Claudia Peña, volviendo a casa
Entrevista a Claudia Peña
Por: Alex Aillón
Mucha gente la conocía de antes. En realidad, no mucha, si tomamos en cuenta que el mundo cultural, literario, y más el boliviano, es muy reducido. Luego el país la conoció como ministra de Autonomías y muchos pensaron que quizás la literatura no era lo de Claudia Peña, pero el tiempo y los hechos nos están demostrando que estábamos muy equivocados.
La periodista cruceña acaba de ser reconocida con el primer lugar del XLIII Concurso Municipal de Literatura Franz Tamayo, el más importante en su género a nivel nacional, con su obra “El Destello.” Puño y Letra conversó con la también autora de libros como El Evangelio según Paulina (2004), Que mamá no nos vea (2005), Inútil Ardor (2006) y Con el cielo a mis espaldas (2007).
Esto es lo que nos dijo desde La Paz, Claudia Peña, la escritora, ahora de regreso en casa.
– “Una larga y angustiante lucha contra la muerte es el eje central de este cuento, donde un halo poético también se hace presente sólo para reforzar la contundencia de lo que está narrando”, es una de las partes del documento que revela y justifica el premio Franz Tamayo de este año a tu cuento y a tu persona, y que marca tu regreso a la literatura. Cómo nace el cuento, Claudia, cómo nace la idea del cuento. Cómo es el proceso de tu escritura a la hora de narrar en la hora presente.
Mi proceso de escritura ha cambiado al pasar de los años. Antes tenía una escritura más fluida, y mis textos eran más cortos. Ahora me viene una frase o una idea, igual que antes, pero ya no llega después esa oleada de inspiración que me empuja de un tirón hasta el final de la historia, sino que voy ensayando y desechando, buscando el tono, re escribiendo. A veces termino quitando la frase germinal del texto definitivo. Lo mismo pasó con “El destello”. Tenía la frase “de modo que sería ése el día de su muerte”, y ensayé varias historias hasta encontrar la que sintonizaba con mi sentir. Era obvio que necesitaba escribir sobre la muerte. El 2015 perdí a mi madre, y la partida de Emma Villazón fue un acontecimiento desgarrador, sorprendente y fuera de toda lógica; sentí que perdíamos un futuro no sólo ella, sino todos nosotros. Necesitaba escribir sobre eso.
– Decimos que es un regreso a la literatura porque durante mucho tiempo has asumido altas responsabilidades como ministra de Estado, o es que en realidad la literatura nunca se fue. Cómo asumes la relación política literatura. Hay un divorcio muy fuerte, irreconciliable entre estas dos prácticas, o pueden convivir ambos mundos en tu literatura.
La literatura nunca se fue del todo. La palabra siempre estaba, pero de otras formas. En la necesidad de decir exactamente lo que se piensa por ejemplo, en el desafío de la meticulosa gestión de un conflicto, en el arrobo que te produce pararte frente a cientos de personas e hilvanar sobre la marcha un discurso. Pero no era literatura, claro. La política tiene una mirada fría, y eso me ha enseñado muchísimo sobre la vida y las personas. La literatura escudriña en los personajes y en sus comportamientos, eso es una ventaja en la política también. Pero la vida misma, el destello, no está en la política, sino en la literatura, en el arte.
– Supongo que ganar un premio como el Franz Tamayo en un momento como este, es alentador, pero, si no hubiera sucedido, en qué momento de tu vida creativa te sentías y te sientes. Qué proyectos te mueven hacia adelante.
Todo lo que uno pone en el papel, estaba antes dentro de uno, menos o más oculto, menos o más consiente. ¿Cómo llega todo eso a estar ahí adentro? Es lo que escuchas, lo que miras, lo que vives. Entonces yo digo, tantas cosas que he vivido, tantas vueltas que ha dado mi vida, debo tener tantas cosas para decir, que ni yo misma conozco (el acto de escribir es a veces un dejarse poseer por algo otro). El primer texto que escribí después del Ministerio tardó como un año en llegarme, y fue “El destello”, es como un texto fundacional para mí. Lo envié con miedo al concurso, miedo a perder, porque me hubiera deprimido que un texto tan importante para mí, tan venido desde mi entraña, no hubiera sido suficiente. Pero gracias a la vida que el jurado premió el texto. Siento como si me hubieran dado un certificado que dice “escritora”, eso me alegra no sabes cuánto, pero es un desafío también, que por supuesto pienso honrar.
Me acuerdo la primera vez que le leí el texto a Vero Mendizábal me puse a llorar al final, como si estuviera volviendo a casa después de demasiado tiempo.
Del fallo del Concurso Franz Tamayo de este año
El jurado estuvo conformado por Wilmer Urrelo (Secretaría Municipal de Culturas), Willy Camacho (Editorial 3600), Manuel Vargas (Cámara Departamental del Libro), Arturo Rico (Carrera de Literatura de la UMSA) y Ricardo Obuchi Ugarte (ganador del Concurso Franz Tamayo 2015).
Se presentaron 101 cuentos, de los cuales se escogió 15 en primera instancia y luego se determinó el primer y segundo lugares, así como cinco menciones.
“El Destello es un cuento magistralmente escrito. Desde un principio de su lectura, y gracias a un manejo cautivante y preciso del lenguaje, la historia que narra nos mantiene en un suspenso estremecedor”, afirma el acta del jurado calificador.
“Una larga y angustiante lucha contra la muerte es el eje central de este cuento, donde un halo poético también se hace presente sólo para reforzar la contundencia de lo que está narrando”, añade el documento.
Fuente: Puño y Letra