El romántico honor y la humillación: sobre Cartas para entender la historia de Bolivia
Por: Gilmar Gonzáles
Además del libro compilado por Mariano Baptista (Cochabamba, 1933) Cartas para comprender la Hitoria de Bolivia y gracias a él, tengo en frente, del mismo autor, o compilador, la Historia Gráfica de la Guerra del Pacífico (HGGP), y la Historia Gráfica de la Guerra del Chaco (HGGCh). Aún se puede encontrar ambas publicaciones entre los libros usados, y no son interesantes solamente para un público letrado, sino también para un lector/espectador común.
Me explico. La HGGP y la HGGCh son colecciones de documentos (imágenes, tratados, cronologías, mapas, ilustraciones, etc.) publicadas en 1976 por la “Biblioteca Popular Boliviana” de Última Hora. Parece que esta biblioteca —una iniciativa del autor/compilador en cuestión, Mariano Baptista Gumucio (MBG)— “fue una colección que llegó a abarcar más de 50 volúmenes a precios muy bajos, entre reediciones de clásicos y estudios de temas contemporáneos”.
No creo que sea aventurado afirmar que las colecciones de Baptista (documentos y biblioteca) compartan un espíritu similar con la colección de textos que el Centro de Investigaciones Sociales está presentando a través de la “Biblioteca del Bicentenario de Bolivia”, no solamente por la forma, sino por la actitud de publicar documentos (seleccionados) destinados a un público más amplio. ¿Qué tan amplio? Ahí es donde los proyectos difieren. La BBB parece estar destinada a un público letrado, y las selecciones de Baptista a un lector de distintas clases según la publicación.
Todos los libros de Baptista aquí mencionados, pero también su colección de textos sobre los nueve departamentos de Bolivia, escritos por antiguos viajeros y cronistas (un tomo por departamento), dos tomos que reúnen la correspondencia de Carlos Medinaceli y las cartas de Alcides Arguedas a los presidentes de Bolivia, todos son libros en los que las opiniones, las valoraciones, la vida y obra del compilador, aparecen como datos marginales. Si Baptista está presente es, como en las Cartas para comprender la historia de Bolivia, prologando inocentemente y anexando su propia correspondencia con Zavaleta, cuestionando el valor que pueden llegar a tener obras de esta índole.
Incluso en la forma con la que Baptista dispone de su material, o sea como montajista, también se oculta. Es chistosa, en ese sentido, la decisión de dividir el libro en tres partes y nombrarlas: “1. De la Colonia a la Independencia”, “2. Los primeros años de la República” y “3. El siglo XX”. No digo que esto es hilarante como lo sería tener nombres tipo: “los locos años de la república”, pero es gracioso pensar que las Cartas estaban tan sujetas al orden cronológico que el organizador no acotó ni palabra, ni signo divisor; dispuso del material con la indiferencia misma del tiempo, tanto así que los editores tuvieron que lanzar el famoso proustianismo: “¿Una sola línea de tiempo desde la llegada de Colón hasta ahora? No.”
La palabra montajista no ha sido usada de pasada. Hay una cita de Augusto Céspedes —no precisamente sobre estas obras— en la que compara el estilo de Baptista con el de un documentalista de cine. Y es que disponer de los documentos de esta forma tiene algo de cinematográfico.
Es también desde la historia del cine de donde provienen algunos cuestionamientos: si las cosas fluyen sin aparente tranca, los hechos se presentan con una naturalidad dudosa. Olvidamos a los titiriteros. Las cosas pasan de la manera como dispusimos. A través de la oscuridad del pasado y del futuro, el mago anhela ver. Un canto entre dos mundos. 107 cartas dispuestas por don Mago. ¿Qué son para la historia de Bolivia?
Depende. Que la forma sea la de una cantera de documentos, crea de entrada un nuevo tipo de lector. Más un investigador que un consumidor pasivo. Más productivo y más escéptico, además.
Voy a terminar este texto con puntos suspensivos después de explicar lo de productivo y escéptico con un par de cortes.
1. Bigotes: El lector que se enfrenta a una obra como Cartas puede actuar frente a ella como un investigador junior (junior por los ya mencionados constreñimientos del libro). Puede reorganizar el material bajo propios criterios, verbigracia: el rol de la mujer, conflictos ideológicos vs conflictos partidistas, el indio, el descubrimiento incesante, colonia latente, conflictos armados, democratización de la escritura, lo oral invadiendo las convenciones de la escritura, etc. De un libro como la HGGP se podría sacar una categoría como “moda en bigotes en la Bolivia del XIX”. Una categoría muy interesante, digamos, para un lector mal entretenido, o un director de arte. De hecho, estoy seguro que esta publicación brindó el material que se consultó para el diseño de producción y de bigotes en la película Amargo Mar.
En las impresionantes fotos de archivo de la Guerra del Pacífico, las cabezas de los muertos estaban más a la mano a través de una publicación así, que hoy en día a través de Google. El producto es la mejor dirección de arte que se hizo en nuestro país. Tétrica por nigromante.
2. Citar a conveniencia: En la introducción de HCF Mansilla a las Cartas…, se cita un fragmento de la carta del representante de Chile, Abraham König, al Ministro de Relaciones Exteriores boliviano. El fragmento que HCF elige reúne estas belicosas palabras: “…Nuestros derechos nacen de la victoria, la ley suprema de las naciones. Que el litoral es rico y que vale muchos millones, eso ya lo sabíamos. Lo guardamos porque vale…”. Al citar, es sencillo hacer(nos) caer en una ilusión sinecdótica. La parte aparenta ser el todo. Mediante una cita así, el discurso chileno calza muy bien con la representación que de éste nos hacemos como bolivianos. Más conflictivo sería citar otro momento de la misma carta para retratar con malicia: “En materia tan delicada es preciso juzgar con ánimo sereno y no apasionado, olvidar ideas preconcebidas y ver las cosas tales como son y no como pudieran ser. El hombre de Estado debe mirar más allá del día de mañana. Es propio de políticos vulgares aferrarse a una idea que esté en armonía con el sentimiento público dominante, porque de esta manera no hay necesidad de observar y estudiar, ni menos de combatir: basta y sobra con dejarse llevar.”
3. Parafrasear a conveniencia: enfrentarnos a documentos íntegros, nos permite además reinterpretar muchos eventos leyendo lo sugerido, lo que parece solamente implicado por cartas así. Por ejemplo: en una carta de Eliodoro Camacho a Hilarión Daza se sugiere que la mejor forma de salir airosos del conflicto bélico contra Chile parecía ser el ceder territorio sin entrar en batalla, ahorrándonos así tanto la muerte como la total pérdida de nuestro mar. Bolivia, sin embargo, prefirió el romántico honor y la consiguiente humillación. Como buen paranoico uno se puede preguntar, tal vez malinterpretando, si es que acaso al ceder territorio, Melgarejo nos ahorró una gran guerra, y la historia fue escrita por otros honorables románticos, resentidos por la falta de valor, haciendo de un símbolo de paz –un caballo blanco-, un objeto egoísta y loco.
Fuente: La Ramona