Historia política de la Asamblea Constituyente en Bolivia
Por: Fraco Gamboa Rocabado
El nuevo libro de Franco Gamboa es un trabajo muy sólido y sobre todo sumamente documentado. Para los lectores bolivianos es extraordinariamente útil e interesante, e inclusive para los lectores latinoamericanos porque muestra cuáles son los límites de la democracia cuando ésta ingresa en un acelerado proceso plebiscitario. Lo que debe incorporarse para futuras investigaciones, es un marco analítico de política comparada sobre las raíces de la consolidación democrática, la gobernabilidad y el papel de los movimientos sociales como impulsores de sus propias condiciones, así como de erosión e inestabilidad durante los procesos de reforma constitucional.
La comunidad de científicos políticos, constitucionalistas y el público ilustrado en Bolivia encontrarán varios caminos de reflexión con este libro, especialmente porque, de pronto, se reconocerán a lo largo de la investigación cuando piensen en las tareas pendientes de reconciliación y solución alternativa de conflictos que el país requiere con urgencia.
Algo que debe seguir promoviendo el debate en Bolivia y la región andina de Latinoamérica, es la contradicción entre el modelo de democracia denominada neoliberal y aquella democracia originaria o directa, según la perspectiva de los movimientos indígenas que participaron en la Asamblea Constituyente. Esto es muy relevante porque la ideologización del proceso político boliviano llevó, peligrosamente, a descartar muy prematuramente la democracia neoliberal, que visto con seriedad y rigurosidad conceptual, es parte de la teoría democrática normal.
No existe una democracia neoliberal específica y contraria a los intereses de las grandes mayoría excluidas, todo lo contrario. La democracia boliviana empezó un importante momento de inclusión que dio lugar a una intensa participación de indígenas, e inclusive de aquellos sectores que buscaban destruir el régimen democrático. La democracia en Bolivia aguantó las tensiones, favoreciendo a los grupos excluidos y corriendo el riesgo de ser agredida por los sectores más extremistas y antidemocráticos.
La retórica del Movimiento Al Socialismo (MAS) para dar mayor impulso a otros grupos y movimientos sociales con el fin de limitar el monopolio de los partidos políticos, no es una gran novedad. Si se analiza históricamente el trayecto boliviano entre la dictadura y la democracia, tiendo a pensar que la movilización de masas en busca de la democratización y un sentido de justicia social, está muy presente en los últimos treinta años de la historia de Bolivia.
En España y en todas las democracias europeas, el accionar protagónico ha sido y es, aquel accionar de los partidos políticos. Al salir de las dictaduras, los partidos son las instituciones más razonables – no necesariamente las mejores – para competir en un régimen democrático. Al satanizar a los partidos como lo hizo el MAS, solamente se legitima un sistema de ideas para ganar electores los cuales, ingenuamente, apoyarán a otro partido que ingresará en la dinámica del poder y en la misma lógica de aquellos que los críticos del MAS aborrecían. Se cometerán así las mismas barbaridades, los excesos y las fallas que se cuestionaban antes de llegar al gobierno.
El papel de los movimientos cívicos e indígenas es muy rico e intenso en los ámbitos locales y regionales; sin embargo, en el ámbito nacional donde están en juego los intereses del Estado, la incursión de una democracia directa sin partidos, no es el mejor instrumento para construir y desarrollar la democracia moderna y duradera en el tiempo. Las concepciones del MAS podrían llevar a un tipo de democracia, que en la experiencia española los franquistas llamaban democracia orgánica: una democracia basada en la familia, el municipio, los sindicatos, los colegios profesionales, etc. Curiosamente en Bolivia, los sectores revolucionarios apelan a los movimientos indígenas y campesinos. Así ingresamos en el terreno de una democracia corporativista.
La contradicción entre la democracia orgánica y la democracia individualista e inorgánica de los partidos políticos es falsa, porque allana el camino para la intervención de gobiernos dictatoriales y acciones de fuerza que liquidan las raíces jóvenes de cualquier sistema democrático auténtico. Este problema ideológico sobre las idealizaciones en torno a la democracia que plantean los diferentes actores sociales en Bolivia, según sus intereses, es algo que debe seguir estudiándose porque Franco no llega a conclusiones definitivas. Su objetivo es mostrar las contradicciones más profundas de la dinámica dificultosa que marcó a la Asamblea Constituyente.
Una de las claves del conflicto es esta llamativa tensión entre las múltiples formas de entender la democracia en Bolivia, pero desde la perspectiva de intereses explícitos que hacen tambalear a todo el sistema político. Asimismo, la tensión entre la democracia directa y plebiscitaria, frente a la democracia representativa, expresa cómo el régimen democrático en Bolivia tiene que apelar a la figura del referéndum casi para todo. Aquí surgen muchas limitaciones porque se levantan espejismos sobre alternativas de participación que complican las condiciones de estabilidad institucional. Muchas constituciones no se aprobaron por referéndum como la Constitución alemana y la participación directa tampoco ha solucionado nada en momentos de crisis. Bolivia por ejemplo, sigue presa del pánico y la debilidad estructural del Estado.
Hay otra tensión que se muestra claramente en el libro de Franco: la Bolivia unitaria, y aquella Bolivia donde tienen eco las demandas descentralizadoras de los departamentos. Los encuentros territoriales para que los asambleístas recojan varias demandas por departamento, en mi opinión, fueron de la mano con un rumbo hacia el federalismo. Al mismo tiempo, todos defendían la idea de un Estado unitario que no encajaba muy bien con los conflictos entre el Estado nacional y las múltiples autonomías, finalmente aprobadas en la Constitución.
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Fuente: Ecdótica