05/05/2007 por Marcelo Paz Soldan

El Quevedito de Jaime Saenz

EL QUEVEDITO DE JAIME SAENZ
Por Virginia Ayllón
¡Para cagar de risa!

Muchos escritores han cometido, seguramente entre otros, el delicioso pecado de editar un periodiquito de Alasitas. Fieles a la tradición, lo han hecho desde el anonimato, de tal forma que otro regalo constituye “descubrir” a los autores de tan preciado ejercicio. De ahí se supone que Rosendo Villalobos, Alcira Cardona, Antonio Paredes Candia, Edgar Arandia, Humberto Quino, Rodney Montoya y otros cayeran ante esta exquisita tentación. Por que no hay que olvidar que el periodiquito de Alasitas, con una tradición de 161 años de publicación -24 de enero de 1864 sería la fecha de publicación del primer periodiquito, según el bibliógrafo Gabriel René Moreno-, tiene dos características que sazonan su sabor: el anonimato y la ironía. No es extraño pues que los amantes de la palabra hayan sumado la publicación miniatura entre sus amores idólatras.

El año 2006, se restituyó el Sindicato de Periodistas de Alasitas, mismo que declaró a Jaime Saenz (en verdad fundador del sindicato) como Presidente Perpetuo. No resulta raro que Jaime Saenz haya también sucumbido a este placer, fundamentalmente por su estro paceño. Casi se puede afirmar que para que alguien se precie de ser paceño habrá de publicar un periodiquito de Alasitas.

El Quevedito es el periodiquito hecho por Jaime Saenz, quien se oculta tras el mote de Emeterio Uña, director responsable de la publicación editada por Ediciones Piedra Libre. Este opúsculo –de 18 páginas y 18×13 cm- apareció el 24 de enero de 1980.

Aseguro que la delicadeza irónica de este periodiquito se inicia con su nombre. Por una parte, por que hace referencia al Quevedo, cierto rebelde personaje paceño que vivió en esta ciudad ni bien instaurada la República y que mostraba su rebeldía despachando sus innecesidades orgánicas en plena vía pública. Muy pronto los habitantes paceños homenajearon tan notable desobediencia haciendo de él un personaje de Alasitas. Era éste una alcancía de yeso que plasmaba la imagen del cuarentón, bigotudo, gordo, con camisa, sombrero y un terno innegablemente pequeño para su talla, en la posición que había escogido para su arte rebelde.

¡Pero no era Saenz un etnógrafo urbano sino el gran decidor de la ciudad de La Paz! Por ello, no duda en escoger a otro Quevedo para esculpir el lema de su periodiquito.

Nuestro lema:De los placeres sin pecar, El mejor es el cagar.-Francisco Quevedo y Villegas-

Fiel a la tradición alasitera del juego y sabido de las piruetas con la palabra, Emeterio Uña trae a Erasmo de Rótterdam como compañero de correrías del memorable Francisco Gómez de Quevedo y Santibáñez Villegas y ante el duelo de palabras, Saenz se desdenta de risa:

Un día caga sol,No te vayasCaca comerás(Un día que haga sol,No te vayasQue acá comerás)-Erasmo de Rótterdam-

De la página 5, dedicada a la crítica literaria, extraemos parte del artículo “Poetas que piensan en flores y no en pan” de Madame Quevedita (qué bonita):

Ya salió al aire un libro de poesía contrarrevolucionaria intitulado Los de abajo y la flor. (…) En las dos poesías que alcance a leer no encontré ni una vez la palabra pueblo; lo cual demuestra a claras la dudosa extracción de dichos autores. Y como bien expresó su última resolución la sociedad de Artistas, Escritores y Folklorólogos Nativos, conocida también como Asociación “Adelante el Pueblo”: “será reaccionario no sólo aquel que use melena y fume cigarrillos rubios sino también aquel que se niegue a asistir a nuestras orgías. Por lo tanto, claramente se deduce que lo que dichos autores buscan es el distraccionismo: pensar en flores y no en pan:

Y mañana y mañana y mañanarodeados de flores de lanano comeremos, Ana,Qué macana”.

Dije que Saenz desplegaba delicada ironía en su memorable El Quevedito y de la ironía pueden decirse muchas cosas, las más sobre su intención aunque pocas sobre su estructura, que echa por la borda toda “intención” y más bien se asienta en la fina revelación. De ahí que la maestría de la ironía vendría de la capacidad de enunciar un sentido con la menor cantidad de huellas posibles y así crear un lector agresivo y participativo que devela en esas escasas huellas el verdadero sentido de la proposición. Es la ironía un juego a la vez tiránico ya que propone a la vez un espacio de interrogación permanente ante un golpe que se sabe se acerca y del que el lector puede ser presa sino tiene una lectura más bien alerta que atenta. Vicente Huidobro afirmaba que: “El arte del sugerimiento, como la palabra lo dice, consiste en sugerir. No plasmar las ideas brutalmente, gordamente sino esbozarlas y dejar el placer de la reconstrucción al intelecto del lector” Y es que la ironía es un sema de un significado con dos significantes, el evidente y el inmanente, y esa es precisamente la maestría de la escritura irónica, el primero vela y el segundo devela; en tal sentido, la ironía no es una mentira ya que al igual que en la metáfora contiene en si misma la partícula de verdad.

¿Qué devala Saenz en El Quevedito? Tal vez que todo enano es un gigante dormido.

(Tomado de Alejandría. Nueve. Enero 2007)