07/25/2019 por Marcelo Paz Soldan
Dados, amigos y crímenes en ‘De kenchas, perdularios y otros malvivientes’

Dados, amigos y crímenes en ‘De kenchas, perdularios y otros malvivientes’


Dados, amigos y crímenes en ‘De kenchas, perdularios y otros malvivientes’
Por: Alejandra Hübner

De kenchas, perdularios y otros malvivientes es una novela de los hermanos Loayza (Diego y Álvaro) que se publicó por primera vez en 2013 con la editorial El Cuervo. Este año se nos entrega una segunda edición de esta divertida y deso-pilante obra. La premisa de la historia es simple: un torneo de cacho que aglutina a una serie de personajes de distintos backgrounds (aunque todos más o menos sórdidos), que harán lo posible e imposible para ganarse la afamada copa cacheril. Pero la historia tiene menos que ver con el torneo en sí mismo, relatado en la tercera y última parte, que es además la más corta, que con las aventuras y desventuras de todos los personajes involucrados.
La narración comienza con el personaje en torno al cual se centrará la historia, Hinosencio, un campesino miserable y casi analfabeto (digo casi porque sabemos que una de sus posesiones preciadas es un libro titulado Ciencia) que ha decidido irse a estudiar a la ciudad de La Paz. Hinosencio recuerda, hasta en el nombre, al Cándido de Voltaire, ambos personajes ingenuos enfrentados a las maldades y corrupciones de su sociedad, que nunca lograrán cabalmente sus cometidos. Hinosencio se desviará de su intención inicial de ingresar a la universidad y podemos imaginar que la vida que lleva en La Paz es aquella que vivirá hasta el día que muera: jugando cacho y tomando singani. Esta vida es la que llevan todos los personajes de la novela, desde policías, vagabundos, ladrones, contrabandistas y demás especies del mundo del hampa. En efecto, se nos retrata a toda una sociedad que vive únicamente por dos placeres que, al estilo de la prohibición en los Estados Unidos en los años 20, han sido declarados ilegales, tanto en su consumo como en su práctica. Se trata de una especie de futuro/pasado en el que la sociedad ha optado por entregarse de pleno a la ilegalidad e incluso hacer de esta una actividad profundamente solemne. No es cuestión únicamente de decir que en la novela todos se la pasan entre la borrachera y la resaca lanzando un vaso con dados. Los participantes tienen arraigadas una serie de creencias profundamente enraizadas, algunas veces contradictorias, que hacen del alcohol y del juego el propósito místico de sus vidas.
La novela es una mezcla de varios géneros a los que les imparte características propias del contexto y de la historia que nos cuenta: es una novela negra porque está plagada de crímenes, varios robos, algunos asesinatos además de una larga lista de infracciones de diversa índole, es una novela de aprendizaje porque trata del recorrido de un inocente joven que aprende varias lecciones de vida y es también una novela humorística porque la sátira, la exageración y la burla aparecen en todas sus páginas.
Ahora, en cuanto a las características propias a las que me refiero, la más llamativa vendría a ser el uso del lenguaje coloquial que busca reproducir no solo expresiones sino también pronunciaciones del submundo urbano no solo de los borrachos sino también de gente cuyo idioma nativo no es necesariamente el castellano. Tenemos, por ejemplo, a un australiano que habla entre español e inglés con palabras que terminan en “ou” como amigou o cachou, que es como uno se imaginaría que hablan todos los gringos en español. El habla tiene así una intención similar a la que aparece en la novela Periférica Boulevard (2004) de Adolfo Cárdenas, plasmar ese otro idioma, esa jerga típicamente paceña que se forma en la mezcla entre castellano-aymara-inglés, todos en mayor o menor grado, mal hablados. Es una novela divertida y fácil de leer, la trama agarra al lector rápidamente y al interior de una producción nacional que suele ser algo melodramática, le da un buen respiro al no tomarse las cosas muy en serio.
De hecho la premisa misma de la historia es bastante absurda, todos quieren prepararse para ganar el torneo por las buenas o las malas, pero el cacho es absolutamente azaroso, no hay forma de determinar quién va a sacar una buena jugada o qué es lo que los dados nos depararán. Aun así todo en la novela tiene que ver con la preparación económica, psicológica y física que deben realizar los jugadores. Nuestro héroe, Hinosencio, bautizado rápidamente el “Mano Virgen”, tanto por nunca haber jugado como por nunca haber tocado a una mujer, no se aguantará ningún tipo de tentación paceña que le pase por delante de los ojos, y de las manos. La novela y el cine negro son ya auguradores del posible desenlace: las mujeres te van a arruinar la vida.
Como se mencionó antes, la novela tiene menos que ver con el torneo en sí mismo que con las apariciones y relaciones de los extraños y muchas veces histriónicos hombres (con alguna ocasional mujer de pasada) que habitan la ciudad de La Paz, todos percibidos a través de un narrador omnisciente que, aunque diferente a ellos, parecería haberse criado a su lado. Rompiendo jerarquías, como en el hecho de que el candidato a Alcalde compite con el vagabundo, De kenchas perdularios y otros malvivientes nos muestra que es posible encontrar una gran veta humorística en las situaciones más decadentes y miserables. Y como en una novela de Stephen King, lo más importante son los amigos que uno hace en el camino, amigos con los que uno juega, llora y se toma unos singanitos.
Los hermanos Loayza logran captar a una ciudad caótica encarando sus hipérboles, contradicciones y supuestos misticismos desde la risa. Valga decir que varias de estas ideas serán retomadas en la novela gráfica El monstruo del Chokeyapu en la que Diego Loayza participó. De kenchas, perdularios y otros malvivientes, en su segunda edición, incluye además las reglas del torneo Mamelos Classic’s así como el diagrama de los grupos cacheros y sus eliminatorias. Un libro para reír que vale la pena tener en la biblioteca, para leerse la historia entera o citar algunos pasajes para entretener a los amigos los fines de semana, mientras nos preguntamos, como el personaje de Sáenz que abre la novela ¿Para qué sirve la plata? ¿Para qué sirve la ciencia?
Fuente: Tendencias