La literatura de Carlos Busqued, Federico Falco, Luciano Lamberti y Carlos Godoy resalta en la producción narrativa y poética de la ciudad de Córdoba, Argentina. Es mucho lo que los une como una generación emergente que se impone en la nueva literatura argentina. En este artículo, escritores bolivianos comentan a los cordobeses.
Córdoba. Qué hacer cuando estés muerto
Por: Adhemar Manjón
Cuando en 2008 mencionaron como finalista del Premio Herralde de Novela a Bajo este tremendo sol, de Carlos Busqued, los ojos de la literatura argentina se volcaron hacia Córdoba y descubrieron que allí había varios autores que estaban escribiendo cosas muy buenas desde hacía tiempo.
A Busqued, chaqueño que hizo su carrera en Córdoba, se le suman Federico Falco, Luciano Lamberti y Carlos Godoy como abanderados de este, aún, pequeño movimiento. Falco, que ya había escrito algunos libros, se consagró en la narrativa con La hora de los monos, publicado en 2010 (Emecé) y que le valió ser incluido en la revista Granta como uno de los 22 mejores narradores en español. Los cuentos de El asesino de chanchos (Tamarisco), de Lamberti, fueron un verdadero hit el año pasado, cosechando excelentes críticas en su país, y Carlos Godoy acaba de publicar su último libro de cuentos titulado Can solar (17 Grises) con el que se consolida en la literatura narrativa, ya que anteriormente había publicado varios libros de poesía y una novela.
QUÉ LOS UNE
Todos son jóvenes, todos escriben historias mínimas con alto impacto emocional. Historias “engañosamente simples”, como definió el escritor boliviano Edmundo Paz Soldán los cuentos de Lamberti.
La mayoría de los personajes de estos autores están en una etapa crucial de su vida, algunos son treintañeros, están por volverse locos, se encuentran desesperados o deprimidos o solos y no saben qué hacer.
Viven en pequeños pueblitos llenos de gente rara, con paisajes desolados que recuerdan las películas del también argentino Lisandro Alonso. De hecho, algunos protagonistas de estas historias parecieran ser amigos o hermanos, por ejemplo el que aparece en el relato Asiático, de Falco; Cetarti de la novela de Busqued, Rubén del cuento Es mejor tener suerte que ser inteligente, de Godoy, y Marcos de El arquero de Lamberti: “Es un buen parentesco”, dice Lamberti, “todos esos juntos en una pieza, deprimidos y fumadores compulsivos. No tengo idea de por qué mi personaje es así, a lo mejor porque veía a muchas personas de 30 años un poco perdidas en la vida y las junté y salió eso. A lo mejor por un yeite carveriano o minimalista. O a lo mejor porque siempre los perdedores y derrotados son dramáticamente más interesantes que los ganadores. Y por los otros no me atrevo a responder”.
Un diálogo en Bajo este tremendo sol, sobre a qué especie animal pertenece un ajolote, quizá los defina mejor: “No es una salamandra-salamandra. Es más bien una larva de salamandra que no evoluciona a no ser que la fuerces. Como un renacuajo que vive su vida entera sin convertirse en rana”.
Claro que en las obras de estos escritores, si a los personajes se los fuerza para salir de una situación, reaccionarían fumando un porro mientras ven un documental sobre aviones de guerra en Discovery Channel, viendo una película de Van Damme o yendo a la jaula de un león para verlo de cerca.
Ante la pregunta a Busqued sobre si consideraba su novela como el punto de partida para esta especie de ‘boom’ cordobés, respondió: “Es muy deprimente que me involucren dentro de un ‘boom’. No para mí sino para el pobre ‘boom’. Mi libro vendió casi toda su tirada nacional y eso estuvo bien, pero es muy poco (creo que eran tres mil ejemplares). Si existe gente que gana plata con la literatura cordobesa podría hablarse de un ‘boom’. Y creo que eso no pasa, o por lo menos a mí no”.
EN SANTA CRUZ
Federico Falco, que estuvo el año pasado en Santa Cruz, en un encuentro de escritores organizado por el Centro Simón I. Patiño, mencionó que en Córdoba, desde mediados de los 80, hay más y mejores narradores: “Muchos de esos narradores (María Teresa Andruetto y Lilia Lardone, por mencionar a solo dos) coordinaron talleres literarios durante mucho tiempo y, hoy por hoy, mucha de la gente que hace 10 años pasó por esos talleres comienza a desarrollar obra propia, a publicar libros, cuentos, novelas. Si bien no toda la gente que escribe pasó por esos talleres, a mí me parecen fundamentales, ya que cooperaron para que existiera un campo de la narrativa en la ciudad, vincularon autores, crearon zonas de discusión, llamaron la atención sobre ciertas estéticas y ciertos temas”.
Falco, Lamberti y Godoy son grandes amigos, de hecho el último libro de Godoy está dedicado a ellos: “Conozco a Lamberti y a Falco desde hace unos 10 años más o menos y ellos se conocen de un poco antes. Yo los considero como mis hermanos mayores, aprendí mucho de ellos. Durante una época nos veíamos con frecuencia en largas reuniones donde discutíamos nuestras preocupaciones literarias e intercambiábamos lecturas. Fueron unas épocas de iniciación para mí. Después me fui a Buenos Aires, Falco a New York. Y ahora de vez en cuando nos vemos. Con Busqued tengo una relación más cercana porque él vive en Buenos Aires y siempre nos cruzamos por ahí”.
VOCES BOLIVIANAS
El boliviano Saúl Montaño, ganador del reciente premio Noveles Escritores con su libro de cuentos Una bandada de pollos en el firmamento, dijo sobre la obra de estos autores: “Con cada libro leído descubrí que era capaz de reconocer espacios o ecos de escenarios, figuraciones de algunos personajes de estos autores que parecían consolidar una estética -propuesta o no-, pero que robustecía la visión de una Córdoba particular: sugestión por demás palpable y producida, como se sabe, por la buena literatura”.
Mientras que el escritor cochabambino Rodrigo Hasbún mencionó: “Llevo un par de años intentando seguir el rastro a Falco, a Lamberti y a Godoy, a los que me gusta imaginar alrededor de una fogata, emborrachándose bajo los cielos de Córdoba, mientras comparten el talento y la amistad. Más allá de todo lo que pueda distinguirlos, siento que a los tres los une una cualidad inusual y decisiva: la de simultáneamente habitar dos mundos a menudo irreconciliados”, concluyó el autor de la novela El lugar del cuerpo.
De esta manera, el pequeño punto en el mapa cordobés se expande y solo queda esperar más historias de estos escritores que crean personajes locos y raros a los que tenemos miedo de convertirnos.
Todo lo grotesco
Maximiliano Barrientos / Escritor boliviano
Lo primero que pensé cuando empecé a leer a ese grupo de jóvenes escritores cordobeses fue que allí se daba un cruce interesante de dos tradiciones norteamericanas que en apariencia eran irreconciliables: por un lado, el minimalismo de autores como Raymond Carver, Tobias Wolff y Richard Bausch, y por el otro el gótico sureño de escritoras como Flannery O’Connor y Carson McCullers. O para ponerlo de una forma más precisa: lo que venían haciendo desde hacía un tiempo y con libros sólidos como rocas Falco y Lamberti, Busqued y; Godoy, era plasmar sus muy personales visones de los márgenes cordobeses desde el aprendizaje que dejó esas dos tradiciones norteamericanas contrapuestas.
Primero con esa novela árida que es Bajo un sol tremendo, en la que Busqued crea un personaje impenetrable y autista, de cuya interioridad sabemos poco o nada, y que hacía recuerdo a Meursault de El extranjero. Y luego con los cuentos y poemas de Falco, Lamberti y Godoy, que bien podrían funcionar como un catálogo de seres deformados que narran su locura desde la cotidianidad más escalofriante. Ahí, en esas piezas breves recopiladas en La hora de los monos, 00, El asesino de chanchos y Can solar, converge una serie de climas, temas y estrategias que se repiten de cuento a cuento: las conexiones entre el campo y la ciudad. La iniciación de amigos a punto de hacerse adultos y los descubrimientos devastadores que van haciendo cuando crecen juntos. La fascinación por lo grotesco descrito desde una frialdad que no da lugar a ninguna forma de histrionismo.
El humor negro, sutil pero en algunos casos lacerante. Se habla con frecuencia de que la verdadera riqueza de la nueva generación de escritores latinoamericanos está en la distancia corta, y de ser cierto, estos cordobeses, especialmente Lamberti y Falco, están haciendo mucho para el enriquecimiento del género. Si me tocaría hacer mi canon particular, mencionaría estos relatos de Falco: Asiático y Flores nuevas, La casa en la otra orilla y 00. De Lamberti: El arquero, Una casa llena de insectos y La tortuga. De Godoy: Final de anatomía.
Actualidad
Presencia en La Paz. La editorial boliviana El Cuervo, dirigida por Fernando Barrientos, está editando una antología de cuentos del escritor Federico Falco. Este autor, que el año pasado estuvo en un evento literario latinoamericano en Santa Cruz de la Sierra, estará en la Feria del Libro de La Paz, en agosto próximo.
Nueva producción. El escritor Luciano Lamberti acaba de presentar un nuevo libro llamado El loro que podía adivinar el futuro, en Argentina.
Una respuesta de Carlos Busqued. ¿Qué te hace feliz?: “No soy feliz, no sabría decirte. Tengo la fantasía de que sería feliz si no tuviera que ganarme la vida, si pudiera vivir en una playa en Brasil fumando sin tener que hablar con nadie. Pero otra cosa no sé”.
Fuente: Brújula