Daniel Averanga, La novela de terror es la hija adoptada de la familia
entrevista a Daniel Averanga
Por: Alex Aillón
– La Puerta fue escrita en condiciones particulares, por decir lo menos. En alguna entrevista afirmaste lo siguiente: “Esta novela, “La puerta”, la escribí cuando no tenía computadora… de siete y media de la noche a tres o cuatro de la mañana, cuando trabajaba como portero y educador nocturno en una institución de El Alto… nadie sabía que hacía eso, y tenía que “deschapar” la puerta de la sala de computadoras”. Ahora que tienes computadora y esta novela ha sido premiada, sigues escribiendo desde la clandestinidad o sientes que te has desplazado al centro. Cómo afecta esto a tu obra.
Siempre he escrito desde la presión; sea por decir o escribir algo, sea porque no me dejaban o daban tiempo para escribir algo. De niño comercializaba historietas con mi hermano, Pablo, para ganar dinero: fotocopiaba la original (1 boliviano) y vendía las copias a dos bolivianos… Teníamos la saga “Terror en el colegio Guido Villagómez”, y eran nueve entregas; los profesores nos prohibieron dibujar esas cosas de zombies, niños muertos y todo eso, precisamente porque “Terror…” se basaba en las aventuras de niños que reviven, por accidente, a un ser de ultratumba, que iba masacrando sateliteños y era un pastiche de Freddy Kruegger; esa censura hizo que, de pasar a hacer historietas, haga cuentos, y en cierta medida, “La puerta” fue un homenaje a mi niñez, el horror como cosa natural, y la vida como siempre a resguardo de tratar de sonreír a pesar de todo. Hoy escribo como oficio, y trato de hacerlo, pensando siempre en darle la contra al mundo, darle la contra pero al mismo tiempo aportando historias. Escribir sin esa presión subjetiva me es imposible, porque cuando siento que debo hacerlo, muy a pesar de todo y de que nadie te paga por ello, lo hago y cumplo lo que decía Nisttahuz sobre el oficio: “La escritura fluye, o es imposible”.
– La Puerta es una novela de terror. Wilmer Urrelo ha dicho que desde tu obra pareces decirnos que el Mal está en todas partes, cierto, pero sobre todo el Mal está en ti. Cómo te sientes con ese Mal. Cuál es tu concepción del mal y cuál el manejo literario que le das.
El mal (lo escribo con minúscula para, supuestamente, no darle tanta importancia), es el ingrediente emocional y filosófico básico de la civilización; para mí, de hecho, es el regalo obtuso de dioses menos civilizados, pero que nosotros mismos hemos tomado como un regalo bienhechor; me siento acosado por ese factor filosófico y emocional, y quisiera que los demás sientan lo mismo por el mal, pues yo apelo siempre a la pedagogía de la acción y de la indignación (no sólo indignarse soluciona las cosas: combatir el mal depende de todos nosotros como civilización): me indigno de cosas que pasan en el mundo, de hechos que pudieran haber sido pensados por Dante o Palahniuk, y que, sin embargo, suceden, y me lleno de bronca por la indiferencia de los que más pueden dar. “La puerta” es una novela sobre el mal. Su personaje principal, es decir, el personaje más elaborado de esta novela, es el Mal (ahora sí lo escribo con mayúscula), y como tal, merece nuestra indignación y acción, no omisión. Tardé siete años en investigar al Mal, haciendo entrevistas a fotógrafos de guerra, psicólogos, religiosos y hasta investigadores paranormales, y desde la Ponerología (ciencia o metaciencia que estudia al mal desde su faceta epistemológica) y la Filosofía, y aún me quedan dudas sobre la esencia sobrenatural del Mal per se: para mí el Mal lo hace el hombre, y aunque haya un demonio o monstruo en “La puerta”, ese ente es resultado indirecto del ser humano. Traté de hacer un manejo literario sin metáforas, ir directo al grano, sin sutilezas tampoco, pues eso le faltaba, creo yo, a la narrativa boliviana: describir un monstruo pero ir más allá del mero entretenimiento de narrar las intenciones y acciones del monstruo: describir la crueldad de este ser, sólo como una faceta real para los niños encerrados que están en la novela, y hacer que estos mismos niños actúen desde su realidad, a pesar del horror sobrenatural del cual son parte.
– Otro de tus oficios, además de peleador callejero e inspector de aves en la Avenida 6 de agosto, es el de compilador de varios volúmenes de literatura de terror. Este año estás preparando “Doble filo: antología de cuentos iberoamericanos de terror.” Cómo va el género en Bolivia en cuanto a escritores y lectores desde tu perspectiva.
Es alucinante cómo ya se vislumbran escritores que no existían antes, sobre el género, y no hablo de fans de The Walking Dead que desean hacer fanfics, sino de autores ensimismados en el género, como Miguel Sequeiros y Edgar Quispe, los cuales me dan esperanzas de que se siga escribiendo este tipo de literatura; y en cuanto a lectores, pues siempre ha habido gente a la que le interese más la literatura del horror real y el imaginado, que las novelas de romances o poéticas. Eso demuestra también la salud que tiene Bolivia en cuanto a tolerancia sobre este y otros géneros. Yo pienso que si hay demanda, también la oferta de literatura de terror y horror puede incrementarse, como lo hiciera a principios de siglo la onda de la novela negra. Wilmer Urrelo dice que la novela negra es la hija fea de la familia, yo digo que el terror es la hija adoptada (que pervierte a los demás) de la familia, y que al final todos la quieren (por motivos carnales, claro está).
– También preparas una antología sobre la guerra del Chaco con 39 cuentistas, un cronista y dos ilustradores. Cómo nace esta idea. ¿Hay todavía escritores contemporáneos que producen sobre esta etapa tan importante para la historia de nuestro país?
En realidad la idea nació de un proyecto junto a Paul Tellería, hace más de cinco años. Narrar desde los “nietos del Chaco”, como él afirmaba, iba a ser el título de la antología, sería significativo para comprender cómo Bolivia ve esa guerra tan terrible, y el proyecto per se sigue con fuerza; espero tan sólo que haya más fuerza por pare de Paul y mía, para seguir y presentar un producto digno de consideración al público, y soy sincero al afirmar, que esta antología será grande, grandiosa, única.
– Presentas “La Puerta” en La Paz esta semana. Cómo la harás caminar por Bolivia. Qué proyectos además de los cursos de literatura que ahora impartes junto a Rodrigo Urquiola.
Sólo espero que la gente se anime a leer este trabajito de siete años de gestación: parir “La puerta” llevó mucho dolor, frustración, esperanza y entusiasmo. No pretendo ser el “Stephen King p´aspita”, ni mucho menos. Este año presento la antología “Doble filo” con escritores de 11 países y ya estoy trabajando una novela sobre la claustrofobia y una nouvelle sobre posesiones demoníacas. “La puerta” estará disponible gracias a la editorial Kipus, y espero que tanto adolescentes como adultos la disfruten (o al menos sientan algo de miedo al leerla). Por otra parte, como proyecto educativo, seguiremos ofreciendo el taller “La puerta de piedra”, junto a Rodrigo Urquiola a personas interesadas y en colegios de El Alto, provincias y el centro paceño, además de hacerlo en los departamentos de Oruro, Santa Cruz, Potosí y, espero, Chuquisaca.
Fuente: Puño y Letra