Los “Cables cruzados” de una agencia mundial de noticias en una novela boliviana
Por: Laura Patricia Barros /DPA
(Ya está disponible en formato PDF el libro Cables Cruzados de Ana María Romero de Campero, el que lo podrán descargar a un precio de US$ 2.99 de la librería digital ecdotica-6413e4.ingress-bonde.easywp.com)
Cables Cruzados es la novela de la reconocida periodista boliviana Ana María Romero de Campero que narra desde la redacción de una agencia internacional de noticias el universo de la prensa, donde las informaciones y a veces el poder se mezclan en una argamasa diaria con el drama y la comedia humanos.
“Era un lugar con una presión terrible”, afirma la autora, que se batió en la mesa de edición de una agencia mundial en Washington, con la presión de un trabajo donde “no faltaban las intrigas” y el mundo se “veía” a través de la pantalla de un ordenador que reflejaba cientos de historias escritas por autores lejanos.
Ambientada en “tiempos de guerras frías y guerras calientes”, como dice el escritor Cé Mendizábal en un comentario, esta obra describe la experiencia de Romero de Campero -Ana Mar, su nombre de batalla en la prensa- por los años 80 en una agencia a la que ha preferido darle el nombre ficticio de Cosmos.
“Ahí se relata un golpe de estado real”, explica Campero, la única mujer que ha ganado el Premio Nacional de Periodismo de Bolivia, al referir cómo los editores “conspiraban” para obligar a la salida de un jefe implacable y descarnadamente competitivo.
Aunque, como señala, modificó muchas cosas, puso en Cosmos a personajes que extrajo del medio, que conoció en sus 30 años de carrera periodística, si bien les cambió la nacionalidad para dar vida a su personaje central, “la mesa” de redacción.
“Son muchas voces, es un poco lo que he intentado: que la historia de la mesa sea contada por diversos actores, todos entran y salen. No podía haber habido un romance. No había lugar para el romance, como tampoco había lugar para la comunicación”, enfatiza.
Y es que la paradoja de esta mesa de redacción era la “desinformación” que aparentemente se vivía, mientras los periodistas tejían complicadas tramas.
La comentarista Amalia Barrón apunta, en otra glosa publicada a propósito de la presentación de la novela, que Campero recrea “un ambiente estresante y deshumanizado de la agencia que ha desencadenado un ataque de nervios en uno de los periodistas”.
Al hurgar en la historia de la autora, aparece una y otra vez su pasión: el periodismo, esa profesión o “vicio terrible” -como ella lo llama- y del que reivindica su irreverencia.
“Una característica del buen periodista, y siempre lo he dicho, es la irreverencia frente al poder. El rato que el periodista esté con miramientos, para mí, ya se echó a perder”, reflexiona Campero, quien fue corresponsal y editora de varias agencias de prensa y dirigió el desaparecido diario “Presencia” de La Paz.
“Los buenos y grandes periodistas siempre han sido personas que han mirado con recelo, lo cual no quiere decir que por ese recelo se pueda torcer una noticia ni mucho menos”, aclara.
Esta dama de la redacción, que en alguna ocasión se pasó “a la otra acera” y estuvo al frente del Ministerio de Informaciones en el gobierno provisional del presidente Walter Guevara Arze (1978), reflexiona sobre este oficio y lamenta que sufra actualmente de una “gran precariedad”.
“Antes se hacía carrera en un medio. Uno se ponía la camiseta y se podían dar heroicas batallas por conseguir una noticia (…). Hoy de repente te metes a hacer una investigación o escribir una noticia, pero como los medios se han vuelto tan neutros no entra esa noticia, por ser demasiado fuerte o porque sacude el sistema”, lamentó.
Con la experiencia de haber librado más de un combate, incluso el de haberse convertido en 1998 en la primera Defensora del Pueblo de Bolivia, asegura que la tarea hoy en los medios es que vuelvan a tener su función original de informar y orientar al público.
En ese contexto, se refiere a manera de ejemplo a la situación en Bolivia y Venezuela, países donde el periodismo juega un papel determinante.
“Cualquier persona que llegue a Venezuela puede darse cuenta de que los medios de comunicación son militantes frente al gobierno, pero también uno ve que el gobierno hace uso de una serie de medios, no de la mejor manera, para hacer conocer su voz”, advierte.
Para el caso boliviano, considera que los medios deben ayudar a que la transición que se vive en el país -donde dos presidentes han renunciado en menos de tres años- “sea lo menos traumática posible”.
Alude al respecto a la “responsabilidad social” que posee el denominado “cuarto poder”, donde subyacen, al igual que en la novela, intereses e historias anónimas que se mezclan con la vida real.
[Tomado de http://www.noticias-oax.com.mx]
10/02/2007 por Marcelo Paz Soldan