The alcoholatum cleric of the singani equilibrium
Por: Miguel Lundín Peredo
Dedicado a Víctor Hugo Viscarra
Remigio miraba por la pantalla del computador instalado en el espejo de su auto la localización exacta de los llamados “Sedientos Sensoriales”, enemigos del estado controlado por el Aymarafire. Las imágenes mostraban figuras térmicas que estaban sentadas en el suelo, bebiendo. Remigio Bacobreaker salió de su automóvil shapeshifter y le pidió a los miembros de la guardia real del gran líder de la prohibición alcohólica que esperen, mientras el ingresaba a la cantina clandestina con sus pistolas Cocarus 34. Remigio envió a su perro cyborg llamado Murphy Law al interior de la cantina, los ojos del perro tenían una biocámara conectada con la retina ocular del Alcoholatum cleric. Todo lo que el perro observaba era enviado mediante señales satelitales al cerebro del clérigo, que recibía imágenes y información detallada de los “Sedientos Sensoriales” que violaban la ley del Capone Ahorcado creada por “El Gran líder de la prohibición alcohólica”. En 12 minutos observó detalladamente los archivos y toda la historia de los criminales. Dentro de la cantina estaba su esposa. Tuvo un sentimiento de miedo al ver su rostro. Se inyectó su dosis de “Cervezanoprozain”,una droga sintética que le quitaba las ganas de beber cerveza. Remigio había sido reclutado por la guardia real del imperio de la botella rota cuando era un adolescente pobre que vivía en las calles de La Paz bebiendo vodka y singani, fue entrenado en el arte marcial llamado Cocaido y finalmente se convirtió en El alcoholatum cleric mas sanguinario y despiadado del imperio de la botella rota. Su esposa tenía problemas alcohólicos. Él había intentado salvar su vida numerosas veces, saliendo de patrullaje a las calles y pagando sobornos a los miembros de la guardia real que la encontraban en ropa interior y borracha en las calles de La Paz, la ciudad tenía un domo protector que generaba calor solar durante la noche, por eso los habitantes podían caminar con ropas de verano en el frío de Los Andes. Remigio había prometido a su hija de 17 años, Luciana, no ejecutar a su madre, pero debía cumplir órdenes, las que le enviaban desde el ejercito que dominaba Neo Bolivia y que finalmente había declarado pena de muerte para los borrachos. Por eso los clérigos alcoholatum eran juez y verdugos al mismo tiempo, Murphy Law se acerco a la esposa de Remigio y le lamió las manos, los borrachos sacaron sus ametralladoras Wiracocha 3000 y comenzaron a disparar. Remigio ingreso cubriéndose con un campo invisible de electromagnetismo y logro asesinar a todos los que habían en el interior de ese llamado “Cementerio de elefantes de la cerveza Ducal”. La cerveza Ducal estaba prohibida por el gobierno. La cerveza Paceña se vendía sin alcohol. Los llamados criminales “Sedientos Sensoriales” compraban cerveza Ducal en el bajo mundo a traficantes de alcohol elaborado en fábricas subterráneas ubicadas en los barrios marginales de La Paz. Remigio se acerco a su esposa, le dio un beso en la mejilla y salió con ella de la cantina, los miembros de la guardia real le pidieron que la mate, él miro el cielo y vio como caían gotas frías de lluvia sobre su rostro. Uso los ojos de su perro para atacar a la guardia real. Los soldados murieron por sus balas envenenadas con curare 23.
Llevo a su esposa borracha en sus brazos, y condujo hasta una escuela controlada por soldados imperiales, los mató y se llevó a su hija Luciana que vestía un uniforme escolar metálico que en realidad estaba fabricado con una tela que se convertía en armadura.
Remigio condujo. Su hija abrió su mochila y saco una dosis de Cervezanoprozain, él le quito la dosis y rompió la cápsula con sus manos, le pidió a su esposa una botella de Coqueta Ducal y por primera vez en varios años sintió el sabor de la cerveza en su boca, quería olvidar que ahora eran renegados del imperio, y la mejor manera era bebiendo cerveza. Una canción argentina llamada “Que Calor” se escuchaba en los parlantes sónicos de las microradios implantadas en las ventanas de las puertas de su auto marca Vampirofia.
Remigio acariciaba lentamente a Murphy Law y soñaba con borracheras en la Atlántida.
Fuente: Ecdótica