Centenario de Gabriel René- Moreno
Por: Lupe Cajias
Actualmente es parte de la agenda internacional el asunto de la transparencia y el acceso a la información; sin embargo se visibiliza menos el nexo que tiene ese objetivo con los archivos de un Estado, de una nación.
Sin archivos no hay memoria histórica, ni memoria colectiva consolidada ni tampoco acceso a la información sobre los procesos que construyeron o fallaron los servidores públicos, empezando por el primero de ellos, el presidente de la república o el jefe de estado.
En el caso de Bolivia tendríamos un enorme agujero para contar y comprender la historia y para entender el presente y mirar el futuro si no hubiese nacido en San Lorenzo de la Barranca en Santa Cruz de la Sierra Gabriel René Moreno, en 1836, fallecido el 28 de abril de 1908 en Valparaíso, Chile.
Lector, investigador, abogado, Moreno dedicó su vida, sus esfuerzos y- cuando fue necesario- su dinero, a rescatar documentos originales sobre la historia de Bolivia. Desde su cálida tierra, por los valles chuquisaqueños, más allá del altiplano despoblado, Moreno construyó una amplísima bibliografía que permite conocer el origen de Mojos y Chiquitos, la creación de la República, el aporte de los guerrilleros, la difícil construcción de la nación. Con ese aporte se organizó el Archivo Nacional de Bolivia.
Conocí su obra gracias al docente René Arce y al maestro Guillermo Ovando Sanz. Para los historiadores, Moreno es el padre de esta profesión en Bolivia. La saga fue seguida por otros honestos y comprometidos servidores públicos como el sucrense Gunnar Mendoza y el potosino Armando Alba. Sin ellos no tendríamos documentos.
Aunque algunas voces sólo quieren referirse al autor cruceño como al positivista que no comprendió la cultura de los pueblos originarios, incluso afectando su dignidad, también hay que leer a René Moreno en su dimensión nacional.
Para los periodistas, estudiantes y profesionales, debía ser libro de cabecera el estudio Las Matanzas de Yañez donde Moreno utiliza únicamente los medios impresos, casi todos alineados a uno u otro bando (setembristas, belcistas, melgarejistas), para contar cómo el ministro Plácido Yañez asesinó a presos políticos.
A Moreno, como buen historiador, no le gusta asegurar sino contrastar. Interesante su frase cuando concluye que: la prensa aún en su mentir dice la verdad. Por ello, los gobernantes deben leer con cuidado, así sea la prensa más opositora.
Los datos que él estudió se repiten a lo largo de los siglos.
Una cita en la cual los conservadores arrepentidos aceptan que: “hemos marchado de revolución en revolución y la libertad que buscábamos ha huido de nosotros como una sombra fugaz. Porque en verdad, una revolución, por santa que sea, no puede crear sino déspotas y tiranos”.
Y cuenta, con detalles cómo los vecinos paceños vengaron a los presos asesinados bajando desde las lomas hasta la Plaza Murillo para ajusticiar al autor de las matanza en El Loreto del 23 de octubre de 1861 pues ningún juzgado formal había iniciado el proceso.
Los paceños aborrecen los abusos, ya se veía en el Siglo XIX, muestra Moreno. Aún cuando habían apoyado al inicio al gobierno que identificaban como salvador, cuando éste fue injusto y cobarde matando a opositores indefensos, el pueblo se volcó contra él y lo sacó del Palacio Quemado.
Fuente: www.lostiempos.com