Por Marcelo Paz Soldán
Conocí a Dick en la presentación de La mujer en el sepulcro de cristal de Eduardo Scott-Moreno, menos de un año atrás, en Sucre. Se me acercó, y me comentó que tenía una novela basada en los [supuestos] diarios de Tomás Heredia, hechos narrados entre 1810 – 1825, antes de la creación de la República de Bolivia en 1825. Él había encontrado los diarios de manera casual, en un tapado del hotel que posee con su esposa Teresa, en Villa Antigua, parte del patrimonio histórico de la ciudad de Sucre, donde residen. Luego habría de incluir este dato en la Introducción de su libro:
El diario, consistiendo en un total de seis paquetes encuadernados de pergaminos amarillentos, con el característico olor mohoso de tierra olvidada, me abrió una perspectiva detallada y nueva para mí, sobre cómo los habitantes habían vivido y sobrevivido en ese periodo de tanta ida y venida de gobiernos en la ciudad de La Plata, el centro político de Charcas colonial antes de convertirse en Bolivia. […] (Crónica de la independencia en Bolivia, pág. 15).
Esa noche, en Sucre, le comenté a Dick que lo que me contaba me parecía interesante, y que era un reto novelar un periodo tan importante para Bolivia. Cuando recibí el manuscrito, días después, en una primera lectura diagonal, me pareció muy ambicioso, no sólo por relatar un periodo fundamental, sino porque te daba la impresión de que los personajes centrales hablaban como supongo se lo hacía a principios del siglo XIX, época en la que suceden los hechos. Es decir, había un trabajo de escritura fascinante, no solo se trataba del documento. Es importante destacar la complejidad que significa para un autor situar a sus personajes en una época que ciertamente no ha vivido.
El relato se realiza en primera persona, es decir, está narrado por Tomás Heredia, por quien nos enteramos de lo que está sucediendo en esos días en la ciudad de La Plata. Podemos intuir la complejidad de un libro que se basa en un período fundamental, en la que la voz de sus personajes se sitúa a inicios del siglo XIX con datos históricos que son verificables y que reflejan la posición histórica de los habitantes de la Chuquisaca de entonces.
Al mencionarles detalles del libro de Dick, imagino que algunos de ustedes se trasladan mentalmente a sus propias referencias literarias que reconstruyen estos años de luchas por la independencia en siglo XIX, libros canónicos como el Diario de un comandante de la guerra de la independencia de José Santos Vargas, Últimos días coloniales en el Alto Perú de Gabriel René Moreno o Juan de la Rosa de Nataniel Aguirre. Para mí, es fundamental, sobre todo, Juan de la Rosa, pues en esta Juan de la Rosa, un veterano de la Guerra de la Independencia, recuerda su niñez y sus pérdidas familiares, en el primer levantamiento independentista en Cochabamba, la vida política y el origen de la nación boliviana. En esta novela el protagonista rememora el pasado histórico —desde 1809 hasta la inmolación de las mujeres cochabambinas en 1812 en la Coronilla. Al editar la novela de Dick, pensé mucho en la novela de Aguirre, lo cual es para mí un elogio.
Otro libro fundamental sobre el período, rescatado en Ficcionalización de Bolivia, de Juan Pablo Soto y Máximo Pacheco, mencionado en la Introducción (pág. 30) fue Leyenda judicial:
En 1883 se publican en Cochabamba dos obras, Leyenda judicial de José Benito Guzmán y Juan de la Rosa de Nataniel Aguirre […]. Novela de tesis histórica, la primera plantea a partir de una historia real ocurrida en Cochabamba, el asesinato del Maestre de Campo don Benito Boado y Quiroga, la tesis de los movimientos independistas se remiten más allá del 25 de mayo de 1809 y el 16 de julio del mismo año, hasta el alzamiento del platero mestizo cochabambino Alejo Calatayud, el autor va encadenando los sucesos históricos reales con la ficción llegando hasta la Guerra de la Independencia.
Otro referente importante es Huallparimachi de Lindaura Anzoategui publicada en 1894 en Potosí, novela que le sirve de marco a su autora para narrar las aventuras de los patriotas durante las guerras independentistas. Por supuesto, todos estos textos son intervenciones literarias, y también podemos acercarnos al período a través de obras clásicas de los historiadores, como The Emergence of the Republic of Bolivia de Charles Arnade, escrita en 1957 y traducida como La dramática insurgencia de Bolivia. Últimos días coloniales en el Alto Perú, de Gabriel René Moreno, acuña algunas de las tesis sobre el proceso formativo de la República que recogió Arnade.
Cabe aclarar la importancia de señalar todos estos documentos y libros históricos, fundamentales para la bibliografía boliviana, ya que Dick Commandeur identifica varios de aquellos en los que se ha basado al escribir y están señalados al final de su libro, algo inusual cuando se trata de una novela ya que sabemos que los autores, por lo general, no revelan sus fuentes; así que podríamos señalar que Crónicas de la independencia en Bolivia es una novela histórica, con base bien fundamentada y con una cartografía específica y trascendental para comprender los inicios de la república. Aparte de los libros históricos a los que hace referencia, una gran parte de los hechos de la “vida cotidiana”, provienen de documentos originales del Archivo y Bibliotecas Nacionales de Bolivia (ABNB).
No es la idea de este texto mencionar o profundizar cada una de las fuentes utilizadas, pero si creo que al referirme a algunos podemos comprender el gran trabajo que le ha tomado a su autor al momento de la construcción narrativa sea debidamente respaldada con fuentes históricas, lo que hacen de su novela un libro con base sólida. Es más, está el reto para aquellos que quieran indagar un poco más nuestra historia investigar con los libros mencionados o hacerlo a través de sus propias fuentes.
Volviendo al libro, cada una de las entradas al diario de Tomás Heredia, por ejemplo la del 22 de enero de 1810, día en el que inicia el relato, titulado “La tranquilidad después de la revuelta”, hay una cita introductoria —lo mismo sucede en las otras entradas:
Nadie es responsable de lo acaecido, sino esos asesores violentos de señor Pizarro, y este jefe que se libró a ellos en discreción. […]
Y luego señala la fuente de donde la ha tomado:
Oficio del Cabildo de La Plata al virrey de Buenos Aires Santiago Liniers sobre los acontecimientos del 25 de mayo de 1809. Fondo Rück, #213.
Algunos temas que a Tomas Heredia le parecen definitivos para entender el periodo que relata son el rol que jugaron gente de trascendental importancia para la historia del país, como Jaime de Zudáñez, Manuel Ascencio Padilla y su esposa, Juana Azurduy de Padilla; también es fundamental en la narrativa la llegada de los ejércitos auxiliares. Un detalle que no pasa desapercibido es la relación de Heredia con su esposa, María Luisa Toro, sin duda un gran personaje; ella tiene su propia posición política, algo que los lleva a importantes discusiones y que guían al lector sobre lo que sucede en la ciudad.
Se relatan también aspectos socioeconómicos de una sociedad sumergida en una serie de dificultades económicas, especialmente por los gravámenes impuestos por la corona española con la que financiaban a su propio ejército, y con una población indígena que no era tomada en cuenta. La relación de los patriotas y los realistas, la Constitución de Cádiz de 1812. Los generales argentinos como Belgrano, La Madrid. Todos estos elementos, hacen de la novela de Dick de vital importancia para comprender mejor los años previos a la independencia de la república de Bolivia.
Fuente: Editorial Nuevo Milenio