Roberto Bolaño: La parte de los crímenes
Por: Miguel Esquirol Ríos
[…]más de trescientas mujeres violadas y asesinadas en un periodo de tiempo extremadamente corto, desde 1993 hasta 2002, en una ciudad en la frontera con Estados Unidos, de apenas un millón de habitantes.
(Roberto Bolaño – Entre paréntesis)
En una ocasión Roberto Bolaño escribió sobre un libro que su admirado Nicanor Parra no había logrado escribir. Bolaño anota: “Me pregunto quién escribirá ese libro que Parra tenía pensado y que nunca escribió: una historia de la segunda guerra mundial contada o cantada batalla tras batalla, campo de concentración tras campo de concentración, exhaustivamente […]”
(Entre Paréntesis 2004) este es un libro que compara con el Canto General de Neruda y que a Bolaño, gran recopilador de detalles, le parecía importante y quizás necesario. La descripción de aquella obra monumental jamás escrita contaría una historia conocida pero no suficientemente comprendida como es la de la Segunda Guerra Mundial, aquel momento en la historia que demuestra el mayor horror concebible y que podría haber destruido, o al menos cambiado a la humanidad, y de paso a la literatura como planteaba Adorno.
El tema del horror, de la violencia y la maldad será el corazón de aquella obra y la narración como dice en el texto “contada batalla tras batalla, campo de concentración tras campo de concentración” era la única forma que Parra (y Bolaño) concebían para contarla. El libro de 2666 de Roberto Bolaño también habla de violencia y horror, de una violencia quizás no tan desmedida como la de la Segunda Guerra Mundial pero bastante menos conocida. Quizás esa fue la razón que lo llevaría a realizar su obra póstuma y sobretodo a escribir el capítulo “La parte de los crímenes” en su magna obra 2666. Es así que en “La parte de los crímenes” relataría los asesinatos de las mujeres en Ciudad Juarez contados crimen tras crimen, asesinato tras asesinato repitiendo aquello que decía de la obra no escrita de Parra.
¿Cual fue la razón que lo llevaría a escribir esto?. ¿Cual es el motivo de esta relación exhaustiva (usando sus propias palabras) de crímenes para narrar este hecho monstruoso?.
En una entrevista que tuve la fortuna de hacerle le pregunté a Roberto Bolaño sobre la forma de narrar la violencia. “Narrar la violencia es muy difícil. Una respuesta práctica sería desechando el solipsismo(1) […]. En cambio el behaviorismo (2) es una literatura de conductas, de hábitos. Un personaje es lo que hace, es lo que dice. Una literatura objetiva al máximo. El problema es que una literatura así, narrando estados de violencia en Latinoamérica, puede caer rápidamente en una prosa policíaca” (El Juguete Rabioso 2003). Esta frase quizá podría ser un inicio para encontrar una respuesta.
La representación del mal
Otra obra donde Bolaño narraría el mal y la violencia, pero en un tono muy distinto, es en la novela “Estrella distante”. En esta también intenta develar el sentido de la violencia y de la maldad pero a diferencia de “2666” centrando la historia en el criminal (lo que hace y dice) y no en las victimas.
“Estrella distante” cuenta la historia de Carlos Wieder, personaje por el cual el narrador siente atracción y repulsión, su carrera artística y los asesinatos que comete. Uno de los puntos centrales del libro es que la obra artística del asesino no es un monstruoso reflejo de sus crímenes, sino es una obra de arte estética y crítica. Este alejamiento entre lo artístico y lo moral es para Bolaño una de las claves para hablar sobre mal.
En el personaje de Wieder, Roberto Bolaño reúne la maldad en íntimo contacto con la cotidianidad del arte y la poesía. Dando un paso más allá del dado en “La literatura Nazi en América”, Bolaño decide describir el aura de brutalidad que gira alrededor de un personaje y las huellas que esta va dejando en su propia historia y en los personajes con los que interactúa.
Pero si en “Estrella distante” Bolaño habla de los crímenes a partir de una obra estética (de la cual los crímenes pueden formar parte), en “La parte de los crímenes” Bolaño decide dejar fuera de su universo narrativo todo lo estético para relatar exhaustivamente, (otra vez volvemos a esta palabra), y casi policialmente todos los crímenes ocurridos. A pesar de que existe claramente un intento estético en la narración de este capítulo, la descripción de los crímenes (no los describe todos, pero como si lo fueran por su cantidad) no tiene un afán estético sino principalmente descriptivo y moral. En este libro está muy claro dónde se encuentra el mal: en los cadáveres de todas las mujeres que se van encontrando semienterrados en la arena. Aquí no se oculta el crimen, no se lo esconde detrás de la historia del criminal (porque no se lo conoce) ni se utiliza un disfraz estético para su descripción.
Los asesinatos tan iguales pero tan diferentes en sus particularidades, tantos que llegan hasta el hartazgo y la nausea, descubren el objetivo de Bolaño. Aunque el resto del libro tenga objetivos estéticos y narrativos, este capítulo, esta novela monstruosa en su misma construcción, tiene sobre todo un objetivo moral: La narración del mal. Un objetivo y una forma similar al libro que Parra nunca escribo. Bolaño describe crimen a crimen, mujer a mujer, todos aquellas crímenes de jóvenes muertas por mano desconocida en Ciudad Juarez.
Borges ya repetía “Un hombre son todos los hombres” pero en este caso Bolaño quiere dar la vuelta a este enunciado mostrando que a pesar de las similitudes de todos los crímenes, no basta con mostrar un crimen para comprenderlos todos, hay que mostrar todos los crímenes para acércanos a su comprensión.
Conclusión
En el libro “Estrella distante” a diferencia de “La parte de los crímenes”, no existen cadáveres, únicamente crímenes y palabras, como si entre estos dos elementos inmateriales se quisiera conjurar la ausencia de cadáveres. Pero esta afirmación es errónea, en “Estrella distante” hay un solo cadáver el de Angélica Garmendia, que pasa inadvertido después de leer la incomparable marea de seres humanos muertos, putrefactos o ya simplemente huesos en la tierra. “La parte de los crímenes” está inundado de cadáveres. “Estrella distante” habla de crímenes, en “La parte de los crímenes” no existen estos, solo los cadáveres. Lo único que nos queda son los cuerpos semidesnudos de las mujeres muertas.
El narrador de “Estrella distante” también se da cuenta de esta diferencia, escribe: “nunca se encontrarán los cadáveres, o sí, hay un cadáver, un solo cadáver que aparecerá años después en una fosa común, el de Angélica Garmendia, mi adorable, mi incomparable Angélica Garmendia, pero únicamente ése, como para probar que Carlos Wieder es un hombre y no un dios” (Estrella Distante, 1996).
Y esta última diferencia entre el hombre y el dios desvela el verdadero horror del libro de Bolaño. Cientos de cadáveres y la sombra de muchos cientos más de los que nadie supo nada. Si bien el título de la obra largamente debatido, 2666, hace referencia a una cifra demoníaca e inhumana, la presencia de los cadáveres demuestra justamente lo contrario. Los crímenes han sido realizados por hombres y solamente por hombres. No hombres casi dioses como Wieder, sino por hombres normales que se esconden en las sombras, en los coches oscuros, en su dinero, pero hombres. Y los cadáveres de cientos de mujeres son prueba de ello.
(1) Solipsismo es la creencia metafísica de que lo único que en realidad podemos saber es que sólo existe uno mismo, y la realidad que nos rodea puede no ser más que parte de los estados mentales del propio yo.
(2) El behaviorismo se fundamenta en la proposición de que el comportamiento es interesante y merecedor de investigación científica per se.
[Fuente: http://www.revistanarrativas.com/]
10/03/2007 por Marcelo Paz Soldan