Palacio Quemado
Por Eduardo Bowles (Director de El Nuevo Día de Santa Cruz de la Sierra)
Agradezco a Santillana por haberme pedido realizar una introducción analítica de la que seguramente ya es una de las más brillantes novelas de Edmundo Paz Soldán: Palacio Quemado. Este no es un análisis literario ni mucho menos, pues no es mi especialidad, es simplemente un atrevimiento cuyo fin es compartir algunas ideas y, sobre todo, seducirlos para que se zambullan en esta espléndida obra. Muchas de las frases que escucharán a continuación son del propio texto de Paz Soldán y, en otros casos, interpretaciones obtenidas a lo largo de una lectura apasionada.
América Latina no tiene historiadores pero afortunadamente tiene novelistas, como dice Edmundo Paz Soldán en su libro Palacio Quemado, tienen la oportunidad de contar “todo lo que ha sucedido y no simplemente relatar todo lo que se ha escrito”
Palacio Quemado es una novela urgente sobre el fin de un período en la vida del país, sobre los momentos más críticos que le ha tocado vivir a Bolivia en los primeros años de este nuevo milenio. En el sentido expresado anteriormente, es la historia de la caída de un paradigma de gobernante, del ocaso de un sistema, del fin de una casta de políticos. El relato transcurre en el poco tiempo que ocupó en el poder un político que, en un segundo intento, llegó incómodo al Palacio quemado y quiso montar un gobierno desesperado por aferrarse al poder y que terminó sitiado por una más de las sediciones que jalonan nuestra historia.
Esta es la historia de un intelectual sin convicciones que les escribe los discursos a los políticos, pero que llega a las esferas palaciegas, supuestamente la cumbre de su carrera, cuando las palabras ya no convencen.
Palacio Quemado
Palacio Quemado narra la seducción que siente un hombre por un edificio que se puede convertir en un hogar, pero también puede ser la tumba de quienes lo poseen. Es el sitio donde Óscar encontró su verdadera historia y la de su familia y también se encontró con la historia del país. Paz Soldán describe con gran precisión los detalles de una casa hechizada, una cárcel, un sepulcro ostentoso, que rechaza a quienes llegan a él. Como lo hizo con los Frías o Villaroel, cobra venganza de quienes quieren poseerlo, es hostil y huraño. El Palacio quemado es un lugar donde los hombres se olvidan del resto, es el hogar del poder, donde ocurren misterios, es un edificio que cambia cada día, que ha llegado a tener hasta seis inquilinos en un solo día, donde los objetos se burlan de los deseos de permanencia, donde sus huéspedes viven todos los días la pesadilla de terminar colgados de un farol, lanzado desde el balcón o en medio de un incendio. Los habitantes del Palacio quemado son carne fresca que de cuando en cuando se le da a la bestia para que se sacie, es un lugar donde los fantasmas hacen olvidar a quienes llegan, las razones por las que están ahí. Es el lugar de los obsesionados con el poder.
Democracia
Palacio Quemado es también la historia de la democracia. Es una ilación de todos sus hitos, encadenados por palabras pronunciadas en discursos memorables: “Bolivia se nos muere”, “Ríos de sangre nos separan”, “Es hora de construir puentes”, “Orden, Paz y Trabajo”, “Estamos jodidos”. En este sentido, es la crónica de una manera de interpretar el sistema democrático en Bolivia, donde se valora más el movimiento de cintura y la capacidad de negociación que las propias convicciones.
Bolivia
Es la historia de Bolivia, un país que está en guerra desde hace mucho tiempo, una nación que necesita ser conquistada con hechos por que está hastiada de discursos. Paz Soldán ha sabido interpretar a la perfección los grandes problemas del país, donde la indecisión es el más grande de los males, donde siempre se posterga todo, donde siempre se busca como dividir, que constantemente tiene una encrucijada en su horizonte. Bolivia es un país lleno de símbolos, por que su realidad es muy dura. Son símbolos que esconden dicotomías irreconciliables, un país donde los desacuerdos llevan a la gente al suicidio. Bolivia es un territorio donde anidan viejas venganzas que brotan todos los días con odio y rencor, es un país que nunca halla soluciones y simplemente encuentra salidas momentáneas; un país que vive molesto, pero muy dado a los feriados y a las fiestas. Bolivia es un país donde la crisis es la regla y no la excepción, un país construido a base de represión y sangre, un país confundido con paradigmas.
Políticos
Palacio Quemado es la historia de los políticos bolivianos, demagogos de bolsillo, traicioneros como serpientes. Hombres y mujeres que han corrido a los intelectuales y los han condenado a mantenerse en las alturas del análisis. Esta novela ayuda a comprender que los políticos son seres lejanos, inalcanzables para el pueblo, pertenecientes a un mundo al que no hay acceso. Los políticos del Palacio quemado andan distraídos en los lujos que les da el poder, mareados por las estadísticas y encaramados en el placer porque “el poder nos hace bonitos”. Están siempre preocupados por elaborar discursos que ni siquiera saben construir, pero sin posibilidades de tomar decisiones. La política es el vertedero de los mezquinos; los políticos son seres que le hacen más mal que bien al país. Son hombres que no le tienen miedo a los muertos, que conocen perfectamente el truco de abusar de los demás sin que éstos se den cuenta. Son individuos que viven constantemente buscando de que disfrazarse y un libreto para actuar.
Intelectuales
Palacio Quemado es la historia de los intelectuales sumidos en la cobardía, sin protagonismos en lo político, invisibles, solos y anacrónicos, fracasados por que no tienen público. Historiadores, columnistas, sociólogos que no tienen donde caerse muertos. Seres inadaptados, faltos de convicciones, con vocaciones contrarias a estos tiempos. Esta es la historia de algunos intelectuales que tratan de adaptarse a la política y cuyos valores no encajan, que son rechazados en medio de la gran farsa. Esta historia es un reto a los intelectuales para recobrar la vanguardia de las revoluciones, de saltar al ruedo.
Gobierno
La obra de Edmundo Paz Soldán es la historia del gobierno, un gobierno que perfecciona el discurso, pero que no es capaz de despertar esperanzas. La historia del gobierno es un juego de golpistas, asesinatos, traiciones y presidentes, cuya función principal es sobrevivir a toda costa los embates de la historia. A los gobiernos se los recuerda en Bolivia por el número de muertos, fusilamientos y exilios y no por sus obras. El gobierno es un espacio donde se necesita capacidad de manipulación y crueldad para sobrevivir. EL gobierno está condenado a vivir entre figuras simbólicas porque los políticos no se atreven a tomar decisiones, es un ente que siempre está al borde del precipicio, que tiene a la violencia como su método más recurrente, dispuesto siempre a justificar la muerte, sumido en la corrupción, la repartija de pegas, con la fuerza como único método de imponer el orden, con un país que siempre tiene un gobierno en el Palacio quemado y otra en las calles.
Familia
Palacio Quemado es una novela que tiene la virtud de relacionar la vida política del país con la familia. Esta es la historia de una familia que vive la misma crisis que atraviesa Bolivia. Amenazada por la división, dividida por las convicciones, tratando de reconstruir su propia historia, convulsionada por un pasado que no ha sido superado y que a cada momento intranquiliza, convulsiona. Es la historia de una generación que todavía convive con algunas oleadas de la revolución del 52, que fue protagonista de la dictadura de los años 70 y que enfrenta agobiada y en medio de desacuerdos, el desafío de la democracia. Es la historia de una familia agobiada porque uno de los suyos enfrentó con el suicidio esa lucha de visiones que constantemente hace crisis en Bolivia. Es una familia, que como el país, está constantemente reviviendo malos recuerdos.
Pueblo
Por último, Palacio Quemado es la historia del pueblo. La historia de una bestia insaciable, que a la vez es pesimista, pero también indomable cuando está molesta. Un pueblo siempre levantado, movilizado, atormentado, dividido, disconforme, que ha llegado a la imbecilidad de no querer el beneficio de nadie porque ha perdido la fe en las propias conquistas. El pueblo que describe Paz Soldán no es esa mayoría silenciosa a la que le han arrebatado la voz y que está en manos de la poblada. Se trata de un pueblo que quiere gobernar desde la calle, un pueblo furioso que tira piedras, un pueblo al que le temen los políticos, pero al que no se le atiende. Un pueblo que se presta al juego de los gobernantes, a quienes mete en el Palacio quemado, para someterlos en una trampa mortal. Es un pueblo que tiene razones que la razón no conoce.
Palacio Quemado no es una obra que se suma al pesimismo boliviano, sino que invoca a pensar en grande, a superar las decepciones acumuladas en nuestra historia.