Cuando Sara Chura despertó en Argentina
Por: Magdalena González Almada
En los albores del siglo XXI, las expresiones artísticas vinculadas a la literatura, tienen en Bolivia un espacio, un reconocimiento y un dinamismo del que no gozaban durante el siglo anterior.
Es, quizás, como consecuencia de ese dinamismo que la lectura y el estudio de la narrativa boliviana ha logrado trascender fronteras, gracias al interés que ha generado y, también, debido al contexto mediático y cultural que define nuestros tiempos. Un contexto que, entre otras cosas, posibilita acercamientos y diálogos con muchísima fluidez y en simultaneidad, incluso a grandes distancias.
Bolivia es para muchos argentinos, un lugar cercano pero en gran medida desconocido. Lejano. Territorio de debate en el ámbito de la sociología, las ciencias políticas, la antropología. Punto nodal de las discusiones latinoamericanas y latinoamericanistas, el mundo literario boliviano se nos abre gracias a autores como Edmundo Paz Soldán y Giovanna Rivero, de consolidada proyección internacional.
Juan Pablo Piñeiro, uno de los autores más destacados de la nueva generación de narradores bolivianos, visitó Córdoba por primera vez el año pasado como invitado en el marco del 3° Festival Internacional de Literatura de Córdoba, donde llevó a cabo variadas actividades, tanto académicas como de difusión literaria y provocó muchísimo interés en ese lector cordobés que poco o nada sabía de la literatura escrita en Bolivia.
Cuando Sara Chura despierte es una novela ya muy conocida y reconocida en su país de origen; ha recibido numerosas notas críticas y reseñas y ha sido reeditada varias veces. Ahora, la editorial Portaculturas la acerca a los lectores de Argentina quienes se encontrarán con personajes variados que pertenecen a la cultura andina, pero con preocupaciones e interrogantes que nos atraviesan en lo más pleno de nuestra condición humana, más allá de nuestra pertenencia cultural. Y el componente andino también encuentra su lugar en la propia estructura narrativa: la novela es como un awayo donde los coloridos extremos se reúnen en el capítulo central titulado “El bolero triunfal de Sara”. La cadencia musical (del lenguaje, de las fiestas), el ritmo pausado y hasta susurrado de las palabras cuidadosamente escogidas por Piñeiro, la textura y profundidad de los personajes, convocan al lector a experimentar con la lectura, a gozarla y a abrirse a nuevos mundos. El lenguaje es una parte fundamental de la reflexión del autor: decía el año pasado en una de las conferencias que dictó en Córdoba, que el castellano es insuficiente y que en una ciudad como La Paz, hay murmullos que revelan los lugares escondidos. En Cuando Sara Chura despierte nos dice que es el idioma el que hace visible lo invisible y el que revela la ciudad ancestral oculta en La Paz.
En la novela encontramos muchas ideas vinculadas a la cosmovisión andina pero no consideramos que ésta no pueda ser una novela en la cual el lector carente de conocimientos vinculados a dicha cultura resulte ajeno o excluido de lo que el autor ha querido expresar. Más bien, todo lo contrario: consideramos que la novela se nutre de la multiplicidad de lecturas y que el lector alucina en el mundo creado y propuesto por Piñeiro. Esa es, ciertamente, la potencialidad de una obra literaria que viene del mundo andino a narrarnos, a contarnos, porque en definitiva la humanidad toda se teje de la mano de Juan Pablo Piñeiro.
La versión de Portaculturas de la novela no presenta glosarios, ni notas al pie, ni marcas en el texto (cursivas o comillas); el lector activo e interesado buscará las palabras e irá abriéndose a los pajpakus, a la festividad del Gran Poder y a las calles de La Paz. Quizás la novela funcione como una posibilidad de leer más allá de la propia presencia de “lo boliviano”; y también es la oportunidad de leer a “lo boliviano” en una tensión que se resuelve en la figura central de la narración: Sara Chura. La edición argentina de Cuando Sara Chura despierte está acompañada por dos textos en la contratapa: uno del escritor cordobés Adrián Savino, como muestra de que pese a cualquier pronóstico las novelas profundamente paceñas pueden establecer diálogos con el lector extranjero; y otro texto del cochabambino Edmundo Paz Soldán, un referente de las letras bolivianas. La contratapa, es también un paratexto a tener en consideración: se encuentran allí materializadas las voluntades de unir, de dialogar y trasladar (desde Argentina y desde Bolivia) un gusto por una literatura que cada día resulta más convocante.
Cuando Sara Chura despierte está despertando en cada lector de Argentina. Y es muy probable que la literatura de Bolivia sea cada vez más requerida y más estudiada, buscando nuevos lectores y nuevos adherentes, ensanchando el fascinante mundo literario.
Fuente: Ecdótica