El nuevo advenimiento del Apostol Brown
Por: Alfredo Álamo
Cuando nadie daba nada por un libro de misterios y conspiraciones escrito por un completo desconocido llamado Dan Brown, todas las alarmas de la iglesia católica saltaron en un estruendoso repicar de campanas al entender que dicho libro atentaba contra la sagrada institución y, además, se metía bastante con el Opus Dei, algo que entre la curia de la época no podía estar más mal visto.
Daba igual que en realidad Brown se hubiera documentado viendo películas de los años sesenta o que sus conocimientos geográficos estuvieran bastante por debajo de los de un niño de primaria: nada le sienta mejor a un libro que una buena polémica voceada a grito pelado por instituciones de ámbito internacional. A decir verdad, la primera vez que oí hablar de El Código da Vinci fue en las noticias de mediodía. No hay dinero que compre esa publicidad, sobre todo por ser gratis. Así que, lejos ya de aquel momento, y teniendo en cuenta que el foco de Brown en esta ocasión parece ser la Francmasonería, con lo que es poco probable mucha publicidad polémica, había que buscar otras formas de llegar al gran público.
Y es que a algunos medios les puede el clamor de una noticia rimbombante, es cierto, y las editoriales, bueno, la gente de márketing, lo sabe muy bien. Ya lo hicieron con el último libro de Zafón anunciando una descomunal tirada de un millón de ejemplares y ahora, con Dan Brown y su El Símbolo perdido, vuelven a darle fuerte a la guerra de números con la noticia de su tirada: un millón y medio.
Dejando a un lado el impacto mediático (hasta el momento se han hecho eco una inmensa mayoría de medios) lo cierto es que no me gustan las tiradas de ese tamaño, son como una oleada imparable de lineales, de libros amontonados en pirámides siniestras que acechan a la entrada de los centros comerciales, de clonación absoluta de portadas que copan estantería tras estantería como si fueran un fallo en Matrix incapaz de ser corregido.
Dan Brown saca su nuevo libro después de años de preparación y en Estados Unidos la tirada también es grande: tres millones y medio, pero teniendo en cuenta el tamaño de los mercados, cualquiera puede ver quién anda algo descompensado. Sobre todo cuando acudimos a noticias tales que en Inglaterra el libro se ha puesto a la venta en varias librerías de internet a, atención, redoble de tambor, 5 libras, aplicando una salvaje política de descuento que deja al libro precio casi de saldo.
Lo que no entiendo del todo es la estrategia del secreto sumarísimo sobre el argumento del libro, y no ya sobre su crítica -que se suele dejar para después del lanzamiento- sino ese aura de misticismo y misterio que venden, sabiendo, después de diez años de libros y más libros sobre conspiraciones religiosas y mitos históricos, que queda bastante poco donde rascar. Así lo han entendido también en varios periódicos americanos que han decidido romper ese embargo, desconozco si tácito o concertado, sobre El símbolo perdido, aclarándonos que Brown vuelve con más de lo mismo, pero que da igual: lo vas a acabar comprando de todas formas.
Fuente: Lecturalia