Chandler: El sencillo arte de escribir y matar
Por: Adhemar Manjon
Cuando Raymond Chandler fue retirado de la empresa petrolera en la que trabajaba y de la que era vicepresidente, el alcohol y la literatura ya formaban una parte íntegra de su vida, solo faltaba pulir la segunda. Tenía 44 años en ese entonces, en 1932.
A partir de 1933 hasta 1938, Chandler, que escribía desde joven pero no había editado ningún libro aún, publica en pequeñas revistas pulp de la época. En 1939 llega su primer novela, El sueño eterno, en la que Philip Marlowe, un cínico que hace de detective y narrador, recorre el lado oscuro y violento de Los Ángeles, investigando asesinatos en la ciudad, lanzando frases ácidas y punzantes desde el inicio (“y pude darme cuenta en el poco tiempo que la conocía, que pensar iba a ser siempre un fastidio para ella”) y desentrañando personajes solitarios y tristes. Tenía 51 años y un estilo que se convertiría en único en la novela negra.
Las pistas del crimen
“Decía Chandler que lo importante no era relatar el asesinato en sí, sino qué hacía, qué pensaba y qué preocupaba a la víctima en el instante previo”, indica el escritor cochabambino Claudio Ferrufino-Coqueugniot sobre la narrativa de este autor.
Ferrufino explica que todo esto elude la categorización de subgénero que ha castigado al relato policial y lo convierte en literatura. “Esta transición contó con dos nombres: Dashiell Hammett y Raymond Chandler, siendo este último, con su búsqueda de forma, el de estilo más rico y logrado”, afirma el autor radicado en Estados Unidos.
Finalmente, Ferrufino recuerda una frase de G.K. Chesterton sobre el policial, citada por Frank MacShane: “El policial es la primera y única forma de literatura popular en la que se expresa algún sentido de la poesía moderna actual”. En ese sentido, concluye Ferrufino, Chandler se convierte en su maestro y alterna su educación clásica, formal, inglesa, con la jerga popular americana en un péndulo incesante entre ironía y crudeza.
Chandler continuó escribiendo, bebiendo y viviendo con su esposa y amor de siempre Cissy Pascal, 18 años mayor que él y el pilar más grande de su vida, que cada vez se desmoronaba más.
Su relación con el cine
Chandler también trabajó como guionista en Hollywood, y como la mayoría de los escritores de aquellos años, lo hacía más por necesidad que por gusto. A pesar de esto realizó grandes trabajos, en especial junto al director Billy Wilder. Casi todas sus novelas fueron adaptadas, entre ellas El sueño eterno y El largo adiós (su obra maestra), que encumbrarían la figura como actor de Humprey Bogart, quien encarnó al detective Marlowe.
“El (guion) más célebre (de Chandler) es en realidad una adaptación de una novela de James M. Cain titulada Double indemnity que dirigiría Billy Wilder. La relación entre Wilder y Chandler fue cualquier cosa menos apacible (Wilder diría después que Chandler “tenía mucho de Hitler”) pero de dicha colaboración salió una de las obras cumbres del cine negro”, recuerda el escritor cubano Alejandro Suárez.
El autor de El perro en el año del perro, cuenta que Hitchcock, quien trabajó con Chandler para la película Extraños en un tren, dijo una vez: “Después de Double indemnity, las dos palabras más importantes del cine son Billy Wilder”. “No dijo nada de Chandler. Quizás para ese entonces ya había probado el trago amargo de una colaboración con este que se arruinó a medio camino cuando el maestro del suspenso descubrió que el maestro de la novela negra lo llamaba ‘that fat bastard”, acota Suárez.
Chandler es, innegablemente una gran influencia en el campo literario y cinematográfico.
Los hermanos Coen le hacen un delicioso homenaje a El sueño eterno en una de sus mejores películas: El gran Lebowski, donde toda esa imaginería ‘noir’ es vista a través de los ojos de un hippie. También la serie de HBO, Bored to death, de 2009, trata de un treintañero sin muchas luces y aspirante a escritor, que decide hacerse detective al leer uno de los libros de Chandler.
Cuando murió Cissy en 1954, Chandler perdió el hilo de su vida. Bebía más y todo ese dolor y alcoholismo se lo transmitía a su alter ego Marlowe en su obra. Finalmente falleció el 26 de marzo de 1959. Publicó siete novelas.
Fuente: Brújula