08/31/2009 por Marcelo Paz Soldan
Eligen las novelas fundacionales?

Eligen las novelas fundacionales?

Juan-de-la-Rosa

Las novelas fundacionales y el canon
Por: Marcelo Suárez

Social y estéticamente representativas. Así son las diez obras elegidas por escritores, académicos, periodistas y editores como las novelas fundacionales de la literatura boliviana. Al menos así lo determinaron quienes redactaron la lista final, elaborada el pasado fin de semana en el Centro Simón I Patiño de Cochabamba, luego de un largo proceso que se inició en septiembre de 2007, cuando el entonces Viceministerio de Culturas (encabezado por el hoy ministro de esa área, Pablo Groux) anunció el proyecto de armar una selección de obras bolivianas fundamentales. Desde aquella vez hasta hoy pasó mucha agua por debajo del puente, pero también mucha polémica.
Primero fue la lista diseñada por el escritor Néstor Taboada Terán, que provocó un rechazo casi general de diversos sectores, sobre todo de autores locales disconformes porque en la lista no figuraba ninguna obra representativa de la región oriental del país. Esto derivó en un proceso de votación por Internet para escoger las diez mejores novelas bolivianas, idea que tampoco prosperó. Finalmente, el flamante ministro Pablo Groux llegó a un acuerdo el año pasado con la carrera de Literatura de la UMSA para que llevase adelante el proceso de selección.
La etapa final de este proceso tuvo su inicio en la pasada Feria del Libro de La Paz, en la cual se conformaron cuatro mesas de escritores, académicos, periodistas y editores, cuyos miembros dialogaron sobre el tema y presentaron sus respectivas listas, argumentadas. A los resultados se sumaron las recomendaciones de otra mesa que participó en el Foro de Escritores Bolivianos en Cochabamba. Un tercer momento recogió las recomendaciones de las cinco mesas preparatorias e incorporó las mismas en dos mesas (académicos, por una parte, y escritores, editores y periodistas, por otra), que sugirieron una lista de diez obras. Ambas estuvieron coordinadas por la directora de la carrera de Literatura de la UMSA, Raquel Montenegro y el docente de esta materia Guillermo Mariaca. Finalmente se relacionaron las dos listas y se procedió a una última votación, que resultó en una sola lista de diez novelas, encabezada por Juan de la Rosa, de Nataniel Aguirre.
Sin embargo, llegar a ese punto no resultó fácil, pues los participantes del encuentro se toparon con cuestionamientos de diversa índole acerca de la pertinencia o no de algunos títulos y autores propuestos. A pesar de que hubo consenso absoluto en las seis primeras obras de las lista, el debate se tornó espinoso cuando se hizo evidente que diez novelas son insuficientes como para hablar de una selección definitiva. De ahí que se determinó someter a votación otras 12 obras propuestas, de las cuales surgieron las cuatro restantes para la lista de diez y cinco más que se sugirieron para su publicación.
Aunque al final casi todos mostraron su conformidad con la lista, estas cinco obras ‘sugeridas’ dejaron satisfechos especialmente a los que peleaban por hacer entrar a sus ‘favoritas’ y que, entre otros argumentos, propugnaban cuestiones de género en el debate (Íntimas, de Adela Zamudio, la única obra de autor femenino) y hasta de región. Acerca de este último aspecto, algunos de los autores cruceños presentes, como Alejandro Marat y Paz Padilla, defendieron la presencia de obras del oriente boliviano (finalmente ingresaron cuatro), mientras otros exigieron la inclusión de la obra de Ramón Rocha Monroy, El run run de la calavera, pues era ‘fundacional’ para la literatura cochabambina contemporánea. Otro tema de amplia discusión fue si correspondía la inclusión de Historia de la Villa Imperial de Potosí, de Bartolomé Arzáns de Orzúa y Vela (por tratarse de una obra pre-republicana) de El otro gallo, de Jorge Suárez (muchos la consideran un cuento) y de El loco, de Arturo Borda (es una obra autobiográfica en tres volúmenes, relacionada con la teoría del arte).
REACCIONES
“Después de haber discutido, seleccionado, votado y trabajado arduamente, podemos decir que nos sentimos satisfechos. Es el primer paso y esperamos que al final tenga éxito, así como también que se desarrollen proyectos similares para otras áreas y géneros”, manifestó Raquel Montenegro, luego de concluido el Encuentro de la Novela Boliviana. La académica agradeció al ministro Groux por darle la oportunidad de ser parte de este proceso, como también a todos los participantes.
La autoridad nacional, a su vez, afirmó que tomará en cuenta las recomendaciones que se redactaron en la memoria del encuentro. “El ministerio asume el compromiso de publicar, hasta fin de año, las diez primeras novelas de esta selección de 15. No hemos podido precisar el monto exacto que demandará esta inversión, pero anticipamos que tenemos recursos reservados para llevar adelante este emprendimiento, con el objetivo de que los bolivianos tengan una colección con lo mejor de nuestra literatura”, aseveró Groux.
Antes del encuentro, la convocatoria del ministerio encontró posiciones disconformes con algunos puntos de la misma, como lo manifestó la editorial La Hoguera en un documento en el que cuestionaba, entre otros puntos, qué es lo fundacional y por qué comenzar con novela, partiendo del hecho de que somos un país latinoamericano de cuentistas (orales y textuales) y de poetas.
Por su parte, la escritora montereña Giovanna Rivero afirmó: “No desmerezco este ejercicio de sistematización; puede, de hecho, obligarnos a pensar con mayor profundidad y, en el caso de sociedades donde la literatura ha sido vista como un producto cultural colateral o de ornato, tomar conciencia de que no es así. Sin literatura no hay espíritu. Lo que sí me preocupa es que esta elección de obras canónicas esté presionada por otras prisas, por una maquinaria -parafraseando el último título de Homero Carvalho- de los secretos. Si de verdad queremos que las tradiciones literarias entren en diálogo, quitemos el corsé de este o cualquier ‘ranking’ y busquemos y generemos espacios de reflexión literaria seria que se deban estrictamente a la tarea de madurar en la lectura, la comprensión y la escritura literaria. Es un proyecto menos inmediato pero de resultados transformadores”.
Recomendaciones
– La participación de todos los agentes culturales involucrados en el proceso de selección es fundamental. Se recomienda repetir este procedimiento en las siguientes etapas.
– Se sugiere ampliar la selección nacional a varias selecciones regionales, responsabilizando de este trabajo a las universidades y a los gobiernos departamentales o municipales.
– Al tener la mayoría de las obras seleccionadas, derechos reservados por sus autores o por las editoriales bolivianas, es necesario que el proceso de adquisición de esos derechos o de ejemplares de esos libros se haga de acuerdo con ley.
– Se recomienda la inclusión de la selección de novelas en el diseño curricular de la educación secundaria del país.
Las 5 sugeridas
– Íntimas, de Adela Zamudio (1913)
– Historia de la Villa Imperial de Potosí, de Bartolomé Arzáns de Orzúa y Vela (1736)
– El Loco, de Arturo Borda (1966).
– La Virgen de las Siete calles, de Alfredo Flores (1941)
– El run run de la calavera, de Ramón Rocha Monroy (1983)
Opinan acerca de la lista
Homero Carvalho
Escritor
No pude asistir al encuentro, a pesar de que me invitaron. Sin embargo, estoy satisfecho con los resultados porque me parece que se ha logrado un consenso entre escritores, académicos, periodistas y editores para no hacer una cosa arbitraria, sino más bien democrática. Fue una buena iniciativa del ministerio, que llevó adelante la carrera de Literatura. Sin embargo, hubiera preferido una lista aparte de autores fallecidos, pues muchos de ellos ya se constituyen de por sí en clásicos. Asimismo, me hubiera gustado que en las cinco obras sugeridas se incluya Siringa, de Juan B. Coimbra, por ser la novela de la selva por excelencia.
Paz Padilla
Escritor/cineasta

Destaco la apertura que permitió escuchar otras voces, más allá de las acostumbradas. Eso obligó a la necesidad de establecer consensos para llegar a un resultado justo. La lista final representa la recuperación de autores esenciales que son parte del ideario colectivo de nuestra sociedad. La región oriental tiene escritores que han aportado mucho a la literatura nacional y, dentro de esta lista, hay cuatro fieles exponentes de esta tradición. Ojalá que las autoridades logren ampliar esto no solamente a otros géneros, sino también a otros territorios. Eso demostrará un verdadero reconocimiento de toda la diversidad que hay en este país.
Las 10 elegidas
– 1. Juan de la Rosa, de Nataniel Aguirre (1885). Ha sido germen de una literatura épica que durante décadas ha nutrido la bibliografía de textos educativos y literarios.
– 2. Felipe Delgado, de Jaime Saenz (1979). El ‘boom’ de la novela urbana surgió a partir de este texto. El libro trata de un paceño que, poseído por el alcohol, deambula por la ciudad buscando sentido a su vida.
– 3. Jonás y la Ballena Rosada, de Wolfgango Montes (1987). Marca la irrupción de una estética de la posmodernidad en Bolivia, cuando el sujeto urbano entra en crisis por factores socioeconómicos, como es el caso del narcotráfico.
– 4. Los deshabitados, de Marcelo Quiroga Santa Cruz (1959). Aunque ha sido percibida como una ‘novela social’, esta obra trasciende ese pacto con la realidad política y se postula como una obra de arte de vocación universalista.
– 5. Tirinea, de Jesús Urzagasti (1965). Se percibe un proyecto ontológico en esta novela, algo que excedía el mero compromiso político que la novela realista había asumido desde fines del Siglo XIX.
– 6. La Chaskañawi, de Carlos Medinacelli (1945). El autor pinta la realidad sociológica del siglo pasado, ahondando en la división de clases y culturas.
– 7. El otro gallo, de Jorge Suárez (1985). La combinación del poeta y el narrador se funden en esta singular ‘novela corta’ que retrata la épica de un bandolero.
– 8. Aluvión de Fuego, de Óscar Cerruto (1935). En esta obra, la Guerra del Chaco es narrada como un momento en que el hombre boliviano experimenta las preguntas existenciales más dolorosas.
– 9. Matías, el apóstol suplente, de Julio de la Vega (1971). El autor fue quien llevó más lejos el paralelismo entre los símbolos cristianos y los de la guerrilla en Bolivia.
– 10. Raza de Bronce, de Alcides Arguedas (1919). Es la obra más representativa de la novela indigenista. Arguedas lleva los estereotipos bolivianos hasta sus últimas consecuencias.
Fuente: El Deber/Brújula