04/12/2009 por Marcelo Paz Soldan
El maravilloso mundo de la Literatura infantil

El maravilloso mundo de la Literatura infantil

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El maravilloso mundo de la Literatura infantil
Por: Juan Pablo Rodríguez

Érase una vez un país donde los pobladores estaban tan ocupados en pelearse entre ellos, que nadie reparó en organizar un acontecimiento especial para celebrar el Día Mundial de la Literatura Infantil el 2 de abril, fecha en que se recuerda el nacimiento del escritor danés Hans Christian Andersen (1805 – 1875), autor de cuentos universales como El patito feo y La sirenita, entre otros.
En aquel país que tenía el rojo, amarillo y verde como colores de su bandera, no se habían olvidado del todo de los más pequeños, pues desde 1955, cada año, el 12 de abril, homenajean a los niños, paralizando las clases en los colegios para organizar fiestas con bailes y juegos, y en las casas se preparan comidas especiales en su honor, y los más afortunados reciben regalos de sus padres o padrinos.
En medio de aquella algarabía, hubo quienes se tomaron un tiempo y reflexionaron sobre ese mundo mágico, lleno de personajes asombrosos y de historias maravillosas que tiene la literatura para niños y que año tras año se abre más espacio en el mercado de las letras. “Cuando escribo, solo dejo volar mi imaginación e intento que los niños hagan lo mismo, mi intención es que adquieran el hábito de la lectura y la escritura. El mundo actual está hecho para el innovador, para el que tiene buenas ideas, y sólo leyendo, el niño va desarrollando esto”, afirmó la escritora cruceña, Sara Mansilla, autora de Benjamín y el séptimo cofre de oro, una de las novelas más exitosas de este género en el país.
Por su parte, el pedagogo Édgar Lora, que además trabaja en la editorial La Hoguera, señaló que los títulos que los padres o los niños escojan para leer tienen que ser adecuados para su edad. “Para los niños de entre uno y seis años es importante tomar en cuenta qué dice el texto y cómo lo dice. El niño debe enamorarse de la palabra, no hay que subestimar el criterio estético del niño, hay que darle un texto con belleza, temporalidad, intensidad y creatividad; más aún en este tiempo en que la televisión y el cine tienen efectos visuales tan fantásticos porque resulta una especie de competición contra su propia imaginación”.
Sin embargo, los libreros señalan que los padres de familia de este país olvidadizo y refunfuñón, recurren a los cuentos clásicos, escritos por europeos de siglos pasados como Hans Christian Andersen ; los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm (autores de Blancanieves, La Cenicienta y Hänsel y Gretel ) o Charles Perrault (autor de Caperucita roja y El gato con botas). “Todos vivimos al margen de la literatura infantil hasta que tenemos un niño cerca, y entonces se recurre a las referencias del pasado, con las que nos criaron nuestros padres o abuelos, pero si das un paso descubres los cuentos actuales”, le dijo Pep Molist, crítico literario al diario
El País de España (27 de marzo de 2009). “Los cuentostradicionales son un buen instrumento para conducir los conflictos inconscientes. El niño se encontrará, cuando lee Pulgarcito, con los sentimientos de pequeñez e impotencia; con el sentimiento de abandono en Hänsel y Gretel, con la envidia en Blancanieves, con los celos en Cenicienta”, le explicó la psicóloga clínica Beatriz Azagra al mismo diario.
El escritor cruceño Homero Carvalho sostiene que los padres recurren a los títulos clásicos para entretener a los niños por comodidad y por una costumbre que se arrastra incluso desde los abuelos. “Sin embargo, actualmente hay cuentos mucho mejor logrados, porque en los clásicos están cargados de simbologías inapropiadas que los títulos actuales no tienen, como la maldad de las madrastras y la peligrosidad de algunos animales, que finalmente hacen que los niños adquieran un concepto equivocado de estos”.
Lora también identifica en el contenido de estos textos algo en común: los valores universales, trascendentes y espirituales; como la amistad, la responsabilidad, la solidaridad y el amor. “Hay que trabajar en la familia, la mamá y el papá tienen que leerles a los niños desde la cuna. El hábito de lectura se inicia en la falda de mamá, en el regazo de papá. Cuando el libro forma parte de la canasta familiar, el niño lo consume, se apropia de él, pero si el libro no aparece nunca en la casa es muy difícil que el niño se acerque a él. La escuela sólo tiene que reforzar esto”, explicó el pedagogo.
Entonces aparece un personaje muy simpático, lleno de alegría, creatividad y entusiasmo, que tiene un oficio muy gratificante, pues puede transportar a los niños a mundos insospechados, donde nada es imposible y los emociona hasta que alcanza la felicidad: el cuentacuentos. “Cuando se cuenta un cuento a los niños hay que hacerlo como si la historia estuviera sucediendo en ese momento, poniendo énfasis en las frases que las necesite, imitando las voces, haciendo sonidos y realizar ademanes con agilidad y dinamismo utilizando todo el cuerpo. Hay que mirarlos permanentemente a los ojos y realizar varios cambios de voces para no perder su atención”, sostuvo Mansilla.
Según estudios realizados, a los niños les gusta escuchar y ver las mismas historias, ya que no les agrada la incertidumbre, los inquieta mucho. Cuando ya saben de qué se trata el cuento sienten que tienen control sobre la situación e incluso pueden memorizarla, así construyen una base informativa que los hace sentir seguros. “No hace falta ser un experto para contar un cuento, lo que le queda al niño es la intención del padre, él no lo calificará si lo hizo bien o mal, lo importante es el gesto, la comunicación”, enfatizó Lora.
Algo importante en la literatura infantil es la ilustración. Los dibujitos, colores y formas que le dan al libro un aspecto atractivo y que sirven de referencia de aquellos mundos mágicos para los niños; sin embargo, hay quienes están en contra del excesivo uso que se le da a este recurso, pues argumentan que impide a los pequeños lectores de exigir a su imaginación y formular ellos solos aquellas imágenes fantásticas. “No hay que acostumbrar al niño a buscar un libro por los dibujitos, pues llegan a grandes y se preguntan: ¿Dónde están los dibujitos? Y eso no es bueno”, sostuvo Édgar Lora.
Actualmente, en el país donde los pobladores están tan ocupados en pelearse entre ellos, han aparecido cada vez más ilustradores jóvenes que mediante la publicación irregular de historietas dejan augurar un buen futuro, como la asociación espontánea Ilustre Ilustradores, que aún no han llegado a explotar en toda su dimensión este rubro.
Y así, los niños de aquel país van encontrando nuevos títulos entre los clásicos, pues, las editoriales locales cada vez apuestan más por los escritores que se animan a crear fabulosas historias para ellos, como los escritos por Gigia Talarico, Isabel Mesa, Biyú Suárez, Raúl Villanueva, Sara Mansilla y David Vallejos, entre otros, pues cada vez es más grande el abanico de autores nacionales que se dedican a los más pequeños. Colorín colorado, este cuento se ha terminado.

Fuente: El Deber