El libro en la vida del hombre
Por Hans Dellien S.
Desde el 23 de mayo Santa Cruz es la atracción para los intelectuales y el pueblo culto en general. La Feria del Libro reúne a grandes valores literarios nacionales e internacionales. Pocas décadas atrás había una relativa orfandad editorial en Bolivia, pero hoy la proliferación de ediciones emociona, enorgullece y asombra.
En el presente, la vida es inconcebible sin el libro, herramienta de la cultura, la ciencia y el progreso en el mundo; sin embargo, su historia es tanto o más estremecedora que la del mismo homo sapiens, nombre que es herencia del libro, es decir, ¡el saber! La historia del libro se remonta hace cinco millones de años, cuando los primitivos homínidos errantes, desde el Paleolítico hasta el Neolítico (australopithecus-homo sapiens), empezaron a dejar señales de su pensamiento con sus hazañas rupestres, rasgando las paredes de las oscuras cavernas y transmitiendo sin saberlo por vez primera ideas que, un día no muy lejano, los identificarían.
Desde los rapsodas griegos hasta los bardos celtas, historias como los poemas homéricos, eran cantados de pueblo en pueblo; fueron los primeros libros ‘vivos’ que caminaban y cantaban. Los antiguos, usando pedernal además de fuego, lograron escribir signos en toda clase de superficie. Mahoma escribió el Corán en paletas de cordero y Hesíodo en cortezas de árbol, mientras que los egipcios, los chinos, los asirios y los mesopotámicos en arcilla. Usaron el alfabeto más antiguo, el sánscrito devanagari de los brahamanes (siglo VIII a de C). Los egipcios fueron los primeros en usar el papiro de arbustos del Nilo, que se generalizó y fue una revolución; utilizaron tintas de hollín, agua y cola. Los romanos emplearon durante mucho tiempo la cera en tablillas y se valieron de un cincel, el ‘estilo’, del que derivó luego el término estilo para escribir bien.
En la guerra entre el Egipto faraónico y el rey de Pérgamo, éste necesitaba papiro egipcio para su gran biblioteca e inventó el ‘pergamino’, es decir, el libro escrito en cuero de animal, que asombró por sus ventajas y que, con el tiempo, dio origen al formato que hoy conocemos. Para entonces, el arte de escribir y editar libros alcanzó una gran perfección y también costos. En la Edad Media, los monasterios y los monjes guardaron esos tesoros copiándolos en el ‘scriptorium’.
Y finalmente, hace 2.000 años, los chinos del bambú y la ropa vieja inventaron el papel, divulgado luego por los árabes. Y en 1468 se produjo el milagro de la gran revolución en la historia del libro. El alemán Juan Gensfleisch, más conocido como Gutenberg en Mayns (Alemania), imprimió el primer libro y la primera Biblia en letras de molde con su invento: la imprenta. Los cambios que se produjeron a raíz de este suceso son parte de la historia de la humanidad. El papel se fabricó con fibras de madera, y el arte de la tipografía se aceleró, pasando de la linotipia de teclado hasta el ‘offset’ y las poderosas rotativas de nuestros días, que hoy imprimen los periódicos que informan al mundo en cada nuevo amanecer.