volcán, de Malcolm Lowry. De aquellos tiempos siempre rescato al Chandler de El largo adiós, al Lezama Lima de Paradiso, al Muñoz Molina de El jinete polaco o al neurótico Naipaul de El enigma de la llegada.
¿Qué obra que ha leído últimamente recomienda?
Leo La broma infinita, de David Foster Wallace. Es un libro colosal, de esos que puede y debe tomar algunos años leer. A Houellebecq lo comencé a leer con cierta aprensión por su aire excesivamente cínico de varios pasajes, pero al final me encantó Las partículas elementales. Otro libro irrepetible a pesar de que está ya su buen tiempo circulando es 2666, de Bolaño. No paro de recomendar La montaña del alma, de Gao Xingjian.
¿Qué trabajos destaca de los autores bolivianos de esta generación?
Entre los que sí he leído, Maximiliano Barrientos y Rodrigo Hasbún me parecen fascinantes. Sebastián Antezana es un narrador que va a dar mucho que hablar. Liliana Colanzi y Emma Villazón son dos de las voces nuevas que me parece que van a llegar lejos.
Fuente: Brújula