Entrevista a Fabiola Morales, autora de La región prohibida:
“Sólo he escrito lo que he visto pasar delante de mi nariz una y otra vez, la común y simple y plana y mediocre vida de la clase media”
Por: Irina Soto-Mejía
Fabiola Morales Franco es, citando a Edmundo Paz Soldán, “una de las grandes novedades de la literatura contemporánea y se suma de manera muy natural a las voces más consolidadas de las nuevas generaciones”. Su primer libro, La región prohibida, se presentó en el marco de la XIII Feria Internacional del Libro de Santa Cruz y se presenta el día de hoy, 13 de junio, en Cochabamba. El libro, publicado por Editorial Nuevo Milenio, está compuesto por ocho cuentos que exponen abierta y descaradamente al otro, indefenso y sin apariencias, en el frágil territorio de su intimidad. Fabiola nos habla de enfermedades mentales, cirugía plástica, abortos, tumores: de todas esas cosas que existen en las familias, pero nadie se atreve a nombrar: todo el universo –de palabras y emociones– que se niega, o esconde, al momento de nombrar la realidad.
Es importante indicar que las nuevas generaciones a las que se hace referencia en el párrafo previo son aquellas que, según mi criterio, están transitando tres puntos comunes en los que Fabiola fácilmente se adscribe: 1) la adopción del cuerpo como un lugar casi primordial en la narrativa, un cuerpo que es protagonista y a partir del cual se nombran la realidad y los contextos que aquel transita. Un cuerpo preso de una fisura que se relaciona con cambios – crecimientos (naturales o no), deformaciones y enfermedades. 2) Los autores con las búsquedas semejantes (aparentemente) a las de Fabiola –Rodrigo Hasbún, Liliana Colanzi, Maximiliano Barrientos, Sebastián Antezana, Christian J. Kanahuaty– exploran el desencanto, se detienen en los momentos de la pérdida de la inocencia, el instante preciso en el que, citando a uno de los personajes de Fabiola, “todo se va a la mierda”. 3) La variedad de paisajes y geografías nombrados, opuestos al lugar que nunca se nombra: Bolivia, y que se configura a través del carácter de lo personajes.
Con escritura impecable y rigurosamente creada (rindiendo honor a su maestría), Fabiola Morales Franco nos propone sinceridad, trabajo decantado y disfrute. La región prohibida es un must have para los seguidores de la nueva literatura boliviana.
1. Primero, por favor. Presenta(te) en breves líneas. Frente a la fría biografía de la solapa del libro –personalmente- siempre he preferido una auto presentación y sé que algunos lectores piensan como yo.
En realidad hay poco que decir de mí, soy una más, entre muchos, que vive fuera de Bolivia, en una ciudad maravillosa llamada Barcelona de la cual estoy permanentemente enamorada. Suelo ser tímida hasta la neurosis. Dicen que soy apasionada en lo que creo y en lo que pienso. Lo cual puede interpretarse como testarudez.
2. ¿Cómo comenzó tu interés por la literatura, cuándo comenzaste a escribir y cómo ha sido el acceso y proceso de tu primer libro publicado en Bolivia?
Mis padres dicen que ya a los dos años yo dormía con mis lápices y un cuaderno debajo de la almohada. Yo lo que recuerdo es mirar a mi abuelo leer el periódico de los domingos y envidiarlo infinitamente por saber descifrar esas lombrices que eran las letras. En mí hubo primero un ansia de saber antes que de comunicarme. Escribir vino después, más como un acto lúdico y a la vez de aislamiento e intimidad.
Sobre la segunda parte de tu pregunta, hace ahora casi dos años me quedé sin trabajo y de pronto me encontré con el tiempo necesario para sentarme, durante horas interminables, a escribir este proyecto. Quería desde el principio crear un conjunto de relatos que tuvieran un mismo hilo argumental, una coherencia que fuera capaz de unirlos. Así que en el proceso descarté algunos que no cumplían con esta norma y luego me dediqué a corregir el manuscrito y a pasarlo entre algunos amigos quienes me brindaron sus sabios consejos.
3. He leído tu nombre junto a dos términos: Creación literaria y Periodismo Gonzo. Primero, ¿qué puedes decir sobre la creación literaria, y ya en eso, como ves ese tema en Bolivia? Segundo, sobre el Periodismo Gonzo y la ficcionalización de uno mismo, Mariela es uno de los personajes que está presente a lo largo del libro. La pregunta curiosa –aunque quizás innecesaria- y obligada es: ¿Qué tanto de Fabiola está en Mariela, o viceversa?
Creo que hoy en día la creación literaria está cada vez más dejando de restringirse a las formas clásicas (novela, cuento, poesía) y comienza a reinventarse en formatos distintos, como la crónica Gonzo o el performace, entre otros. Yo creo que la diversidad conforma el progreso, un ser que no se nutre de experiencias que no tiene contactos con el exterior, que no crece o se transforma y permanece en la inalterabilidad está muerto.
Bolivia, como otras naciones en Latinoamérica, está dando sus propios pasos; yo sólo puedo alegrarme inmensamente cada vez que un compatriota es reseñado en un medio del exterior porque es el signo de que estamos en el mundo y no en un universo paralelo.
A pesar de que el Periodismo Gonzo me interesa como estructura y forma narrativa, de momento no soy parte de él. Mariela es un personaje recurrente en mis relatos no sólo dentro La región prohibida sino desde antes. He hecho que Mariela muera, que ame, que envejezca o se haga adulta desde hace muchos años. Si lo mío fuera el Gonzo, Mariela, como tu bien dices, se llamaría Fabiola Morales, tendría treinta y cuatro años y dividiría su vida entre su profesión (ingeniería) y su pasión (la literatura). Pero Mariela como todos mis personajes viven en unas hojas de papel y no son nadie real en particular aunque sí muchos en general.
4. ¿Cuál es la imagen que persigue a la literatura de Fabiola Morales? ¿Cuál es la idea –real o imaginada-, la historia, el tema que tú misma identificas que está detrás de tu escritura?
Me obsesiona la idea de la perisibilidad de las cosas, nada es eterno, todo se termina un día y lo que es mejor (o peor, según como se vea) sin interesar cuanto sufras o cuanto el hecho te marque o te duela, al universo sigue su curso. Y mientras tu mueres otro nace, mientras tu lloras otro ríe completamente ajeno a ti y a tus circunstancias.
4. En algunos de tus cuentos, ‘Me harás una calaca’, y ‘A dos pasos del infierno’, haces referencia a obras de la literatura y otras artes. Esos, desde mi perspectiva, dice mucho sobre los personajes y su carácter. Con el objetivo de conocer más a Fabiola, ¿cuáles son los escritores y artistas que puedes recomendar, para que nos hablen de ti y tu carácter?
Me gustan mucho: William Faulkner, Juan Carlos Onetti, Julio Cortázar, (al que le tengo devoción), Roberto Bolaño, Houellebecq, Julián Barnes… Concretamente como cuentistas: Raymond Carver, Kjell Askildsen, Lorrie Moore, Amy Hempel o David Foster Wallace, entre muchos otros.
6. De acuerdo a otras entrevistas, el título de La región prohibida tiene su causa en la denominación de ese espacio privado del otro como ‘el’ lugar prohibido, al que no se debe acceder y donde nunca se debe mirar -para lo siguiente, intentaré ser lo más precisa y clara posible-. Por curiosidad y con el deseo ahondar en ese título, llegué a conocer una acepción interesante sobre otra ‘región prohibida’: en electrónica, los circuitos digitales se denominan ‘familias lógicas integradas’, (una forma curiosa para denominar circuitos). Estas ‘familias’ sólo pueden tomar dos valores: 1 ó 0, y el valor de salida debe repetir el valor de entrada para un adecuado funcionamiento de la ’familia’. No puedo dejar de relacionar esto con tu libro. Los valores –herencias emocionales- que, dentro de, la familia (circuito) los padres entregan a los hijos, parecen tener que repetirse. Los daños deben repetirse, porque, citando el párrafo que he encontrado sobre los circuitos digitales: “Nunca deben estar operando en una situación intermedia de sus características, para que la tensión de salida no esté en la región prohibida”. ¿Es tal vez, la felicidad, una región prohibida para los personajes de tu libro? ¿Hasta que punto pesan las herencias emocionales, o ‘valores de entrada’ en tus personajes?
Mis personajes unos más conscientemente que otros están obsesionados con el pasado. No quieren repetir los errores, quieren salir de ese círculo y en el intento de “salvarse” provocan que el sistema (la zona de confort en la que viven) se desequilibre. Están yendo contra la norma, se están negando a caminar como ovejas porque de pronto han visto el cerco y más allá de él, el abismo. Entonces se detienen aunque la masa los empuja, es en este punto donde yo empiezo a contar sus historias.
7. Sobre lo mismo, me da la impresión que la circunstancia que se repite los relatos es el pasado. El miedo a fracasar, igual que los padres. La certeza del fracaso heredado. Esta es una imagen que está presente en la nueva generación boliviana, pero a mi parecer, mucho más marcada en tus relatos. Marcelo Paz Soldán comentó sobre tu libro: “Los hijos, de alguna forma, matan a sus padres, como la tragedia griega de Edipo”. ¿Esta imagen -la muerte material y/o inmaterial de los padres, y el padre más grande: Bolivia- que se repite a lo largo de tu libro, ha sido planificada?
Sí, la muerte del padre es la perdida de la inocencia. La muerte significa enfrentarnos a nosotros mismos sin la ayuda de nadie. No importa cuanto nos quieran o cuanto nos acompañen, en la muerte estamos solos y de allí no hay marcha atrás.
8. Otro par de palabras que se repiten y no dejan de comerme la cabeza son dos: la inocencia y la ingenuidad, que de acuerdo al libro, no son lo mismo. ¿Qué es, para ti, cada una, y en donde reside su diferencia?
La inocencia hace referencia a la ausencia de mal, el inocente es puro, no tiene malicia por lo tanto es incapaz de hacerle mal a otro. El ingenuo en cambio es simplemente una persona crédula, puede decirse que no tiene criterio para discernir; sin embargo esta cualidad no lo hace intrínsecamente inofensivo, ni bueno o malo en sí mismo. En realidad inocencia e ingenuidad son cosas muy distintas aunque muchas veces sean complementarias la una de la otra.
9. El viaje como punto de no retorno también está presente en varios de los relatos. Dos amigos quieren viajar, pero “cada uno quería ir a un lugar distinto y a partir de allí ya nada iba bien”, o la madre que despide a sus hijos pequeños sin saber cuando los volverá a ver, una familia mexicana que emigra y sabe que “hay viajes sin retorno, caminos que ya no se pueden desandar”. Las despedidas que guardan silencio frente a la pregunta: ¿Cuándo planeas volver? … ¿Hasta qué punto esto refleja la situación de la autora? ¿Cómo es Barcelona? ¿Cómo recuerdas Cochabamba? ¿Tu estadía en México? ¿Planeas volver?
Me interesa el viaje como aprendizaje, uno va a los lugares y puede pasar como se pasa delante de un escaparate: rápido y sin tocar, o uno puede entrar a la tienda, hablar con el dueño, meterse entre los estantes, descubrir cosas inimaginadas o reencontrarse con algo inauditamente familiar. El viaje también significa buscarse y entenderse a uno mismo a través del otro. Así Barcelona es el puerto, la lanzadera, la sala de embarque perfecta.
Cochabamba es el origen, el nido, el lugar seguro al que uno imagina que siempre está a tiempo de volver y que sin embargo se difumina en la distancia.
México fue la experiencia de vida y de muerte. En México se quedó con un retazo de mi alma, por eso me persigue y está presente en lo que escribo. Pienso constantemente en regresar a él, aunque sé que las personas que lo marcaron ya no están allí, y ya nada es, ni será nunca, como era antes. Y aun cuando fuera así, estoy segura que no cambiaría Barcelona. Barcelona es mi lugar feliz.
10. La familia (ya no hablando en términos de circuitos digitales). Es un tema que se repite en La región prohibida ¿Qué es la familia para ti? ¿Qué lugar ocupa en tu literatura?
Josep Plá, el poeta catalán, dijo alguna vez: “La familia, cosa curiosa”. La región prohibida no es más que un ejemplo de lo mismo.
11. Alguna vez leí en un artículo sobre Rodrigo Hasbún (ya no recuerdo si era ficción o no) lo siguiente: Mamá preguntando ¿por qué escribes pornografía? , eso me remite al comentario de Edmundo Paz Soldán sobre la nueva generación en la que te ha situado: “En un país pudoroso, en el que la gente es poco dada a hablar de sí misma y cuesta dar validez a la aventura personal, narrar los pequeños temblores de la intimidad puede ser más riesgoso que escribir una novela sobre el triunfo de los movimientos sociales” ¿Cómo ha sido para ti correr ese riesgo?
En realidad yo sólo he escrito lo que he visto pasar delante de mi nariz una y otra vez, la común y simple y plana y mediocre vida de la clase media. Donde vivo escribir sobre esto no es un problema, y en Bolivia tampoco debería serlo. Volvemos al tema de la diversidad y del enriquecimiento. A uno puede gustarle más o menos el tema o el enfoque de un escritor, pero uno no es dueño del lápiz de nadie, lo que no te llega o te motiva a ti, le llega y le motiva a otro.
12. Finalmente, la pregunta obligada en representación de todos los escritores noveles: ¿Puedes darnos referencias culturales que han contribuido en tu educación sentimental? Música, cine, literatura, pintura, lugares, relaciones, todo lo que creas conveniente.
Me gusta mucho la cultura japonesa, la manera simbólica de sus actos, incluso en las formas contemporáneas como el manga o el hentai. Me interesa la nouvelle manga, autores como Aurelia Aurita o Fréderíc Boilet. El cine de Kim Ki Duk (“Primavera, verano, otoño, invierno y primavera”, o “Time”) que es capaz de ahondar en la naturaleza humana sin utilizar apenas palabras. Mis amigos en Barcelona suelen bromear diciendo (sobre mí) que veo únicamente pelis Iraníes, solo porque le tengo cierta manía inamovible e irrestricta a Hollywood. Y es que muchas veces uno también se define por aquello a lo que rehúye.
Me gusta también el carácter transgresor y a veces un poco sin motivos del arte contemporáneo, hace un tiempo estuve algo obsesionada con Gil J. Wolman y su condición de letrista. Por lo general lo que hago es visitar los museos de arte contemporáneo de las ciudades a las que viajo (me encanta viajar, creo que no tengo un solo peso ahorrado solo porque me lo gasto todo viajando) o miro blogs; últimamente el de Dadanoias o Anormalmag. Y finalmente leo, leo todo lo que puedo: los clásicos, los grandes, los nuevos, a los famosos y a los que no lo son tanto, e inincluso, a aquellos que no lo son en absoluto.
Fuente: Ecdótica