04/29/2008 por Marcelo Paz Soldan
Entrevista a Josep Barnadas

Entrevista a Josep Barnadas

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Josep M. Barnadas y el patriarca de las letras bolivianas
Texto: Redacción ¡OH!

¡OH! conversó con Barnadas sobre este importante evento en memoria del gran “documentalista, bibliógrafo, historiador, sociólogo, crítico literario y biógrafo”.
¡OH!: ¿Por qué es Gabriel René Moreno una de las figuras más destacadas en el ámbito de la literatura boliviana?
Hablar del valor de Moreno en las letras bolivianas exige, naturalmente, precisar de lo que se está hablando. Moreno no fue ni novelista, ni poeta, ni dramaturgo o cuentista. Para incluir la prosa moreniana en la ‘literatura’ hay que delimitar con criterio amplio el concepto; haciéndolo así, creo que sí se puede incluirlo en la literatura de Bolivia: para empezar, su estilo todavía en nuestros días se deja leer con fruición; habla de lo que hable: tiene una frescura, una ‘chispa’, un sentido del humor, que lo hace digno de antología.
Pero los principales quilates de Moreno en la cultura histórica boliviana se sitúan en otros parajes. Considero que hizo méritos para ganarse un lugar perenne en dicha cultura en diferentes áreas. Como gran historiador nos dejó Últimos días coloniales en el Alto Perú, imponente fresco de toda la época de la Colonia que precedió a los ‘sucesos’ del 25 de mayo de 1809 en La Plata o Chuquisaca; pero también dejó Anales de la prensa boliviana. Las matanzas de Yánez, pionera investigación sobre aquella masacre paceña basada en la lectura de lo que dijo de ella la prensa local. Como bibliógrafo compuso la Biblioteca Boliviana y sus dos suplementos y el Ensayo de un catálogo general de los periódicos de Bolivia. Como documentalista sentó cátedra con su Catálogo del Archivo de Mojos y Chiquitos. Como sociólogo, aunque no dedicó una obra específica a esa disciplina, sus análisis y pesquisas andan dispersas por cualquier rincón de sus otros escritos. Hemos de ver, pues, a Moreno en una dimensión múltiple. Y está plenamente justificado el título que se le ha dado de ‘Patriarca de las letras bolivianas’.
¡OH!: ¿En qué medida contribuyó Gabriel René Moreno a la educación boliviana?
Al haber pasado prácticamente toda su vida adulta (desde que se graduó de bachiller en Sucre) en Chile, no pudo tener ninguna intervención en la educación del país. Y en Chile, durante algún tiempo sí enseñó Literatura en el Instituto Nacional (institución de la que fue casi toda su vida bibliotecario).
¡OH!: Haber estado alejado de su tierra natal, ¿influyó de alguna manera en su pensamiento?
Naturalmente, la distancia que lo separaba de su tierra natal tuvo que influir en configurar su punto de vista sobre lo que sucedía en Bolivia y, también, sobre sus causas. Además, el no estar implicado en las pequeñas luchas y peleas de tipo político (luchas y peleas de las que muy difícilmente se podía liberar quien residía aquí) le daba una mayor libertad y limpieza de visión. En resumen, la distancia suele favorecer una visión más objetiva y, sobre todo, más ajustada a la real dimensión de las cosas.
¡OH!: Sus opiniones fueron blanco de críticas que le atribuían un escaso conocimiento de la realidad nacional, por haber estado alejado de su tierra. ¿Qué opina al respecto?
Tengo la impresión de que ese tipo de fundamentación de las críticas, si existió, no fue el más frecuente o el que tuvo mayor peso. Habría que distinguir entre los que le criticaron algo durante su vida y los que lo hicieron después de su muerte. En vida de Moreno realmente fueron pocos los que criticaron su obra (dejemos de lado el episodio de las ‘bases chilenas’ que el presidente Daza le obligó a traerle de Santiago a Arica); y la mayor parte de esos críticos estaba movida por intereses políticos. Después de su muerte si arrastró una serie de lugares comunes que le echaron en cara su ‘orientalismo’ (hoy diríamos ‘cambismo’), su pobre valoración de la población indígena andina; finalmente, lo que se consideraba su racismo.
¡OH!: ¿Cómo definiría Ud. a Gabriel René Moreno en este sentido?
Moreno fue ni más ni menos ‘racista’ que la mayor y más influyente parte de la élite boliviana de su época. Por tanto, sólo se podría imaginar que su conflicto con el país consistió en esto si admitimos que los ‘racistas’ occidentales lo único que les sobraba del ‘racismo de Moreno es que fuera de Moreno: es decir, un cruceño que no se mordía la lengua a la hora de mostrar y afear las vergüenzas bolivianas; y que para mayor culpa, residía en Chile; y que cayó la ingenuidad de obedecer la orden del presidente Daza de ser transportador de las ‘bases chilenas’.
Pero es que Moreno, no sólo compartía la ‘teoría’ de sus conciudadanos bolivianos, sino que unos y otros no hacían sino repetir lo que habían recibido de Europa, pasado por las submetrópolis hispanoamericanas (Buenos Aires, Lima, Santiago de Chile).
De ahí que me parezca particularmente odioso seguir repitiendo de memoria la cantinela del ‘Moreno racista’.
CRUCEÑO DE GRANDES PASIONES
¡OH!: Hombre de muchas profesiones ¿Cuál sería su pasión o vocación?
Su pasión que se apoderó de su vida fue dar a su país conciencia de su pasado, lejano y cercano. Para ello se puso a salvar los papeles del gobierno que se estaban pudriendo en rincones del Palacio presidencial de Sucre. Para ello se lanzó a acopiar y catalogar los impresos que se relacionaban con el pasado boliviano. Para ello esculpió algunos episodios que consideraba particularmente relevantes. Y hay que destacar que en esa agudísima conciencia de la necesidad en que están los pueblos de no dejar perder su memoria colectiva, jugó un papel decisivo y pionero: cuando en 1871 volvió por primera vez a Sucre, decidido ya a ‘documentarse’, eran muy pocos los que compartían su obsesión; pero, además, Moreno fue prácticamente el único que situó esa preocupación en el centro de su vida; y a ella sacrificó todas sus fuerzas y su tiempo. Y en este aspecto no tuvo competidor.
¡OH!: ¿Por qué se lo considera un erudito de su época?
Por la talla que alcanzó y el respeto que se ganó con su obra. No debería escandalizar a nadie ni debería nadie sacar consecuencias sesgadas, comprobar que –hasta cierto punto- aquella talla y ese respeto se manifestaron con mayor contundencia entre los eruditos de otros países que entre los bolivianos. Supuesta la realidad vigente, ya se podía vaticinar que sería así: cuando Bolivia empezaba a organizarse en la segunda mitad del siglo XIX (y aun esto entre muchísimas y grandísimas dificultades), en otros países andaban más adelantados y, por ello, estaban mejor situados para apreciar y valorar la obra de Moreno. En la práctica, para recibirlo como un verdadero ‘colega’: un igual con quien se puede entablar debate o emprender batallas comunes.
¡OH!: ¿Cuáles considera sus hechos más notables?
Obviamente, lo fundamental es que –desde Chile- jamás dejara de poner temática boliviana en el centro de su esfuerzo cotidiano. Que, ni siquiera después del ‘trauma de 1880’, flaqueara en sus opciones; y así, cuando retornó a Santiago de Chile en 1883, reemprendiera su tarea en el punto que la había dejado en 1779, cuando la invasión que Chile cometió contra Bolivia le obligó a salir de aquel país. Son pocos los bolivianos que, como dice el Evangelio, habiendo puesto la mano en el arado, no reconsideren su decisión y caigan bajo las dudas que plantea la realidad bravía: Moreno fue uno de ellos.
¡OH!: ¿En torno a qué temas girará su conferencia en homenaje a G. René Moreno en el Centenario de su muerte?
Como no puede ser de otra manera, trataré de hacer ver, por un lado los aspectos que nos han salido en esta conversión; pero por otro, trataré de mostrar lo que los bolivianos hemos hecho con su obra: cómo se ha reconstruido y valorado su vida y su obra; cómo se ha ido evolucionando de la condena a la consagración como el valor más sólido, más permanente que el país puede encontrar en todo su siglo XIX. Creo que el centenario de su muerte es una buena ocasión para ello.
Fuente: www.lostiempos.com