El futuro (y presente) femenino en la edición boliviana
Por: Paulina Retamales
La poeta española Ana Merino dice en uno de sus recientes artículos, en el periódico El País, que a los estudiosos les ha faltado curiosidad y que han ido escribiendo su versión de la historia, conformándose con la inercia de los nombres masculinos de autores ya consolidados, dejando muchísimas lagunas a su alrededor. Lagunas en femenino.
La hegemonía masculina es evidente en los rankings de venta de libros y en los listados académicos. En una reunión con amigas editoras y escritoras -cuando quisimos hacer una selección de autoras mujeres latinoamericanas- nos dimos cuenta que hemos leído a más autores hombres que a mujeres. La inercia de lo establecido. Sin embargo, ahora podemos constatar -con alegría- que ese espacio no quedará vacío por mucho tiempo, al menos no cuando pensamos en literatura latinoamericana; gracias al trabajo que tres reconocidas autoras bolivianas han comenzado a realizar en el mercado de la edición andina.
Liliana Colanzi (1981), Giovanna Rivero (1972) y Magela Baudoin (1973) han decidido asumir la labor de editoras, además de escritoras, dedicándose a rastrear las obras olvidadas de mujeres, para luego publicarlas con la libertad que da la vocación y el espacio de una editorial propia, como lo sería Dum Dum, o de un colección particular bajo un prestigioso sello como Plural.
Mantis, una editorial con el oído en el corazón
Giovanna-Rivero“El circuito editorial, por muy independiente que se considere, pocas veces se arriesga por escritoras y menos si no son de alto perfil” asegura Giovana Rivero, una de las novelistas bolivianas de ficción más reconocidas a nivel internacional; maestra en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Florida y autora de 98 segundos sin sombras (Penguin, 2016) señala: “Siempre comentábamos cuánto nos molestaba eso: el código tácito de mercado y el modo en que eso va formateando los cuerpos literarios, más por exclusión que por inclusión. Un día decidimos que nuestra forma de responder a esa injusticia era la acción, aunque fuese mínima. Y hemos dado un primer paso.”
Fue así como la colección llamada Mantis comenzó a caminar, “como una propuesta política, sin disimulos, pero también y con el mismo énfasis, como una propuesta estética”, especifica Magela Baudoin, quien ha sido recientemente galardonada con el Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez, gracias a su libro de cuentos La composición de la sal (2014). Magela, además de escritora, ha sido fundadora y coordinadora del programa de Escritura Creativa de la Universidad de Santa Cruz, y se formó en Venezuela y Bolivia en el área de comunicación. Por lo tanto, la edición no le es ajena. Tampoco a su socia Giovanna, quien trabajó durante algunos años en editorial La Hoguera, “justo en un momento vital para Bolivia, hacia el año 2005, cuando surgieron otros sellos independientes y la cosa se dinamizó bastante, descentralizando incluso los núcleos de edición que se concentraban principalmente en La Paz.”
Mantis comenzó a andar como sello de la prestigiosa editorial Plural, en la última Feria del Libro de La Paz con la presentación de sus primeros libros en Bolivia. Las obras de estreno son Lo que no tiene nombre, de la destacada escritora, dramaturga y poeta colombiana, Piedad Bonnett, y el volumen de cuentos No soñarás flores, de la novelista y cuentista uruguaya, Fernanda Trías.
Cuando le pregunto a Magela por qué sumar un nuevo oficio, qué ganan con aquello, la respuesta es clara: “pues, además del enorme placer de acompañar a otras Mantis en su vuelo, lo más importante es conquistar más y nuevos lectores. ¿Qué perdemos? Todavía no sé si es una pérdida, pero que te vean como un sujeto político tiene sus consecuencias: ya no eres más neutra, inofensiva. Te vuelves sospechosa. Para alguna gente ha sido un gesto innecesariamente agresivo, lo cual significa que era necesario”.
Promover el acceso a la literatura escrita por mujeres, hacerla más visible, con libros a la vez muy cuidados (tapa dura, forrados en tela, con sobrecubierta) y accesibles económicamente, es lo que prometen estas dos mujeres: “lo que más queremos son lectores, muchos, sin restricciones de ningún tipo.” Y esto es tan solo el comienzo, pues ambas autoras-editoras hablan con entusiasmo de sus planes futuros. Ya tienen en agenda a “dos maravillosas escritoras chilenas”, adelanta Giovanna, y también un conjunto de cuentos de autoras a las que invitarán de acuerdo a un tema en particular que están afinando.
Con la misma energía y sensibilidad que descubrí años atrás en un fugaz encuentro en La Paz, gracias a la intermediación de Liliana Colanzi, Giovana me explica desde Estados Unidos, donde reside hace años con su familia, qué significa el nombre de la editorial: “Ser una mantis es escribir con un enorme compromiso con el lenguaje y un infinito amor por los personajes, sin otra deuda que eso, elevándose sobre las pequeñas tentaciones y trampas que la industria cultural suele tender. Escribir a morir”.
Dum Dum, al rescate de la vanguardia
Liliana Colanzi nació en Santa Cruz pero vive en Norteamérica, como Giovana Rivero, y estudió periodismo como Magela Budoain, y si bien es cierto el catálogo de su nueva editorial Dum Dum no pretende ser tan solo femenino, la destacamos en esta nota porque las coincidencias son afortunadas. Esta autora boliviana acaba de crear una editorial junto a otras socias mujeres: Aimara Barrero en el diseño y María José Vera como ilustradora; y su primer libro es de una autora latinoamericana. Y como bien adelanta Colanzi, “el primer libro de una editorial es una especie de amuleto y una carta de intenciones”.
Con el libro Eisejuaz de la argentina Sara Gallardo, Liliana se estrena como editora en Dum Dum, una novela que ella describe como “absolutamente maravillosa”. Y cómo no entusiasmarnos cuando nos dice que “Sara Gallardo escribe en estado de gracia, y son pocos los libros que nos hablan desde ese lugar”. “Yo vuelvo a leer Eisejuaz y me conmuevo: es un libro extraño que cuenta la historia de un indio mataco con una misión divina y en apariencia absurda, y Sara Gallardo se inventa un lenguaje para habitar esa voz.” La autora argentina, que murió en 1988 con escasos 57 años, compaginaba la escritura con la profesión de periodista para importantes medios nacionales. Tras viajar por el mundo y cosechar grandes elogios de la crítica, es considerada actualmente como uno de los grandes nuevos clásicos de la literatura transandina.
Nuevamente nos preguntamos: qué hace que una autora formada en la Universidad de Cambridge y Cornell, que ya ha publicado tres libros con diferentes editoriales independientes latinoamericanas: Vacaciones permanentes (Tropo editores, 2010), La ola (Montacerdos, 2014) y Nuestro mundo muerto (Eterna Cadencia, 2016), se aventure en la labor de la edición, en un país donde ella misma reconoce casi nadie lee. Y la justificación está en este primer libro de Dum Dum: en la necesidad imperiosa de su editora por querer compartir ese descubrimiento literario con otros y contagiarles el entusiasmo, algo que por años le parecía imposible más aun viviendo y estudiando en Estados Unidos, lejos de su país natal.
Sin embargo, el año pasado tras compartir unos meses de residencia con otros escritores y editores en Buenos Aires, Liliana se animó a lanzarse. “Me sorprendió ver cómo cada escritor tenía también su propia editorial. Obviamente estoy exagerando, pero a lo que me refiero es que en Argentina las editoriales independientes parecen surgir primero por el deseo de publicar y después van solucionando los detalles prácticos. Y esa actitud me dio el empujón que me hacía falta”. Dum Dum nace así con el afán de rescatar libros de otras épocas que, por diversos motivos, quedaron fuera del canon, además de desarrollar una línea de ensayo y una tercera de exploración de literatura de género y la experimentación con los géneros.
No basta con el entusiasmo, más aun en los comienzos, y el equipo de Dum Dum es consciente de eso. “Cuando el libro se está parando sobre sus propios pies: el editor tiene la obligación de acompañar al libro, de contagiar entusiasmo, de situarlo, de mantenerlo bien distribuido y de buscarle reseñas. De lo contrario, una editorial funciona nada más como una imprenta. Yo sabía que Eisejuaz podía ser un libro complicado para Bolivia, porque no es una novela fácil y muy poca gente conocía a Sara Gallardo, pero a la vez me motivaba el desafío. Y la respuesta me ha sorprendido y alegrado mucho: en los primeros dos meses se acabó casi la mitad de la edición”.
Quizás esta efervescencia editorial liderada por mujeres es un eco o una respuesta para completar esa biblioteca universal que por veces parece tan dispareja. Aquello que se lee en algunas camisetas de moda no parece tan lejos de esta realidad: El futuro es femenino.
Fuente: www.fundacionlafuente.cl/