Dice Julio que el fuego está cortado
Por: Martín Zelaya Sánchez
Dice Julio Barriga:
Un sonoro olor a frito a gasolina
hiende la atmósfera los ámbitos paceños
hay poetas desangrándose sobre los adoquines
a la luz de los diamantes de la aurora
o envueltos en jirones de ocaso (…)
O, mejor dicho, dijo Barriga, en 1992 cuando se publicó la edición original -casi artesanal, casi casera y de colección- de El fuego está cortado, como parte del proyecto editorial de la revista El cielo de las serpientes, al mando de Jorge Campero.
Dijo Barriga, decimos, pues la segunda edición, 21 años después -tuvo que dejar madurar su poemario hasta que sea mayor de edad-, acaba de salir también en formato de autor, aunque más cuidada, aumentada y corregida’ pero no menos misteriosa pues nadie la vio aún más que el propio vate y su incondicional Hugo Amicone.
Dice Fernando Barrientos:“Tal vez algunos recuerden cómo en La Paz, a principios de los 90, había una superproducción poética: los ‘poetas’ surgían adocenados como hongos”.
En ese contexto nació este fuego cortado que retoma su llama en flamante edición.
Recuerda Jorge Campero:“El fuego está cortado, en una versión primera, me fue entregado en originales por el mismo Julio. Yo lo propuse a los integrantes de El cielo de las serpientes para su publicación y fue aceptado unánimemente, pese a que el autor no le había dado la última lectura”.
“Por eso, el lector avisado podrá encontrar que las ediciones difieren una de otra. Así, creo, se da cierta distancia entre el cortador del fuego y el empedrador de callejas que conducen al infierno. Sabedor de su nueva edición, saludo su re-nacimiento”.
Dice Barriga en otro poema:
Desde el aquí y el ahora del poema
lo puedo ver como si hubiera sucedido
un día nos dormiremos en el barro
amantes entrelazados como hiedras
tanto querer ser tan poco haber sido’
Dijo Barriga, en una entrevista que, al calor de siete u ocho cervezas Bock, le hice en un café de la plaza Abaroa hace casi cinco años, una fría tarde de junio de 2008.
“La poesía es cuestión de silencio y soledad y uno, por más bueno que sea, es poeta máximo cinco minutos al día, con mucha suerte”.
“Soy un escritor que no escribe y un vividor que no vive -dijo también entonces-. Es raro, no sé de dónde salen mis poemas, pues escribo muy poco, de verdad… pero en general mis versos son largos, como camiseta colgando’ es igual que lo que le pasa a Bob Dylan, que no sabe cuándo acabar una canción”.
“Un día me di cuenta de algo muy curioso, el tamaño de lo que escribo se adapta a la forma y extensión del papel que encontré para escribir”.
A esto, Campero añade:“El poeta Julio Barriga permanece, desde tiempos ya remotos, como el que camina cien pasos y (sabe que) no hay por qué volver. El deseo de ser poeta y ese compromiso implica vivir dentro de un poema como un poeta y, bien lo sabemos, ser poeta es intentar llegar a Ítaca. Es una de las voces escogidas dentro del coro”.
Dice Benjamín Chávez, de un poeta a-sobre-para otro:“De El fuego está cortado puedo decirte que recuerdo que se publicó en 1992, que tiene grandes poemas y que es un libro muy, muy importante para la poesía boliviana”.
“De Julio Barriga puedo decirte que es un poeta a carta cabal, un gran lector’ que, desaparecidos Jesús (Urzagasti) y Robertito (Echazú), Julio es el gran poeta del sur de Bolivia”.
Vuelve Campero, sobre el poemario:“Se trata de un libro fundacional, con propuestas y ‘saltos mortales’ al vacío, como esos viajes a provincias interiores que describe’. Más allá de que está inscrito fielmente en un recorrido por la ínclita ciudad (La Paz)”.
Y finaliza Barrientos:“Barriga llamó el otro día. Dijo que mandará algunos ejemplares para los amigos. Estoy esperando la confirmación.
Esperemos todos por este fuego cortado y recuperado.
Fuente: Página Siete