01/16/2012 por Marcelo Paz Soldan
Entrevista a Wilmer Urrelo

Entrevista a Wilmer Urrelo


“La felicidad es esto: estar libre de todo y perder el miedo”
Por: Rodrigo Urquiola Flores

Ocho preguntas a propósito de Hablar con los perros, la nueva novela de Wilmer Urrelo Zárate

Sin dejar de todo el relato policial negro que se ve con mucha fuerza en Fantasmas asesinos (Premio Nacional Alfaguara de Novela 2006), ¿se podría afirmar que Hablar con los perros es una novela completamente distinta?, ¿en qué medida?

Wilmer Urrelo: Pues sí, me parece que es distinta en el sentido de explorar, quizá, aspectos más íntimos de los personajes. Por ejemplo, el Perro Loco o la propia Alicia. Y quizá hay un compromiso más radical con la técnica y el lenguaje.
Después de leer Hablar con los perros, se me vino a la mente un artículo que leí hace tiempo sobre un caníbal en Alemania que puso un aviso en internet en el que requería de un voluntario que quisiera ser comido. Se presentó alguien que deseaba suicidarse y que aceptó la propuesta del caníbal. Quedaron y el voluntario fue devorado. La justicia alemana estuvo debatiéndose un tiempo sobre el grado de culpabilidad del “asesino” y también sobre la culpa de la “víctima”. ¿Es esta nueva novela, de alguna manera, una respuesta a esa permanente indecisión de la justicia?
Wilmer Urrelo: No. Mira, el tema del canibalismo como búsqueda de la felicidad, tengo la impresión, fue gestándose en los tres años de escritura del libro de manera lenta, sin saber en realidad por qué se comían a la gente. Si hablamos del tema de la justicia como tal, yo me quedaría con uno de los personajes: Nancy, quien decide acortar el camino y hacer su propia justicia.
En Hablar con los perros, más allá del canibalismo organizado, se habla mucho de la felicidad, esa cosa sin forma e inalcanzable. ¿Qué es la felicidad dentro del universo narrativo de esta novela?, ¿no hay otra manera de ser feliz que comiendo gente?
Wilmer Urrelo: Jajaja. Claro que sí. La felicidad es esto: estar libre de todo y perder el miedo.
El canibalismo organizado decide que la carne de los ricos es mejor que la de los pobres. ¿Por qué este enfoque?, ¿por qué la carne de los “ricachos” es mejor?
Wilmer Urrelo: Porque hay un ingrediente de venganza. De posesión del ricachón. Algo que a los pobres no se les permite con mucha frecuencia.
A lo largo de la novela, a manera de distintos epígrafes, hay trozos de canciones de diversos grupos musicales, que van –si uno conoce las bandas– actuando como un soundtrack por debajo de la historia que va siendo narrada. ¿Por qué poner este telón de fondo?
Wilmer Urrelo: Porque es la biografía musical del Perro Loco. Además, por esos años andaba como intentando que la novela tuviera cierta musicalización y para mí eso era muy importante que se notara al momento de leerla.
La guerra del Chaco queda retratada de una manera singular, pocas veces vista en nuestra narrativa y libros de historia. El caníbal líder, Papá, aprendió a ser caníbal allí. La muerte de sus compatriotas lo alimentaba, lo hacía feliz. Un hombre con un destino triste que va a buscar la muerte y no la encuentra, que encuentra la de los demás para su propio beneficio. Un cobarde y un valiente al mismo tiempo. ¿Eso es lo que queda de aquella guerra que sólo conocemos de oídas, nosotros los nietos del Chaco: la imagen de un hombre cobarde-valiente que se come a sus compatriotas caídos?
Wilmer Urrelo: Sobre cómo volvieron nuestros abuelos de la guerra hay todavía mucha tela que cortar. Creo que lo que siempre me indignó de la guerra es pretender que ésta se acabó con la firma de la paz. La guerra se vino con nuestros abuelos, como una enfermedad, y trajo desastres enormes. Creo que eso, precisamente, es lo que nos falta explorar.
En contraposición a esto –pero no tanto– está el Perro Loco, ese tal José Luis Zurita, ese joven citadino –un joven cobarde y valiente al mismo tiempo– criado por dos madres y que pelea una constante guerra contra sí mismo, ¿intenta retratar de alguna manera otro tipo de desconcierto?, ¿un desconcierto más actual, tal vez?
Wilmer Urrelo: Sí, por supuesto. El Perro Loco es la contraparte de Alicia, en cierto sentido. Pero también es la típica creación de ese enorme desconcierto llamado familia paceña. Por eso, quizá, me interesaba explorarlo de una manera particular en la novela.
Alguna vez, en un libro sobre la guerra del Chaco, vi una imagen de un perro famélico que miraba al fotógrafo con atención, sus patas apoyadas sobre una trinchera y, a sus pies, los cuerpos muertos de los caídos. En algún momento de la novela escuchamos la voz de un perro, el perro de Vallejo. Lo último que leemos, antes de cerrar el libro, es: “Y yo, desde el piso, ladré una vez más”. ¿Por qué la novela se llama Hablar con los perros?, ¿quiénes o qué son esos perros?, ¿de quién o de qué es la voz privilegiada que puede hablar con ellos?
Wilmer Urrelo: Mira, eso del título fue algo muy gracioso. Resulta que la perrita de mis sobrinas se quedó conmigo y cuando terminaba de escribir la novela estaba a mi lado, impidiendo que lo hiciera. Mientras más la botaba ella más venía, entonces le dije: ¿en qué idioma quieres que te hable? Ahí salió el título y por eso le dedico la novela. Pero, fuera de eso, es muy curioso esto de los perros, pues la imagen o el sentido como tal, fue introduciéndose poco a poco en el libro. Cuando Vallejo conoce al perro (no al Perro Loco, sino al animal) no sé por qué, de un momento a otro, decidí ponerle voz y decidí también que fuera él quien cierre la novela y quien tuviera una visión general de los personajes. Además, me gustan los perros.
Fuente: Ecdótica