Delirio de revueltas y cifrados
Por: Celeste Scalise
Sos Miguel Sáenz, te apodan Turing. Sos un criptoanalista que trabaja hace años descifrando mensajes para el gobierno, y un día comenzas a recibir correos electrónicos anónimos que te acusan de tener las manos manchadas de sangre. Tú hija se llama Flavia. Una chica que traslada las habilidades criptoanalíticas, heredadas de vos y su mamá, a la tecnología. Ruth, tú esposa. Una mujer frustrada que busca redimirse. Tú mentor, Albert. Un delirante con secretos. Tú nuevo jefe, Ramírez-Graham. Un boliviano naturalizado en Estados Unidos que llega a trabajar a su país de origen.
Y ocultos tras el telón de tú ominosa vida, pero definiendo tú devenir. El juez Cardona. Un hombre que busca vengar la muerte de un ser querido. Kandinsky. Un pibe que usa la tecnología como medio para enfrentar y combatir la globalización y las multinacionales. La Resistencia. Una especie de ciber-guerrilla conducida por hackers, que opera dentro del área de confort del enemigo.
Un misterio se esconde en El delirio de Turing, que se va revelando con naturalidad e inteligencia, como el jaque en un tablero de ajedrez. Los personajes van apareciendo claros, e impregnan la trama con esa sutileza de lo absurdamente cotidiano. Una cotidianeidad donde irrumpe lo extraordinario como si fuera el té de las cinco o el colectivo a horario. Sin embargo, es imposible no pensar que la historia encierra un enigma que trasciende la resolución del final. Un código secreto, usado tal vez en alguna de las guerras imperialistas, que a su vez relata otra historia o juega otra verdad. Lo cierto es que detrás de esta novela de suspenso, entre otras formas, denominada “atípica novela social”, “thriller tecnológico”, “la ciencia ficción baja del altiplano”,”Realismo Urbano”, escrita por el boliviano Edmundo Paz Soldán, premiada en el año 2002 y reeditada luego por Metalúcida, se asoman cuestiones controversiales de una fuerte crítica social. El avance de la globalización y del neoliberalismo, con sus perjuiciospara la clase popular, y a su vez, la forma en la que el pueblo fagocita los elementos de la modernización y los resignifica para su propia lucha y con los elementos de su cultura. Así, se producen y expanden al mismo tiempo, revueltas populares que desembocan tanto en violentos enfrentamientos callejeros entre las fuerzas armadas y la población, como en una suerte de guerrilla electrónica, cuyas principales armas son los virus informáticos y la capacidad de acceso a información clasificada. Por otro lado, el autor coquetea son cierto planteo ético sobre el bien y el mal en los procesos dictatoriales, y en la forma en la que se hace o no justicia, con ciertos guiños a la teoría de la banalidad del mal. Finalmente, cabe rescatar el protagonismo de la juventud. Aparece como la poseedora de la fortaleza e idoneidad para continuar una lucha del pasado. Como la encargada de absorber y resignificar la tecnología y emplearla para el beneficio de una revolución que se dio en la sierra y ahora se da tanto en las calles como en los códigos de la computación, pero cuyo enemigo es el mismo ante el cual lucharon generaciones pasadas.
Fuente: www.solotempestad.com/